Cultura

Espectacular máquina virtual de hacer dinero

Si la crítica de cine se basara en analizar el resultado del equilibrio entre las expectativas de ingresos de quienes producen las películas, las expectativas creativas de quienes las hacen y las expectativas de placer de quienes las ven, Terminator Salvation sería una gran película. Está dando muchísimo dinero, satisface las modestas o inexistentes ansias creativas de quienes la han hecho y deja más contentos que unas pascuas a quienes van al cine como hace más de un siglo iban los primitivos espectadores de Méliès (truco) y como hoy se va a los parques de atracciones (sensación). Pero la crítica, además, ha de analizar los medios utilizados para alcanzar esos objetivos y medir sus calidades según los patrones establecidos por los precedentes. Y en este sentido esta película es una máquina virtual de hacer dinero que funciona muy bien pero no aporta nada, hace mucho ruido pero no dice nada, aturde más que entretiene y está por debajo de la trilogía que prolonga.

La clave, como siempre, está en el realizador. Las dos primeras entregas de la saga Terminator fueron dirigidas por James Cameron, un director al que la historia del cine dará mejor trato que la crítica: cambió el curso de la ciencia ficción con Terminator (1984), creó una de las más hipnóticas películas de aventuras y terror con Abismo (1989), ideó una variante insólita de la comedia de acción con Mentiras arriesgadas (1994), estableció un récord histórico de taquilla -fascinación del público- y de Oscar obtenidos con Titanic (1997) y se espera su Avatar en 3-D como un hito tecnológico. Terminator Salvation, en cambio, está dirigida por McG: otro videoclipero con probadas habilidades técnicas y demostradas carencias fílmicas que trasladó al cine con cierta gracia Los ángeles de Charlie y ahora prolonga con ruidosa eficacia la saga Terminator. Cameron es un cineasta que se sirve de los efectos especiales. McG es un experto en la imagen síntesis del clip y la publicidad que se pone al servicio de los efectos especiales. Por eso su película es visualmente asombrosa e increíblemente espectacular, pero carece de gracia aventurera y sustancia narrativa. Es como si las máquinas, al final, hubieran triunfado. Se puede afirmar que McG actúa más como un coordinador de producción, al mismo nivel que los dos directores de segundas unidades, que como un director; y que los auténticos creadores de esta película son los más de cien especialistas en diseño y efectos especiales que le dan su espectacular atractivo.

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