Sandra Carrasco y David de Arahal, el cante en sueños
Flamenco
Un sueño con su padre fallecido impulsó a la cantaora onubense a crear 'Recordando a Marchena', un disco y libro en torno al maestro de la campiña concebidos junto al guitarrista de Arahal
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Sandra Carrasco (Huelva, 1981) y David de Arahal (2000) comparten algo: se expresan con mesura, en un tono quedo, que a veces roza el susurro. Están sentados en una terraza bajo el ardiente sol del mediodía tras un ensayo, pero parecen cómodos, dispuestos a compartir sus pensamientos en un discurso iluminado por palabras que podrían componer una oración: "paz, magia, adoración, sueño". Un libro con el título Recordando a Marchena, con ellos en la portada, preside la mesa.
"El libro es un elemento de inmenso valor", comienza diciendo Sandra, "a la gente la para, y hace que las cosas perduren. Aquí yo quería ofrecer la biografía de Pepe Marchena, con la ayuda de Manuel Martín Martín, además de compartir mi historia y la del propio repertorio". Esa historia responde a un momento trascendente de su vida, un cruce de cuatro nombres a los que la vida unió en un sueño. Hace tres años su padre Cristóbal El Almonteño acudió a verla actuar por última vez. Casualmente aquella fue la primera noche en que la cantaora se acompañó de un David de Arahal de apenas veintiún años. "Mi padre me dijo que siguiera con David, que esa era la guitarra que yo necesito. Falleció un mes después. A la semana soñé con él y me dijo que dejara de llorar, que hiciera el disco de Marchena con David, y ahí se transformó mi duelo".
El resultado es un doble cedé, con doce cantes y un toque inspirados por el genio marchenero, todos ellos en directo, entre los que se incluyen milonga, tarantas, fandangos o bulerías. "Lo habíamos pensado para grabarlo en el estudio", arranca pausadamente David, "pero creo que se hace camino al andar, y vimos que esto funcionaba mejor en vivo. Los cantes están divididos en cinco movimientos, como la música clásica, porque cada uno de ellos tiene un motivo musical que los une"; a lo que Sandra se apresura a añadir: "Se trataba de entender la grandeza de Marchena. Es un cantaor músico, pero eso hay que llevarlo a nuestra sensibilidad. Cosas que para él eran un detalle para nosotros son un mundo. De cualquier cosilla salía un estribillo".
David la escucha con el rostro iluminado. Poco a poco, envalentonado por la pasión que siente hacia el flamenco, va dejando atrás su timidez, para confesar sus sentimientos en torno a este proyecto: "Nos gusta incluso imaginar cómo Marchena sentía los cantes. Aquí hay un trabajo de antropología, de comprender el personaje […] Hasta tal punto que ha sido el público el que ha rematado el repertorio". Sandra asiente divertida: "La afición conoce muy bien a Pepe. Después de los conciertos se nos acercaban y nos decían por ejemplo mu bien, pero os ha faltao la farruca del maestro; y ahora la farruca es nuestro número".
Porque José Tejada, Pepe Marchena (1903-1976) no es cualquier cantaor. Adorado por muchos, ninguneado por otros, alcanzó un estrellato sin parangón en las primeras décadas del siglo XX, aunando una nítida versión comercial del género con una voz superdotada. En sus espectáculos se sirvió de la teatralización y una esmerada puesta en escena, donde daba rienda suelta a su carisma de galán. En lo musical representó la antítesis de los dogmas tradicionalistas instaurados por Antonio Mairena, ya que miró siempre la tradición como una fuente de la que nutrirse para crear su propia música, sin más prejuicios que hallar aquello que mejor conviniese a sus dotes vocales, que aplicó a un cante decididamente manierista, repleto de melismas y consagrado al deleite melódico, en claro contraste a la expresión quejumbrosa y eminentemente rítmica del cante que se impondría a partir de los años 60.
Cuestionada sobre la controversia imperante en torno a la figura de Marchena, a quien algunos niegan la condición de flamenco, Sandra Carrasco responde: "Las personas tan libres, tan llamativas, rebeldes, molestan a la sociedad"; y tras un profundo suspiro, añade "pero él cambió el flamenco. Decía que el cantaor tenía la necesidad de crear sobre los cantes, desde el conocimiento, porque él te hacía catorce tipos de tarantas".
En ese sentido, más que un respeto paralizante, la cantaora se aproxima a la obra del maestro como un festín con el que saciarse: "Para mí no ha sido nada complicado. Su cante tiene tantos matices, que siempre me pone la vida fácil. Tiene mucha melodía, mucha poesía, y ahí estamos como pez en el agua. Siempre inspirados por él". David reflexiona al respecto. "Este proyecto contiene incluso una dosis de crítica. Esto no es arreglar lo que está roto, si no mirar lo que hizo él con nuestros ojos", y al instante Sandra sentencia: "Claro, porque tu versión de las cosas no la ha podido hacer nadie".
Otro elemento definitivo en la concepción del disco -que cuenta además con los coros y percusión de los Mellis de Huelva y el chelo de José Luis López- ha sido el toque. A Marchena lo acompañaron a la guitarra popes del género como Don Ramón Montoya o Niño Ricardo. ¿Qué ha sentido un veinteañero como David de Arahal al escucharlos en esos discos de pizarra? "Adoración. No solo por sus melodías, si no por la serenidad que transmiten. Hoy lo que se hace en la guitarra está perfecto, pero lo que hacían ellos tiene un sabor inalcanzable". Ahora es Sandra la que parece confesarse. "Yo creo que David ha venido a sentar la paz en la guitarra. Yo lo admiro mucho, me encanta su concepción del flamenco y siento que nadie me ha escuchado tanto. Creo que el 70% de lo que sé se lo debo a él y a este proyecto, que ha sido mágico".
En ese sentido la onubense traza una línea en su carrera desde que se calara la gorrilla con la que homenajea a Marchena en los directos: "Siento que empiezo ahora en el flamenco. Me he entretenido mucho con otras músicas, pero con este proyecto ya llevo tres años y podría sacar una trilogía". Entre los nombres que le susurran los sueños destaca uno: "Soy muy pintera" (en alusión al cantaor Pepe Pinto, coetáneo de Marchena).
Por el momento siguen girando por toda España con este concierto, que presentan en Granada el día 21, dentro del Festival de Música y Danza. Así, pareciera que Recordando a Marchena es ya un sueño dictado y cumplido, un pedazo de vida hurtado a la muerte.
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