64 años del hundimiento de un buque de la Armada en el Estrecho

La llama del 'Guadalete' sigue viva

  • Ignacio Mollá expondrá en la Bahía sus averiguaciones sobre el último gran naufragio de un buque de la Armada

  • El hundimiento ocurrió en 1954 en el Estrecho y segó la vida de 34 marinos

Dibujo del dragaminas 'Guadalete' en su última travesía

Dibujo del dragaminas 'Guadalete' en su última travesía

“La historia del Guadalete es la que es y jamás tendrá un final feliz. Pero es justo que se recuerde su historia”. Ignacio Mollá Ayuso, comandante de Infantería del Ejército de Tierra en situación de reserva, se sabe al dedillo esa historia y está obsesionado en que lo que pasó llegue a los oídos de cuantas más personas mejor. Él conoce como nadie lo que le sucedió al dragaminas Guadalete y cómo se produjo el que aún hoy sigue siendo considerado el último gran naufragio de un buque de la Armada Española.

Aquello sucedió en las inmediaciones del Estrecho de Gibraltar en la atardecida del 25 de marzo de 1954 y aquel naufragio segó la vida de 34 marinos, muchos de ellos de la provincia de Cádiz y de manera particular de San Fernando. Lo que Ignacio Mollá busca ahora, 64 años después, es exponer sus investigaciones sobre este trágico suceso y de este modo “mantener viva la llama del Guadalete”. Y lo hará con sendas conferencias que impartirá en los próximos días en San Fernando y en Chiclana.

La primera de estas conferencias tendrá lugar el próximo jueves día 18 en el Club Naval de Oficiales de San Fernando a las 19.30 horas. Al día siguiente, viernes 19, Ignacio Mollá hará lo propio en el Club Náutico de Sancti Petri, en Chiclana, a partir de las 20 horas. Y en ambas intervenciones aportará nuevos datos sobre la última travesía del Guadalete, que zarpó la noche del 24 de marzo de 1954 del puerto de Ceuta para hacer una vigilancia rutinaria hacia Melilla y que se hundiría la tarde del día siguiente tras combatir durante unas 18 horas con un fortísimo temporal de levante. A bordo iban 78 marinos, entre oficiales, suboficiales y marinería, y el hundimiento se saldó con la pérdida de 34 vidas. En la mayoría de los casos ni siquiera se hallaron los cadáveres.

Ignacio Mollá nació en 1959, cinco años después de aquella tragedia. Pero desde pequeño escuchó hablar del Guadalete. La razón está en que su padre, José Mollá, fue el penúltimo comandante del dragaminas y cedió el mando del buque a su relevo, el entonces teniente de navío José María González de Aldama, apenas 20 días antes de que desapareciera en las aguas del Estrecho. “Mi padre conocía perfectamente a todos los desaparecidos y desde entonces y hasta que falleció vivió con la amargura de aquel naufragio”, recuerda Ignacio Mollá, que es hermano del capitán de navío Luis Mollá, escritor y pionero en las investigaciones sobre las últimas horas de este buque de la Armada.

Precisamente una conferencia de su hermano Luis en San Fernando en abril de 2014 hizo que Ignacio Mollá descubriera la verdadera dimensión de aquella tragedia. “Desde ese momento me puse a investigar, he contactado con la mayoría de los supervivientes que quedan, que son muy pocos, y con familiares de la tripulación, y he descubierto algunas cosas que hasta ahora se desconocían de este suceso”, reflexiona en voz alta antes de reconocer que el denominador común entre las familias de los supervivientes y de los desaparecidos es el mismo: la incomprensión porque casi nadie se acordara del hundimiento del Guadalete durante 60 años.

Ese silencio se rompió en 2014, cuando la Armada hizo sendos homenajes al dragaminas primero en Ceuta, donde el buque tenía su puerto base, y luego en San Fernando, donde, en colaboración con el Ayuntamiento isleño, inauguró una placa conmemorativa en el cementerio de San Fernando, donde reposan siete cadáveres de aquella tragedia. Ignacio Mollá persigue ahora que esa llama que se encendió hace cuatro años en memoria de la tripulación del Guadalete se mantenga viva.

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