Jazz

Celebrando la memoria

  • El excelente nuevo disco de la norteamericana Cécile McLorin Salvant lidera una generación de mujeres que engrandecen el rol de la voz jazzística

Cécile McLorin Salvant.

Cécile McLorin Salvant. / Shawn Michael Jones

Las nuevas voces femeninas del jazz cantan alto y claro. Y el territorio vocal se beneficia de ello gracias a una renovadora generación de cantantes dispuestas y dotadas para hacerlo progresar sin desligarse de su esencia. Y no hablamos solo de cualidades vocales más o menos brillantes sino de nociones que oxigenan con sus  ideas un espacio de creación fomentado por una perfectamente gestionada pluralidad. Veronica Swift, Charenee Wade o Jazzmeia Horn son algunos nombres que ejemplifican este dulce estado de la voz femenina pero ninguno como Cécile McLorin Salvant para simbolizarlo de forma dominante.

Propietaria de un espléndido recorrido iniciado de la mano de su profesor en Francia Jean-François Bonnel, fue su álbum WomanChild (2013) el que la situó en el punto de mira de público y crítica, hasta el punto de ser señalada entonces por la publicación DownBeat como mejor cantante, en las categorías de artista consagrada y estrella emergente. Ahora, en 2022, la cantante, pianista y compositora nacida en 1989 en Miami, Florida, vuelve a exigir espacio en sus reputadas páginas pero ocupando con pleno derecho la portada de su número del pasado mes de marzo gracias a la edición de su quinto disco como líder, el prodigioso Ghost Song (Nonesuch Records / Warner Music Group; 2022), su debut en la etiqueta creada en 1964 por Jac Holzman. Entre ambos trabajos queda para la posteridad una lustrosa crónica ligada al sello Mack Avenue Records plasmada en álbumes sin desperdicio como From One To Love (2015), Dreams and Daggers (2017) o The Window (2018) que documentan tanto su evolución como su dimensión como cantante y compositora, reconocido recientemente con una beca MacArthur Genius y la nominación como Doris Duke Artist por la fundación de análogo nombre. Suma y sigue ya que en 2010 Salvant había conquistado, a sus 20 años, el ilustre Thelonious Monk International Jazz Competition en su categoría vocal.

Cécile McLorin Salvant. Cécile McLorin Salvant.

Cécile McLorin Salvant. / Shawn Michael Jones

Si algo define el mundo de Cécile McLorin Salvant es su respetuoso manejo del canon vocal femenino jazzístico para expandirse en un eclecticismo estilístico plagado de trampas pero que ella gestiona de forma admirable. Y en ello tiene mucho que decir su educación, con padre haitiano y madre francesa. Alimentada por sus lecturas de Marcel Proust, Emily Brontë o Alejandro Dumas, la cantante reflexionó durante la pandemia sobre la relevancia del recuerdo y la fugacidad del presente a la hora de construir estas Ghost Song donde los fantasmas se equiparan a la memoria en una esfera de celebración y danza. Kate BushWuthering Heights–, la tradición gaélica a capela –Unquiet Grave–, The World Is Mean de The Threepenny Opera (Die Dreigroschenoper; 1928) de Kurt Weill y Bertolt Brecht o el amistoso encuentro entre la película The Wizard of Oz (1939) con Optimistic Voices y el cantante Gregory Porter y su No Love Dying pasan por el tamiz de una autora que los mima y reinterpreta desde su propia disposición. Su partitura no le va a la zaga y Dead Poplar ilustra una dolorosa carta del fotógrafo Alfred Stieglitz a su esposa, la pintora Georgia O’Keefe, mientras que I Lost My Mind muestra un sorprendente dueto entre voz y piano de Salvant y el órgano de tubos a cargo de Aaron Diehl registrado en una iglesia de Manhattan. El blues no falta en esta cita e impulsa la canción que bautiza el álbum, rematada por la aportación del infantil Brooklyn Youth Chorus a la vez que el piano de Sullivan Fortner secunda a su brillante y seductora voz en un Until que va creciendo hasta impregnarse de una veta latina, nutrida tímbricamente por la flauta de Alexa Tarantino, el banjo de James Chirillo y la percusión de Keita Ogawa.

Lo que en otras manos podría sonar a borroso batiburrillo pasa a convertirse en las de Salvant en un fascinante caleidoscopio, concebido a la vez como obra ambiciosa, compacta e integral, inteligente en su planteamiento, dúctil en su tratamiento y emocional en sus resultados. Ni más ni menos que uno de los discos de la temporada jazzística.  

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios