Discreto pasatiempo

Carlos Colón

21 de febrero 2013 - 05:00

Comedia, EE UU, 2013, 89 min. Dirección: Michael Hoffman. Guión: Ethan Coen, Joel Coen. Intérpretes: Colin Firth, Cameron Diaz, Alan Rickman, Stanley Tucci, Cloris Leachman. Música: Rolfe Kent. Cines: Bahía de Cádiz, Bahía Mar, San Fernando Plaza, Las Salinas, Ábaco Jerez y Cinesa Los Barrios.

Poco que decir, de verdad, poco que decir. Salvo que Cameron Díaz sigue siendo una plaga digna de aparecer, con el terrorífico humo verde incluido, en Los Diez Mandamientos de DeMille como una más de las desdichas que afligieron a los egipcios. Mediocre el guión de los Coen, a los que por mucho que se empeñen no se les da bien la comedia, basado en una olvidada y mediocre comedia dirigida en 1966 (el mismo año -¿casualidad?- de Cómo robar un millón y… de Wyler) por el igualmente mediocre Ronald Neame -brillante director de fotografía, productor y guionista, pero muy desigual director-. Mediocre la dirección de Michael Hoffman, de quien sólo soy capaz de recordar dos cositas: la divertida Escándalo en el plató y la amable Un día inolvidable en la que todo el mundo -Clooney, Pfeiffer y Nueva York- estaba guapísimo. Correcta la interpretación del gran Colin Firth, sosa la de Alan Rickman, inexistente la de un Tom Courtenay al que prefiero seguir recordando como el solitario corredor de fondo, el fanático Strelnikov o Gatiss, el asesino de la última película dirigida por mi muy querido Anthony Mann. Y Cameron Diaz… ¿Qué les puedo decir? Ni cuando le cortan un papel a su medida -una tejana hortera que participa en una estafa planeada para vender un falso Monet- la mujer funciona. Pese a ella la película entretiene y se deja ver. Eso es lo que se pretendía y lo que logra, pese a algunas gotas de lo que se llamaba sal gorda o humor grueso, sin las groserías de la actual comedia.

stats