"No había nadie del mando"

tragedia en el mediterráneo Indignación del pasaje con la actuación de la tripulación

Los náufragos españoles evocaron el 'Titanic' "con la diferencia de que aquí no se respetó lo de las mujeres y los niños primero y el capitán es el último que deja el barco"

Jesús Riera, uno de los pasajeros españoles del crucero, muestra su tarjeta operativa del barco al llegar ayer al aeropuerto de El Prat.
Jesús Riera, uno de los pasajeros españoles del crucero, muestra su tarjeta operativa del barco al llegar ayer al aeropuerto de El Prat.
Cristina Cabrejas (Efe) / Madrid

16 de enero 2012 - 01:00

Los náufragos españoles del crucero Costa Concordia esperaban desde primeras horas de la mañana de ayer ante el mostrador dedicado a ellos en el aeropuerto romano de Fiumicino, en busca de un vuelo a casa, entre las lágrimas por la horrible experiencia y la indignación porque "nada funcionó".

El primer vuelo de la compañía Alitalia salió con destino a Madrid a las 8:55 hora local (7:55 GMT) con un grupo de quince españoles y a las 9:05 hora local (8.05 GMT) otro grupo de 42 personas salieron con destino Barcelona.

El número de españoles que viajaban en el Costa Concordia era de 177, según datos de la compañía naviera que la Embajada de España no quiso confirmar.

Ante la imposibilidad de fletar un chárter, los españoles fueron llegando por grupos al aeropuerto de Fiumicino, donde acompañados por personal de la Embajada española en Roma buscaron un vuelo de regreso.

Pudieron dormir algo, pero aún les persiguen aquellos momentos de pánico y muchos explicaron que todavía seguían sintiendo que "todo se mueve a su alrededor"; tenían ropa limpia que se les proporcionó tras su rescate y llevaban en bolsas de plástico los pocos enseres que pudieron salvar.

Los náufragos se quejaron del abandono por parte de los altos mandos de la tripulación, que no ayudaron en las tareas de evacuación, mientras que fue el resto del personal, camareros, cocineros, o las asistentes de la guardería quienes ayudaron e intentaron tranquilizar a los pasajeros.

El momento más dramático fue cuando se fue la luz, porque cundió el pánico, y aunque los altavoces continuaban diciendo que no pasaba nada, nadie se lo creía", pues el barco empezaba a inclinarse y se propagó el "salvase quien pueda", comenta Rosa, de Barcelona.

Sobre todo, no comprenden por qué les engañaron "y continuaban diciendo que no pasaba nada, que era un problema de un motor", afirma Rosa María Codina, de Mataró.

María del Mar Cubillo, de Barcelona, contaba lo sucedido como una pesadilla que duró más de seis horas, pues en el caos perdió de vista a sus suegros y a su marido que llevaba a uno de sus hijos.

"Sé que ya se ha dicho mil veces que fue como el Titanic, pero así fue. Con la diferencia que aquí no se respetó lo de las mujeres y los niños primero o lo del capitán que abandona el último la nave. Yo fui de las últimas y allí no había ya miembros de la tripulación", lamentaba María del Mar.

"No había nadie que nos ayudase, nadie que nos dijese nada o que nos indicase qué hacer. Incluso no nos dejaron salir del comedor. No había nadie del mando que nos ayudase, eran los pobres camareros los que nos socorrían evitando que nos cayésemos, pues el barco se inclinaba con rapidez", explica José Soler. Relató que se dieron cuenta de que "el barco se hundía, porque entraba agua por todos los lados", sin que nadie les avisase. Las lágrimas de la pareja se mezclan con la rabia porque "allí, no funcionaba nada" y explican como la lancha hinchable que lanzaron al mar no se abrió y las de salvamento no conseguían bajar, pues el crucero estaba demasiado inclinado, y, sobre todo, nadie les prestaba ayuda. "Solo espero que quien sea el responsable de todo esto lo pague, porque han sido los peores momentos de mi vida", añadió José.

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