Cultura

El Chaqueta entra en el olimpo flamenco vía XXVI Palma de Plata

  • El Cante Grande hace justicia a un artista dominador

Salva de María recibe la Palma de plata en nombre de su abuelo.

Salva de María recibe la Palma de plata en nombre de su abuelo. / Erasmo Fenoy (Algeciras)

Antonio Fernández de los Santos, Antonio El Chaqueta (La Línea de la Concepción, 1918- Madrid, 1980) ya está en el particular y selecto olimpo flamenco que desde hace casi tres décadas mantiene la Sociedad del Cante Grande de Algeciras con sus Palmas de Plata.

Es oficialmente así desde anoche. Y cristalizó este homenaje cuando uno de sus nietos, el tocaor Salva de María, recogió la XXVI Palma de plata de manos del primer teniente de alcalde de Algeciras, Jacinto Muñoz, y el presidente de la entidad flamenca, Carlos Vargas Woodrofe.

De María se deshizo en palabras de elogio y agradecimiento, toda vez que su abuelo puede encuadrarse perfectamente en el apartado de los grandes de este arte que por su carácter discreto y reservado no ha recibido ni disfrutado en vida de los laureles que su trayectoria hubiera merecido.

El Chaqueta era un cantaor fundamentalmente dominador. Fueron célebres su compás innato como buen gitano-andaluz, los retos a los que sometía a su voz y su ejecutoria flamencas, superándolos con pasmosa facilidad. Ese era El Chaqueta, quien vivió entre La Línea, Madrid y Málaga y cuyo sello está en muchos artistas que siguieron su carrera. Uno de los ejemplos más emblemáticos en este último apartado ha sido el de Camarón de la Isla.

La palabra justicia fue una de las más usadas por parte de quienes estuvieron sobre el escenario del teatro municipal de la avenida Agustín Bálsamo en el momento más protocolario de la velada. La Peña Flamenca Cultural Linense lleva ya dos ediciones de su congreso flamenco con el nombre de Antonio El Chaqueta pero faltaba, hasta anoche, el debido reconocimiento a este lado de la Bahía de Algeciras. La Palma de plata es uno de los más importantes galardones del orbe flamenco en Andalucía y solo grandes nombres de este arte cuentan con él en sus vitrinas. Siempre premia una línea de actuación de años, nada que ver con éxitos puntuales, esporádicos o sin solidez.

Resultó una noche artísticamente interesante. Abrió el fuego cantaor el jerezano de la Plazuela José Carpio, Mijita, quién fue de menos a más a medida que se acercaba a los sones festeros hasta encender el patio de butacas por tangos y, fundamentalmente, por bulerías. Estuvo sensacionalmente acompañado a la guitarra por Miguel Salado y un compás comandado por el Chícharo. 

Luego vino el cante especial y único de Luis Moneo. Cada vez lo hace mejor. Rindió honor a su dinastía, uno de los pilares claves de la catedral flamenca que es Jerez de la Frontera. Arrancó por cantiñas y logró lo que suele: que el personal no pestañee. No debe haber muchos casos en la historia de este arte como éste, en que un antiguo tocaor rompe todos los registros cuando saca su voz a pasear. 

Por soleá estuvo inconmensurable: "Por donde quiera que yo voy me parecía que te estaba viendo, la sombra de tu queré que me viene persiguiendo". Algeciras tuvo anoche en su teatro Florida a una de las principales figuras del flamenco actual. No pasa todos los días. 

La XXVI Palma de Plata fue una buena muestra de la variedad y riqueza del cante, el toque y baile del hoy por hoy. Así lo demostraron la juventud y frescura de Alonso Núñez, Rancapino Chico, y el linense El Purili. Vienen empujando con una clase extraordinaria. Con personalidad y respeto por lo antiguo. El baile de la algecireña Mónika Bellido estuvo cargado del vigor que acostumbra. Y su joven grupo se mantiene en plena forma y fase de crecimiento. Que no pare. 

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