Cristina Tovar sorprende y promete en San Roque
FLAMENCO
La cantaora sevillana y el tocaor José Tomás Jiménez derrochan calidad y hondura en su recital en la Peña Flamenca Sanroqueña
Termina un recital flamenco de Cristina Tovar y sale lentamente el público mientras comenta con satisfacción y sorpresa que he ahí una cantaora distinta. La alegría prometedora de su voz diferente -netamente auténtica- y la belleza de su quehacer hicieron raya en la Peña Flamenca Sanroqueña en la noche del sábado.
Tovar estuvo acompañada por el tocaor cordobés José Tomás Jiménez, una garantía de buena técnica y eficacia que la llevó en volandas durante toda la velada. La cantaora sevillana impacta tanto por lo que hace como por todo lo que puede deparar a este arte si se atiende a que cuenta apenas 28 años recién cumplidos. Fue la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas la que trajo esta actuación a San Roque. Quienes no se la perdieron pudieron celebrar que, en 2008, Cristina se decidiera a aparcar el baile para pasarse al cante. Gracias a esta decisión no se perdió todo el sentimiento que es capaz de expresar y la emoción que puede llegar a transmitir.
Arrancó con sinceridad reconociendo a los aficionados que apenas había ensayado junto a Jiménez, su pareja esa noche. Antes de cada cante sostenían incluso un pequeño debate entre susurros sobre cada episodio siguiente. Le bastaron unas malagueñas -que interpretó con una facilidad pasmosa- y unos sones de Cádiz -plenos de compás- para caldear al respetable y metérselo en el bolsillo. Aparte de que puso sobre el escenario una voz muy bonita, tuvo además la capacidad de acompañarla por todo el sentimiento y la fuerza. Sobresaliente en honestidad. Sin trampa ni cartón.
En los tientos y tangos se extendió quizá demasiado, pero puede ser achacable a que, para entonces, se encontraba ya en pleno despliegue de facultades de sentimiento y hondura, que la dejaban verdaderamente agotada: "En la casita de la pena ya no me quieren a mí, porque mi pena era más grande de las que habitan aquí".
Tanto en la soleá por bulería como en la seguiriya emocionó. Y dejó en el ambiente lo que vino remarcando: que no es solo la belleza y elegancia de su flamenco actual, sino el frotarse las manos y la ensoñación dulce frente a todo lo que puede estar por venir. No hay más que escucharla para adivinar que aún podrá dar mucho más de sí. Queda margen de crecimiento para rato.
Antes del fin de fiesta por bulerías, Cristina Tovar ofreció unas palabras para adelantar uno de los detalles que tuvo con los espectadores: "No me voy sin cantarles una milonga, que es un cante con el que aún me estoy haciendo pero que es digno de que ustedes lo escuchen". En los minutos siguientes brilló especialmente. No solo ella, también la guitarra de Jiménez, metida en calidad en cada minuto.
Las bulerías del colofón las ejecutó con el sello de su acusada personalidad flamenca. Y otro detallazo, el de su baile, ese que ya no es prioritario desde hace unos años pero al que ella homenajea como el emotivo origen de todo lo que es hoy. Y de lo que será mañana.
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