Antonio Cruz Madroñal. sobrino, exsecretario y albacea de antonio mairena

"A Antonio Mairena no lo echo de menos, lo tengo siempre presente"

  • El sobrino del mito flamenco de los Alcores reflexiona en el 35 aniversario de su fallecimiento

  • "Mi tío era muy querido y tenía muchos amigos aquí. Algeciras es flamenca y mairenista", dice

Antonio Cruz Madroñal, este verano en el parque María Cristina de Algeciras.

Antonio Cruz Madroñal, este verano en el parque María Cristina de Algeciras. / JMS

Este mes de septiembre de 2018 hace exactamente treinta y cinco años que falleció en Sevilla Antonio Cruz García, Antonio Mairena. No solo recuperó y dominó el cante gitano-andaluz sino que no paró hasta situarlo en la primera fila de la cultura. Escribió libros, grabó antologías para que el tiempo y el olvido no borraran ningún palo del flamenco, animó la creación de peñas como templos de fomento, admiración y respeto de este patrimonio musical y, en el tramo final de su andadura vital, se fajó con las entonces nuevas instituciones democráticas para que este arte tuviera el sitio que se merece. Antonio Mairena concibió su vida como una misión en favor del flamenco. Uno de sus más íntimos colaboradores en aquella tarea hercúlea -el cante, toque y baile hubo de sacarlos de adulteraciones y francas decadencias- fue su sobrino Antonio Cruz Madroñal.

Mairenero como él, ejerció de secretario particular del maestro durante años y, a su fallecimiento, quedó como albacea y gran mantenedor de su memoria desde su trabajo en la fundación que lleva el nombre de su tío y que ahora preside el flamencólogo malagueño Ramón Soler. Cruz Madroñal estuvo este verano en el parque María Cristina de Algeciras. Fue con motivo de una ocasión histórica: la semifinal provincial del concurso nacional de cante jondo Antonio Mairena que, por primera vez en sus más de cincuenta años de existencia, llegaba al Campo de Gibraltar. Resultó un momento idóneo para conversar con él acerca del gran mito con el que tuvo la fortuna de convivir.

- Imagino que Antonio Mairena, en una noche como ésta en Algeciras -una tierra que él frecuentó-, se sentiría orgulloso.

-Indiscutiblemente. Algeciras es una tierra muy flamenca. Yo sé que mi tío, según contaba él, estuvo por aquí en aquellos tiempos suyos, hace muchos años. Era muy querido y tenía muchos amigos en esta zona. Para mí es un placer y un honor estar en una ciudad tan flamenca y mairenista como Algeciras.

-Y si seguimos imaginando... ¿Qué diría Antonio Mairena de la situación del flamenco hoy día?

-Creo que sabía que el flamenco estaría como está. Tampoco podemos pretender que, en esta época tan distinta, el flamenco esté como estaba en aquella. Cada momento es diferente. Y eso Antonio era capaz de verlo. Quizá cierto deterioro haya ido demasiado rápido, podía haber marchado un poco más despacito por un mejor mantenimiento del flamenco clásico. La gente quiere ganar dinero muy pronto e ir muy rápido y estamos en los tiempos que estamos. La verdad es que este arte, como nosotros lo conocimos, es muy difícil que vuelva. Existe, no se pierde en las peñas, en muchos aficionados y en algunas familias y reuniones, pero a nivel de popularidad hay otro flamenco si bien yo quiero dejar claro que el clásico no se va a perder nunca.

-Tampoco se puede perder ni descuidar esa tarea cultural tan ingente que Antonio Mairena desarrolló centrada en el flamenco porque este arte es mucho más que una música.

-Exactamente. El flamenco es un mundo y una forma de vida que no tiene nada que ver con las cosas populares o de mayor difusión. Es cierto que es un arte de minorías, de gente que lo vive y lo siente. Tampoco se pierde porque todos los días se habla de Antonio Mairena. Unos para criticarlo y otros para ponerlo muy bien, pero bueno, ahí está.

-No me resisto a preguntarle una cosa: ¿Qué era la razón incorpórea, esos términos que él acuñó? ¿Resumían su ideario?

-A veces lo expresaba de una forma y, otras, de otra aunque siempre, finalmente, significaba lo mismo. Tengo muchos escritos de él sobre este asunto. La razón incorpórea es una cosa, un sentimiento, que hace inseparables a los gitanos del cante. No menospreciaba ni criticaba a nadie con esa formulación pero atribuía ese algo a los gitanos y la realidad ha demostrado que es verdad. Su cante era toda la razón incorpórea. Eso y las cosas de los gitanos, sus ritos y tradiciones completaban esa razón. Él siempre defendió mucho a los gitanos sin despreciar a nadie. Peleaba por ello. Siempre hablaba bien de lo que fuera, pero el suyo era el mundo gitano y él entendía que, en el cante, no tenía el mismo valor lo gitano que lo que no lo era.

-¿Qué es lo que más echa de menos de él?

- Pues la verdad es que no lo echo de menos porque lo tengo siempre presente, su cante, sus cosas, lo que decía. Eso está vigente en mí todo el día y a todas las horas hasta el día que yo falte. Teníamos una relación íntima aunque mi tío Antonio tampoco era una persona que se entregase así con facilidad.

-Pero con usted sí.

-Conmigo sí. Si tenía que hablarme privadamente criticando a alguien lo hacía porque se enfadaba cuando veía que no se hacían las cosas como era debido. Eso le pasaba con los cantaores, por ejemplo, pero bueno, él sabía que sus ideas eran difíciles de mantener y se mantuvo siempre fiel a ellas.

-Al menos, al llegar su final, él supo o tuvo la conciencia de que había cumplido con el flamenco. Y completado una obra.

-Eso sí. Se dijo: "Yo he cumplido y eso queda para la historia". Ahora ya lo que hagan los que vienen detrás o después es otra cosa. Todo el mundo tiene derecho a vivir su vida y a querer ser en el cante lo que sea, a ganar más dinero. El cante gitano que nos gusta, eso sí, fue Antonio el que le dio la grandiosidad que tiene. Con él empezó y terminó a nivel social, no de cante porque es verdad que antes que él hubo unos cantaores que fueron los mejores que había habido en la historia: Manuel Torre, Pastora y Tomás Pavón, el Gloria... Socialmente no estaban considerados, para la gente no eran nadie, pero Antonio Mairena los llevó a las bellas artes.

-Colocó el flamenco en el mapa de la cultura.

-Antonio decía que el cante era cultura, algo clásico a la altura de la música de Bach, Beethoven y Mozart. Y es verdad. Ahora, los nuevos flamencólogos nuevos que hay se centran mucho en la música y olvidan un tanto que el cante es algo más, es sentimiento, vivencia, emoción, alma... Si no tuviera todo eso sería una música más. Están diciendo que si es clásico y no se puede crear, hombre, es cierto que sobre la sexta sinfonía de Beethoven no puedes hacer nada nuevo. Solo interpretarla lo mejor posible y no hacer tonterías o algo que no suene a eso. Por descontado que no.

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