MANOLO GARCÍA | CANTANTE

"Vendría a la provincia de Cádiz a pasar todos mis inviernos"

  • El artista inaugura hoy el verano de conciertos que por segundo año consecutivo vivirá el poblado de Sancti Petri

  • Sus temas más conocidos protagonizan este recital acústico

El cantante y compositor Manolo García es el encargado de arrancar la edición 2019 del Concert Music Festival

El cantante y compositor Manolo García es el encargado de arrancar la edición 2019 del Concert Music Festival / SONY MUSIC

–Inaugura esta noche el Concert Music Festival con un recital acústico. ¿Hay un sentir distinto en la desnudez escénica?

–Hay una variación grande en este tipo de espectáculos. De entrada, el cantante puede matizar mejor, cantar de manera menos forzada que al competir con instrumentos eléctricos, donde la voz humana tiene que apretar más. Aquí todo está más medido. Si me remito al flamenco, es como el cantaor cuando compite con instrumentos amables, guitarra y cajón. Así modula mejor la voz. Nunca antes había girado en acústico, algo que me está permitiendo conocer otros rincones de mi voz y utilizar registros diferentes a la fórmula roquera.

–Sorprende que en la época por antonomasia de los grandes conciertos y festivales se embarque en una gira más pequeñita. ¿Quiere ir a contracorriente o es simple elección personal?

–Es algo casual. Es realmente una gira partida en dos. La idea era tocar en teatros, a los que volveré en octubre, con la gente sentada pero nos pilló el verano. Esta vez no voy en formato rock and roll pero el espectáculo no va a ser un muermo porque yo soy muy animoso. Estoy acostumbrado a que en mitad del concierto el público baile y yo le doy esa libertad. Mis conciertos son algo vivo y familiar, en el mejor sentido de la palabra. Soy muy inquieto y me gusta la intensidad de las pequeñas cosas. Una canción es una pequeña gran cosa.

–¿Qué escucharemos hoy?

–Es una formación de ocho personas. Haré canciones antiguas revisitadas y algunas de las últimas, con arreglos diferentes, con otros instrumentos y distintas sonoridades. Son conciertos largos. Cuando llevo dos horas pregunto “¿todo bien, queréis que sigamos?”. Lo importante es que sea apasionante y flipemos durante un rato, que estés en un tsunami emocional y lo contagies al público. De repente rescato un tema de El último de la fila, me invento alguna canción que no se había tocado o alargamos otra. Voy picoteando de un sitio y otro. Haré una versión de A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando que en nada tiene que ver con la original, también temas muy conocidos versionados, algún experimento... Será una noche muy especial.

–Ya sabe que cuando canta esa canción en esta tierra el público se vuelve loco.

–Totalmente. Esa canción tiene que ver con mi padre, un hombre que hasta los 23 años trabajó en el campo y que venía de una familia pobre. Yo le preguntaba “papá, ¿por qué no vamos al cine” y él me contestaba “sí, al de las sábanas blancas”. Está basada en frases populares que escuchaba cuando era un zagalín.

–Regresa a la provincia tras cubrirse de éxito hace justo un año en el Muelle de Cádiz. Una tierra que le es muy querida como ha manifestado en alguna ocasión. ¿Qué le atrae de estos lares?

–Tiene algo mítico. Soy aficionado a la Historia, a las primeras colonias fenicias y griegas, por aquí entró el cuerpo de los cartagineses frente a Roma, que me cae fatal. Hoy Cádiz posee una cantidad de agua maravillosa, montaña y mar, paisajes que lo flipas. Y algo misterioso. Esa manera hedonista de enfrentar la vida que impregna el ambiente. Pasaría todos mis inviernos aquí.

–Catalán, con una voz de enorme poso andaluz y recientemente Medalla de Oro de Castilla-La Mancha, la tierra de su infancia. ¿De dónde se siente realmente Manolo García?

–La infancia es la primera de las patrias. Los inviernos los he pasado en La Mancha, en un pueblo que era un cruce entre Granada, Jaén, Murcia y Albacete. Del sur me gusta esa mezcla de sangre, ese lado oriental que culturalmente es muy bonito, me tira muchísimo pero me siento primero catalán. Respeto el derecho de todo el mundo a sentirse de un lugar determinado.

–Sin embargo, algunos en su tierra natal, Cataluña, se afanan en levantar fronteras . Harían falta más de dos y tres canciones para poder solucionar ese desaguisado ¿no?

–Haría falta el trabajo político, ellos tienen la responsabilidad, se les paga de manera espléndida para trabajar en la dirección correcta. Tienen que ponerse a trabajar porque la gente ya lo hace.

–¿Tiene esperanza en ello?

–Evidentemente. Cataluña ha sido un territorio de llegada de inmigrantes, hay cientos de miles de andaluces. Es mestizaje puro y lo razonable es que aflore el sentido común.

–Sus letras son genuinas, marca de la casa. Cuando compone, ¿piensa en el público?

–Nunca. Sería trabajar a la carta. Se crea por una necesidad vital de airear unos sentimientos. El artista se levanta por la mañana con el pulso de dar lo mejor de sí en lo espiritual. Cuando me pongo con la guitarra o con el teclado no estoy pensando en un disco, sino en ser feliz, en sentirme vivo. Eso luego se convierte en canción y si no te gusta, tienes todo el derecho a ello.

–¿Nota una brecha generacional en sus oyentes?

–La noto absolutamente. Se pretende que la gente joven no sea feliz y consuma sin parar, están alienados. Los poderes que manejan la venta de tecnología no tienen una pretensión cultural, sino material que beneficia a cuatro señores en paraísos fiscales. Nada que ver con los músicos de los 70. Bandas flipadas y drogadas pero que buscaban la libertad. Cada disco era un tripi, un viaje. Ahora si algo no te mola a los diez segundos, lo descartas.

–¿No salva nada entonces?

–Solo me gustan los grupos que no suenan en la radio. Hoy hay una tendencia de ir a tiro fijo, el rollo youtuber me parece un timo colosal, una basura. Si viene un chico nuevo y me demuestra que hace cosas especiales, le compraré el disco. ¿Me vas a decir que hay miles de influencers que lo hacen todo genial?

–Artista multidisciplinar, ¿qué le proporcionan las pausas creativas entre proyectos?

–Me atengo a mi ritmo, no al de la compañía de discos. Para contar hay que vivir. En los hoteles dibujo, he escrito canciones en un avión, pero necesitas tiempo para emociones y vivencias. Creamos con lo que leemos, escuchamos, odiamos, tememos o amamos. Hablar con un camarero de fútbol te da nuevos temas.

–En 2018 se cumplieron 20 años de Arena en los bolsillos. ¿Qué se ha demostrado como artista en estas dos décadas?

–He constatado que la música me apasiona. Aprovecho los ensayos para grabar nuevas ideas. En el concierto cantaré una canción nueva, Busco cielos. Haría más pero no me gusta que la gente grabe con el móvil. Inauguro la semana que viene en Gerona una exposición llamada Deshumanización. Mi defensa frente a la tecnología es el arte. No me gustan los replicantes. ¡Que les den por culo! Quiero ser humano.

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