Franquicia, algoritmo y familia

Tiene su punto cínico que una película como Space Jam: Nuevas leyendas, reboot hipervitaminado de aquella Space Jam original de 1996 con Michael Jordan como estrella de carne y hueso entre dibujos animados de la Warner, ahora con LeBron James como protagonista en un evidente paso de testigo generacional, apele a la lucha entre el mundo real y el mundo virtual de los algoritmos, ceros y unos como metáfora facilona para el despliegue de su mensaje familiar y conservador.

Y la tiene porque todo en esta cinta plasticosa y sintética que dirige Malcolm D. Lee parece responder, seis guionistas acreditados mediante, a ese prediseño de fórmula que tiene más de alma de calculadora que de máquina de contar cuentos infantiles, a saber, una película franquiciada desde la primera a la última imagen que parece una suerte de catálogo auto-promocional de productos de esa cultura de consumo pop de la que Warner se autoerige por supuesto en abanderada del mercado global.

La premisa de la paternidad severa enfrentada a la libertad de decisión de los hijos no deja de ser así la excusa moralizante para un aparatoso circo virtual de múltiples pistas en el que el homenaje a los viejos cartoons analógicos de la casa y la presencia algo molesta de James en pantalla no disimulan que todo aquí tiene como objetivo el enésimo despliegue tecnológico-pirotécnico y el merchandising donde el alma de los personajes animados o el sentido del gag quedan en un segundo plano sepultados por la acumulación y el exceso de estímulos visuales y sonoros.