Endoque de domingo. 40 años de ayuntamientos democráticos

"En aquella época teníamos poco más de hora y media de agua al día"

  • Antonio Mateos, alcalde de Grazalema en el 79, cuenta aquellas elecciones en la abandonada Sierra

Los números 1 de aquel año, según los míticos 40 Principales, eran ‘El amor de mi vida’, de Camilo Sesto y ‘Acordes’, de los Pecos, en el panorama patrio. Los aires también los refrescaban los de fuera como Abba, con ‘Chiquitita’, y ‘Sgt. Pepper´s Loney Hearts’, de The Beatles. Era 1979 y la que suscribe acompañaba a sus progenitores a las urnas con vestido de avispero (de nido de abeja bordado a mano) y rebequita y calcetas.

Se respiraba distinto en la Sierra aquella jornada del 3 de abril de 1979, día de las primeras elecciones municipales de la Democracia.

“La gente tenía ganas de un cambio moderado”, rememora Antonio Mateos, el primer alcalde democrático de Grazalema, que accedió al sillón de mando con 29 años. “Los cumplí el primer día de la campaña electoral”, dice, uno de los primeros regidores que llevó a mujeres en su candidatura electoral. “Eran Felisa Sánchez del Valle y Josefa Chaves Ramírez “, reivindica, aunque ellas no salieron de concejalas.

No fue fácil encarar los primeros compases en los Ayuntamientos de los pueblos de la Sierra. Faltaba de todo y todo estaba por rescribir. “Fíjate si faltaba que en Grazalema había poco más de una hora y media de agua al día por aquella época. Se traía en cisterna de los nacimientos y se agotaba enseguida. Y eso no podía ser”. Así que un recién estrenado Mateos en el cargo de regidor no se lo pensó dos veces y se encajó en Cádiz con toda la Corporación Municipal, en pleno, para reclamar una solución, que terminó en obras para garantizar el suministro. No importaba el color político.

Las primeras elecciones municipales se saldaron en su pueblo con cuatro concejales del PSOE, cinco de UCD, uno del Partido Socialista Popular, de Tierno Galván, y otro edil del Partido Comunista. Él se erigió en alcalde, con el apoyo de los otros dos concejales de izquierdas. Con los años, se hizo la presa del Fresnillo, que hoy da de beber a Grazalema, Villaluenga del Rosario y Benaocaz.

Y como alcalde de Grazalema-Benamahoma, municipio pilar indiscutible de referencia del turismo rural, estuvo Antonio Mateos nada menos que 29 años, 14 de ellos sin cobrar sueldo y compaginando su oficio de carpintero con las labores de regidor. “Arreglé con mis propias manos hasta un sillón de estilo isabelino que había en el Ayuntamiento, que estaba deteriorado, y que aún anda allí. Me da un poco de envidia aquella época porque pese a las diferencias que había entre los políticos, primaba el diálogo. Yo no entré en el Ayuntamiento con ninguna espada de Damocles. En Grazalema se han preservado esas formas”, rememora el ex alcalde, huertero de nacimiento (natural de Benamahoma), que encadenó en total seis mandatos, cinco de ellos con mayorías absolutas. Y sentencia a continuación: “En distintos momentos me ha votado hasta la derecha porque yo he estado al servicio de todos. A mí lo que me ha importado ha sido mi pueblo”.

No fue fácil el arranque de la vida municipal en los pequeños Ayuntamientos de la comarca. Cuenta Antonio Mateos, hoy jubilado y retirado de la política desde hace 14 años, que se topó al principio de sus mandatos con nada menos que 400 parados del régimen agrario en su pueblo. “Había una situación caótica. Por ejemplo, se le debía a la empresa de la luz el 60% del presupuesto ordinario que se tenía para gestionar el Ayuntamiento, que por aquella época rondaba sobre los 11 millones de pesetas. Aquello era un dineral. En el 79 se nos ocurrió poner un alumbraito para la Feria del Carmen, y se nos dijo que si no pagábamos la deuda no había nada que hacer”.

Mateos conoce cada palmo de la carretera que conecta Grazalema con Cádiz, la capital. El puerto del Boyar ha sido testigo de viajes incansables para pedir, pedir y pedir a las administraciones superiores para mejorar la vida local. “Recuerdo que en un día tuve que ir dos veces a Cádiz. Por la mañana para una gestión y por la tarde para poder arreglar lo de la luz”.

Carpintero él,Mateos arregló con sus manos un sillón isabelino del Ayuntamiento

El municipalismo en los pueblos de la Sierra se ha hecho a fuerza de gastar suela de zapatos. Así, por ejemplo, Grazalema consiguió en ese primer mandato democrático el primer Premio Nacional de Embellecimiento. Después vinieron otros reconocimientos. Como uno de los hitos más importante de la historia reciente, con su declaración como Parque Natural y Reserva de la Biosfera. Y también de concienciación vecinal. “No teníamos ordenamiento urbanístico y aquí se llegó a financiar el 50% para que los vecinos cambiarán las puertas de la calle de sus casas, que eran de hierro, por las de madera para preservar la arquitectura tradicional”, apostilla.

Antonio Mateos, que siempre ha militado en el PSOE desde que estaba emigrado cuando joven en Alemania, donde conoció a referentes históricos del partido, echa la vista atrás de lo que han sido estos 40 años de Ayuntamientos Democráticos en la provincia. Dice que ha sido muy importante dotar de infraestructuras a los pueblos, como, por ejemplo, las hoteleras, que han traído desarrollo a los municipios. Recuerda algunos de los momentos más duro que le tocó vivir como el incendio de Monte Prieto, que se cobró la vida de cinco trabajadores. Y otros más agradables. “La satisfacción que siento hoy en día es que puedo andar por la calle y noto que la gente me aprecia, me habla y me saluda. Y eso no tiene precio”, concluye.

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