AGROINDUSTRIA

El pueblo de la miel

  • Prado del Rey es el mayor productor de miel en la provincia con 40 familias que viven directamente de la actividad. Sus apicultores gestionan la mitad de las 60.000 colmenas de Cádiz

El joven apicultor de Prado del Rey, Francisco Romero, abriendo una colmena para comprobar su estado.

El joven apicultor de Prado del Rey, Francisco Romero, abriendo una colmena para comprobar su estado. / Ramón Aguilar

La colmena es un mundo en miniatura. Con su sociedad bien organizada, sus operarios, sus mandamases y sus zánganos. Alrededor de ese mundo, el de las abejas y la miel, hay una industria incipiente en la provincia gaditana que mueve al año de forma directa más de 6 millones de euros si hay buena cosecha y que da trabajo a unos 200 apicultores, de los que 110 están profesionalizados. En el contexto provincial, hay contabiliazadas 60.000 colmenas, de las que el 80% de ellas se asientan en la Sierra norte gaditana.

Y como epicentro de esta actividad se encuentra Prado del Rey, que se está ganando a pulso el calificativo de ser ‘el pueblo de la miel’. Aquí unas 40 familias viven directamente de las abejas y son propietarias de la mitad de las colmenas censadas en toda la provincia y han echado a andar cuatro envasadoras. Así que Diario de Cádiz ha querido meterse en harina, o mejor dicho en el panal, para tomarle el pulso a esta actividad con varios productores pradenses.

Enfundados hasta las cejas con los monos protectores y teniendo como única arma de defensa un ahumador, que es casi una reliquia, para tranquilizar a las abejas, recorremos unas colmenas dispersas por el parque natural de la Sierra de Grazalema. Acompañamos a Francisco Romero Doblas, un joven apicultor, de 27 años, con estudios en Forestales y que se ha embarcado este mismo año, en febrero, para sacar la marca El Zanganillo. Quiere innovar en el mundo de la miel, con nuevos productos como un helado hecho con este dulce manjar o nuevas variedades como la de cilantro (a base de hinojo, carriola) y sobre todo, quiere dar a conocer el polen fresco, que a su juicio, reúne más propiedades. Francisco trabaja con nuevos productos porque, dice, que los precios de la miel al por mayor están por los suelos y ahora mismo, tal como está la colmena, con todos los requisitos de alimentación, curas por enfermedades como el parásito varroa , que se carga literalmente las poblaciones, económicamente se necesita mucho aporte para cubrir gastos. “Queremos dar más valor añadido a la miel sabiendo la experiencia que tenemos aquí con dos parques naturales como son Grazalema y Alcornocales”, apostilla.

La madera de apicultor le viene del padre, Joaquín, que lleva 20 años como productor y reúne unas 1.500 colmenas. “Esto es un panal de cría. La abeja reina está poniendo huevos. Ya hay polen y miel”, enseña el joven Francisco. Él es uno más del pueblo que está tomando el relevo de sus mayores y que está apostando por este nicho de empleo como salida laboral. “La gente que no venga de la apicultura es difícil que se inicie en el negocio. Desde pequeño te instruyen en esta actividad porque la colmena cada día te enseña algo y después te tiene que gustar. Cada vez que se abre una colmena es un mundo. Vas hoy y crees que está bien; vas mañana y está mal. Vuelves a ir al día siguiente y una fumigación te puede dejar con mil de las cuatro mil abejas que tenías”, reflexiona.

Ahora mismo es una época de baja actividad. Las colmenas han entrado en parada. Hay poca comida y no crían. Además, este 2019 es un mal año para el sector. Hay sequía y por tanto, la floración se ha quedado bajo mínimos, con lo que la productividad se ha ido al traste. La temida varroa destructor ha esquilmado también los panales, con lo que en la zona de Prado del Rey se han perdido alrededor de un 30% de la población de abejas, la apis mellifera iberiensis, la raza autóctona patria, según cifra el sector. Normalmente cada colmena puede generar unos 15 kilos de miel.

“Si el año pasado fue malo, este es peor aún. Este año está haciendo bueno al anterior. Fíjate lo que te digo”, dice Andrés Escalante, uno de los apicultores pioneros en Prado del Rey, que nos enseña colmenas en una finca, a varios kilómetros del pueblo. Viene con su hija Esther y su nieto Juan Andrés, un pequeño que cuenta con los dedos las colmenas que ya tiene a su corta edad. “Son siete”, alega. Andrés Escalante tiene su negocio, con la marca Prado Miel, en un almacén a la entrada de Prado del Rey, donde vende directamente. Ha sido testigo en primera persona del desarrollo de la apicultura en la comarca y en su pueblo.

Fue uno de los cinco componentes que lanzaron en 1982 la sociedad cooperativa Apícola Serrana, ya desaparecida, con su marca comercial La Montaña. Desde entonces ha llovido. Hoy dirige el negocio con su hijo y su yerno. “Detrás de esta actividad hay muchos gastos, mucho trabajo. Nosotros somos tres personas y no paramos. Empecé en el año 81 comprándole 20 colmenas a un señor mayor y he podido, con mucho esfuerzo, sacar adelante mi casa como apicultor”, explica este testigo de la dinamización de la producción apícola en Prado del Rey. “Por número de población creo que somos uno de los pueblos con más apicultores de Andalucía”, confiesa.

El kilo de miel de calidad puede oscilar entre los seis y los ocho euros. Los productores locales tienen que competir con las grandes marcas y las mieles que entran de China. Y hacen un llamamiento al consumidor final para que eche una mano, también, demandando calidad. Además, hasta la Sierra de Cádiz llegan apicultores de otros lados, que ejercen la trashumancia para aprovechar el rico ecosistema de la zona. “A Cádiz vienen muchas colmenas, por ejemplo, de Almería, por la floración que tenemos con nuestros parques naturales”, explica, Laura Gutiérrez, técnica de ADA, la Asociación de Apicultura de Andalucía (ADA), organización que da cobertura y asesoramiento al sector.

Prado del Rey se ha configurado  ya con su quinta edición de la Feria de la Miel en un referente en Andalucía. La iniciativa levantada por ADA y el Ayuntamiento local, que dirige la alcaldesa Vanesa Beltrán, es un botón de muestra de esta incipiente actividad, que cuenta con el respaldo de la Junta de Andalucía y la Diputación de Cádiz.

A esta Feria de la Miel acude religiosamente otro productor pradense. Se trata de Alfonso Gutiérrez Beltrán, que regenta la marca Puremiel, el único apicultor de la provincia que ha exportado al exterior su producción y que lleva varias décadas innovando y apostando por introducir nuevas variedades en el mercado, llegando hasta ofertar 14 tipos de miel. Lo ha hecho en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia y Hong Kong. “Es complicado lo de las exportaciones de este producto porque no podemos competir con mieles de terceros países que venden por debajo de nuestros costes de producción”, afirma. Así las cosas, él ha decidido este año exportar a final de año a Reino Unido.

La cosecha de miel, que se recoge normalmente a principios del verano, ha sido este año muy complicada para la Sierra por la falta de lluvia y por los estragos de la varroa, que se está haciendo muy resistente a los productos que autoriza el Gobierno para combatirla. Por eso, el sector pide que se hagan estudios por parte de las administraciones para la protección de las colmenas frente a las enfermedades.

La Junta de Andalucía ha anunciado que un total de 1.269 apicultores y tres entidades del sector de Andalucía se benefician ya de más de dos millones de euros en ayudas de la convocatoria 2019 del Programa Apícola Nacional que gestiona la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo.

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