Cultura

Antoni Gabarre aleja el vandalismo del arte

  • El artista polifacético afincado en Jerez coordina el proyecto sociocultural Urbanart para mejorar la estética de los muros exteriores de la refinería Gibraltar-San Roque

Muralista, escultor, animador sociocultural, educador medioambiental...y así hasta llegar a un nombre: Antoni Gabarre. El arte no debe alejarse de las calles, ni salir de su ámbito natural, del entorno donde consigue dotarse de fuerza para gritar, sin ruidos pero con la mejor técnica artística, la razón y la reivindicación social. Aunque sus primeros trazos bajo la luz del sol fueron en Cataluña, su tierra natal, lleva 22 años residiendo en Andalucía, donde ha logrado una estabilidad creativa aunque eso no le resta para continuar experimentando, siempre en plena evolución.

Los artistas suelen destacar normalmente sólo por sus obras, no hay más dónde buscar que en la propia creación. Sin embargo, Gabarre posee a sus espaldas una maleta llena de récords y números. Lleva 40 años de dedicación, a nivel individual ha pintado más de 30.000 metros cuadrados de muros, mientras que con programas educativos el dato casi se duplica. Se ha permitido incluso aparecer hasta en ocho ocasiones en el libro Guinness de los récords, una de ellas por pintar 2.200 metros cuadrados sin descanso durante 48 horas en 1987.

"Mi vida son las paredes". Estados Unidos (EEUU), Irlanda, Francia, así como un gran listado de países de todo el mundo tienen algo de él. "En todos los sitios he ido dejando algo. Llevo toda la vida dedicado a esto, subiéndome a los andamios, soy vegetariano y mi vida es esta". En la NASA, en norteamérica, como curiosidad hay dos esculturas de él.

Es el coordinador del proyecto Urbanart, impulsado por la empresa Cepsa, para decorar de forma artística los muros exteriores de la refinería Gibraltar-Roque, una iniciativa sociocultural que aleja el vandalismo asociado al pintar en la calle poniendo en valor la creatividad de explorar la imaginación de los jóvenes. "Ese discurso que había antes de meter a todo el graffitien un saco es rancio y obsoleto. Claro que hay minorías que se dedican a ensuciar, porque no saben dibujar, pero hay una mayoría que como decía Serrat: lo están diciendo las paredes, lo están gritando, están pidiendo ayuda y lo hacen protestando, que es pintar".

Gabarre valora la importancia de las ayudas de la iniciativa privada, como en el caso de Cepsa, y reconoce que actualmente Urbanart es en España el proyecto de más envergadura en materia de muralismo. "Son 800 metros cuadrados en cada edición, ha habido actuaciones puntuales, pero con ediciones seguidas y manteniendo este ritmo realmente poco". Este año se está celebrando la tercera edición dedicada al aire y aún queda un tramo para homenajear a artistas como Miró, Gaudí o Picasso. Ha coordinado a un grupo de jóvenes de entre 16 y 23 años de escuelas de arte de Jerez y Algeciras, así como de Bellas Artes de Sevilla.

Dio sus primeros pasos en el muralismo a finales de los años 60 en Cataluña. La reivindicación contra la dictadura fue un pulso que libró con sus propias armas: la creatividad. "El vandalismo que se hace en el graffiti puro y duro de poner la firma en la pared no reivindica nada, a diferencia de una pintada que sí que hay un mensaje". Con la llegada de la democracia quedó poco por reivindicar, así subió un peldaño para alcanzar una etapa de colaboración y solidaridad. En la década de los 80 participó en un programa para embellecer la estética de las fachadas de Barcelona con motivo de las Olimpiadas e incluso decoró dos estaciones del metro.

Su interés educativo y social le ha llevado a desarrollar programas de colaboración cívico-artístico con países como Bosnia o Irlanda del norte para unificar culturas. Y en los últimos 15 años se ha centrado en este tipo de actividades, para la prevención del vandalismo en colaboración con municipios dando la oportunidad a los jóvenes para que se expresen a nivel creativo y mejorar la estética de las ciudades.

Que las obras estén expuestas en la calle al alcance de cualquier persona no supone para Gabarre una amenaza en cuanto a conservación, más allá de la erosión por el paso del tiempo, lo que sí las convierte en obras efímeras, influidas en muchos casos por la calidad de los productos. "En los años que lleva con esto la gente no toca lo que está bien hecho".

Se inició en la escuela clásica, aunque está alimentado de influencias desde Velázquez a Dalí. Ha trabajado con muchísimos materiales, ya que al desarrollar sus obras en diferentes soportes le obliga a reinventarse y experimentar constantemente, como al pintar en barcos lo que le ha llevado a crear con materiales ignífugos. "Soy inquieto en esto del arte", reconoce autoenmarcándose en el arte contemporáneo aunque en una búsqueda permanente.

Gabarre ha ido dejando por el mundo su sello, en Andalucía y Cataluña especialmente, pero también puede reconocerse alguna obra suya en Italia, Hungría, EEUU o Nicaragua, además de un gran número de murales y esculturas en ferrys y cruceros. Ostenta récords del mundo como crear el pin más grande para Harley Davidson, y de igual forma una bandera, una mecedora de jardín o un metro carpintero, de gigantescas dimensiones.

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