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Alejandro Sanz cierra su gira española con un concierto este sábado en la Cartuja

Después del éxito en su último espectáculo en la capital, la expectación es máxima Sanz ofrecerá un repaso a toda su trayectoria con las canciones de sus últimos trabajos

El cantante durante uno de los momentos álgidos de su concierto en Sevilla en su gira anterior.
Pilar Larrondo Sevilla

25 de septiembre 2015 - 05:00

Corría el año 1993 y un chaval de sonrisa pícara y voz entrecortada decía tener la sensación de haber compartido con ellos, sus fans, media vida. Ahora, casi 25 años después, el que se hiciera conocido internacionalmente por tener el corazón partío puede decir que la realidad superó con creces a la que fuera su sensación, aunque ya no sepa muy bien quién ha compartido vida con quién. Alejandro Sanz, que tiene en su haber 11 discos -sin contar con los recopilatorios-, lleva más de dos décadas formando parte de las historias de aquellos que lo siguen con auténtico fervor. Ahora, los incondicionales del cantante madrileño tienen la oportunidad de verlo por última vez subido a un escenario antes de comenzar su gira en América para hacer internacional su álbum Sirope.

En un concierto que pone el broche final a una gira llena de éxitos -actuó tres días seguidos en Madrid y dos en Barcelona- el artista se despide esta noche de su público español, una vez más en Sevilla. Y es que, para el intérprete la ciudad es mucho más que un punto geográfico. Como expresa en todos los conciertos que ofrece en la capital hispalense, "a Sevilla le debo mucho porque he pasado muy buenos momentos en ella y muchos de mis grandes amigos son de aquí". Asegura que "la ciudad lo deja sin palabras" cada vez que viene a cantarle y quizás sea por eso por lo que este zombie a la intemperie elija Sevilla como colofón a su gira. Todavía con resaca de su concierto en Granada, el artista ya aconsejaba a sus seguidores por Twitter que "hicieran caso a las caricias de su escenario".

Sanz le tiene ganas a Sevilla, la quiere despeinar. Los sevillanos le tienen ganas a él, quieren que el maestro les alborote el pelo. Y es que, después de su última visita, en la ciudad se le espera con infinitas ganas. El espectáculo que ofreció el de No es lo mismo fue todo un derroche de arte al más puro estilo Sanz y en la mejor de las compañías. Malú, Pablo Alborán, David Bisbal, Manolo García y Jamie Cullum arroparon al madrileño en una noche "mágica". Es por eso por lo que las fans ya llevan días acampadas en el Estadio de la Cartuja. El recuerdo de una noche de verano que quedó inmortalizada para la posteridad -el concierto de Sevilla salió al mercado en DVD- ha despertado en sus seguidores las irrefrenables ganas de querer verlo actuar. Aunque el fenómeno de pasar varias noches a la intemperie para conseguir un buen sitio a pie de escenario no es nuevo, ya que Sanz siempre ha llevado consigo un amplio séquito de fans, en su mayoría mujeres.

Ellas, las incondicionales, saben que el cantante no siempre fue como se le conoce hoy. Ahora parte como favorito en los premios Grammy 2015, algo lo que ha llegado después de un duro trabajo de muchos años. Acostumbrado a cosechar éxito tras éxito, sus comienzos en el mundo de la música no fueron precisamente halagüeños. Con tan sólo 21 años, Sanz irrumpió en el mundo de la música bajo el pseudónimo de Alejandro Magno. Su trabajo, Los chulos son pa cuidarlos, pasó sin pena ni gloria. La estética kitsch y los ritmos marcados por la rumba-pop hicieron del trabajo un fracaso. Por suerte para él y para sus millones de fans, el del Corazónpartío cambió el Magno por el Sanz -apócope de Sánchez- y dejó la rumba para hacer sólo pop, el estilo musical que mejor se le da. En 1991 vio la luz su primer álbum, Viviendo deprisa, y a este le siguieron diez más. En los primeros trabajos, el pop marcaba los ritmos de sus canciones, convirtiendo en máximo exponente de su música su disco Más. Este álbum es para muchos la obra culmen del intérprete. Referente en su carrera, todos los trabajos posteriores han sido comparados con él, algo que disgusta al cantante. Sanz considera que "si él ya no es el mismo que cuando tenía 20 años, su canciones tampoco han de serlo". Y eso se refleja en sus álbumes recientes. Paraíso express, La música no se toca y el mismo Sirope dan fe de que Alejandro ya no es un niño que sólo le canta al desamor, ahora es todo un hombre que sabe por dónde pisa y toma conciencia del mundo en el que vive, con sus historias de amor, claro está, aunque ahora algo más complejas.

Mañana por la noche, el Estadio de la Cartuja se convierte de nuevo en la segunda casa del artista. Allí, los presentes podrán comprobar que, a pesar de no ser el niño que cantaba aquello de Pisando fuerte, el Alejandro de ahora es, en esencia, el mismo de los 90. Porque es capaz de cantarle lo mismo a una amiga suya que a su capitán tapón.

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