“El hotel fue un boom para el pueblo. Una auténtica novedad. Venía gente de todos sitios. No había nada igual en la zona”. La mujer que refresca sus recuerdos de hace medio siglo es Paqui Ramírez Beltrán, que formó parte de la primera plantilla de trabajadores del hotel Las Truchas, de El Bosque, el primer alojamiento turístico que levantó la Diputación en toda la provincia gaditana, y que en mayo cumplirá 52 años de existencia.

El hotel Las Truchas no es sólo un establecimiento de la actual red provincial de Tugasa. Es, también, un referente de la Sierra y germen estratégico, década a década, del desarrollo turístico de esta comarca. La Diputación trazó con la apertura de este hotel, el 29 de mayo de 1971, los cimientos de una aspiración, que hasta entonces muy pocos visionaban: Había un destino de interior llamado Sierra, que ofrecía muchos atractivos, naturaleza y descanso, pero estaba todo en materia de infraestructuras por hacer. Así que la institución provincial invirtió 12 millones de las antiguas pesetas, un dineral para la época, para levantar un flamante edificio cerca de la ribera del río truchero Majaceite, en El Bosque, cuyo arquitecto fue José Luis Picardo. Lo hizo con fondos, también, del Ministerio de entonces por lo que se construyeron ocho habitaciones, un comedor para 80 plazas, un señorial salón y terraza.

Las crónicas del momento recogen que fue el ministro franquista de Información y Turismo, Alfredo Sánchez Bella, quien inauguró esta infraestructura como ‘hostal Las Truchas’. Acudió en helicóptero a la cita bosqueña, donde lo recibieron, entre otros, el presidente de entonces de la Diputación, Antonio Barbadillo, y el alcalde de El Bosque, Antonio Ramírez Camacho, padre del que ha sido durante 22 años en esta localidad regidor local, Antonio Ramírez Ortega. Más tarde y ya siendo también ministro de Turismo, Manuel Fraga daría sus bendiciones al alojamiento serrano haciendo su respectiva visita.

El ministro franquista Alfredo Sánchez Bella, durante la inauguración.

“Arrancamos el hotel una plantilla de unos 17 trabajadores. Empecé como camarera, con 19 años, pero pronto entré de auxiliar en la cocina. Allí cogí mucha escuela”, sigue explicando Paqui, una de las primeras trabajadoras de ese negocio de gestión pública, que conoció a su marido, Andrés Abellán, en el hotel y quien estuvo de camarero trabajando más de 20 años.

Hay que decir que los bosqueños referencian este hotel de siempre como el ‘Parador’. “Nosotros siempre lo hemos llamado el Parador. Aquí ha venido muchísima gente, cantantes, toreros de renombre por estar la plaza al lado. Se han dado muchísimas bodas y celebraciones por su capacidad y espacio. Durante años no había nada igual por los alrededores”, recuerdan otros trabajadores del establecimiento. Y hasta los ciclistas del equipo de la Once se instalaban varias semanas al año para preparar la vuelta a España o Andalucía llenando el hotel. Cuentan que, al inicio de su apertura en los años 70 del siglo pasado, cuando venía una familia numerosa, que cogía prácticamente las ocho habitaciones que existían, el hotel se quedaba casi en exclusividad para ellos.

Con la perspectiva que el tiempo da, el ex alcalde Antonio Ramírez (hijo del regidor que lo inauguró) habla de la repercusión que supuso la construcción de estas instalaciones para la comarca. Antonio Ramírez reflexiona: “Creo que la apertura de este establecimiento fue la punta de lanza y el germen del turismo de El Bosque y la zona”. Y es que las Truchas llegó en la misma época que se pusieron en pie dos hitos como fue la construcción de la plaza de toros de El Bosque, en la que se dieron cita primeras figuras del panorama nacional, y la apertura, también en el pueblo, de la primera piscina pública de los alrededores. Hasta esta piscina municipal llegaban cuando el calor apretaba autobuses de pueblos cercanos. “Todo ello fue una avanzadilla que imprimió un salto cualitativo importante para El Bosque”, asiente Ramírez, ya retirado de la vida municipal.

Parte de las instalaciones del alojamiento de Tugasa, que cumple 52 años.

Las instalaciones hoteleras, con dos estrellas, han pasado por sucesivas ampliaciones hasta llegar a ofertar en la actualidad 26 habitaciones. Entre sus servicios destacan una carta ajustada a la gastronomía de la zona y una espléndida piscina, que se construyó hace 20 años. “Se ha ido ampliando el sitio y demuestra que la estructura de esta edificación es muy buena, que se mantiene en buenas condiciones a pesar del tiempo. Por ejemplo, se conservan los techos de madera originales”, explican fuentes cercanas.

Este hotel como otros de la cadena, alberga, sobre todo, un turismo de proximidad, de provincias cercanas que buscan el entorno rural y los placeres del buen yantar y el descanso. Su apertura contribuyó al engranaje para desarrollar un sector turístico en la Sierra, que hoy pone en el mercado alojamientos para todos los bolsillos. Por ejemplo, Paqui, una de las primeras empleadas de Las Truchas, que siguió vinculada al establecimiento muchos años tras su marcha porque lo surtía de repostería, forma parte de ese sector y oferta sus propias casas en El Bosque (www.casaspaqui.com).

El hotel Las Truchas fue el primer hotel de Diputación ya que es, incluso, anterior a la constitución de Tugasa, la red que gestiona nueve alojamientos en la provincia. El de El Bosque, junto al de Olvera, son los dos únicos inmuebles propiedad de la institución provincial, el resto se gestiona en régimen de concesión con los ayuntamientos. Con respecto a la fortaleza de esta cadena hotelera pública, con su hotel senior Las Truchas, el vicepresidente primero de Diputación y responsable de Turismo, José María Román, destaca que “Tugasa está inmersa en una profunda renovación de sus bienes y servicios con el objetivo de proporcionar la mejor estancia a los viajeros”. En 2022 Diputación invirtió 500.000 euros en el suministro de nueva colchonería, accesorios de baño, lencería, mobiliario y medios audiovisuales, “lo que sin duda ha mejorado el confort y condiciones de alojamiento”. Y este año se destinarán otros 500.000 euros para mejorar la decoración de los hoteles.