Un sádico cuento de hadas
Bloody Mary | Crítica de danza
La ficha
*** ‘Bloody Mary”. Paloma Díaz / Cía. La Permanente. Intérpretes: Paloma Díaz, Antonio Estrada. Dirección: Pilar Gómez / Paloma Díaz. Coreografía: Paloma Díaz. Iluminación: José Helguera / Raúl Baena. Escenografía y diseño: Antonio Estrada. Vestuario: La Permanente. Lugar: Teatro Central. Sala B. Fecha: Viernes 20 de enero. Aforo: Casi lleno.
Bloody Mary surgió de la fascinación de la bailarina y actriz Paloma Díaz por La niña de nieve, un cuento breve de la británica Angela Carter (1940-1992), basado a su vez en algunos cuentos populares y, de un modo más lejano, en la oscura historia de Blancanieves.
Una historia en la que una mujer madura –esposa, madrasta, reina consorte…- se enfrenta a la rabia de verse desbancada por una jovencita más bella o por el propio deseo de encontrarla del hombre que la acompaña, siempre más débil a pesar de su poder.
Así Paloma Díaz, que regresa a la escena, después de una larga pausa, con su compañía La Permanente, ha construido lo que ella llama un relato coreográfico y se ha puesto en la piel de la Condesa -–la protagonista del relato–, con la ayuda del actor Antonio Estrada, que interpreta al Conde.
Desde su inicio, (Pleno invierno: Invencible, inmaculado...) entre los dos, alternándose, recitan el cuento completo de Carter y, ponen en movimiento, y en imágenes, toda su carga visual y metafórica.
Unas imágenes tan poderosas como surrealistas en las que, entrando y saliendo de la ficción, conjugan el cuento de hadas con el sadomasoquismo y lo adoban con elementos de su propio bagaje literario y visual, desde el comic a la estética gore pasando por las películas de Tim Burton.
La escenografía, con un destartalado sillón de madera, símbolo de poder, como centro, funciona bien durante toda la obra, al igual que el vestuario.
Y como en el cine de suspense y de terror, la música juega un papel fundamental.
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