Zanovana: un asentamiento romano en La Línea (I)
Instituto de Estudios Campogibraltareños
La zona de Los Portichuelos acoge vestigios de un asentamiento romano que hasta la fecha sólo se ha estudiado a tenor de las evidencias superficiales
El poblado tendría una extensión de unas 350 hectáreas
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Teníamos conocimiento de la posible existencia de un asentamiento de época romana en el término municipal de La Línea desde finales de los años ochenta del siglo pasado, cuando fueron localizados algunos fragmentos de cerámica romana dispersos en las márgenes de un antiguo camino empedrado todavía observable en la zona de Los Portichuelos. En aquel momento no fue posible confirmar su existencia y nos decantamos por relacionar aquellos primeros vestigios con el citado camino, considerándolos una consecuencia del trasiego de mercancías.
En 2020, retomamos nuestra investigación realizando un trabajo de campo en el que de nuevo se rastreó la zona donde fueron hallados los fragmentos, ampliándose su perímetro en sucesivas visitas. Las expectativas de la investigación se vieron cubiertas al llegar a una pequeña loma en la que fueron localizados unos restos de muros. En estos aparecían integradas numerosas piedras canteadas, incluso sillares; en definitiva, material reutilizado procedente de otras edificaciones más antiguas. Incluso se localizaron restos de una construcción donde se aprecian algunos sillares, creemos que en su disposición original. En la parte alta de esta loma aparecía un número importante de muros de cierta potencia y la cimentación de varios habitáculos que sugieren una zona residencial habitada de forma continua hasta tiempos muy recientes. En un espacio colindante son visibles algunos muretes construidos en piedra seca y bancadas aterrazadas para el cultivo, que, en una primera valoración, hemos querido relacionar con la posible presencia de viñedos.
A cierta distancia y en otra loma aparecían en superficie, sobre un espacio considerable, una cantidad importante de fragmentos de cerámica, concretamente de trozos de tegulae, inconfundiblemente de época romana, ladrillos y cerámica industrial realizada a torno lento.
Además, en visitas posteriores fueron localizados otros fragmentos de cerámica pertenecientes a contenedores (dolios y ánforas), apareciendo de éstas sus característicos conos y algunas asas.
Tales fragmentos nos indicaron con claridad la existencia de una explotación industrial, a la vez que confirmaban el hallazgo de un asentamiento relevante de época romana, con unos espacios bien definidos. Hablamos de una zona que comprende, en el menor de los casos, unas 350 hectáreas de extensión y en la que se localizan, además del citado, algunos otros puntos de interés arqueológico. En consecuencia, hemos de considerar Los Portichuelos como un yacimiento de grandes dimensiones dotado de un prometedor potencial arqueológico.
Pautas en la investigación
El hallazgo y localización del asentamiento fue puesto en conocimiento de la Delegación Provincial de Cádiz de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en noviembre de 2020 por parte del taller de Historia que coordinamos en el Ateneo de la Bahía y nos encontramos a la espera de un pronunciamiento de los organismos citados.
Se han tomado como principales referencias para esta investigación patrones procedentes de, entre otros lugares, Carteia, Traducta y zonas de su influencia, como Villa Victoria, Ringo Rango o Getares, cotejando, siempre en superficie, el material existente en Zanovana con el ya estudiado en estos lugares.
Propusimos que este asentamiento fuese denominado Zanovana, topónimo que identifica desde antiguo su área de emplazamiento, y, a efectos de estudio, convinimos dividirlo en cuatro zonas del interior, junto a dos espacios que existen en el litoral. Uno prospectado por un equipo del departamento de Prehistoria de la Universidad de Cádiz, encabezado por el profesor Castañeda. El otro, al que venimos denominando La Almadraba, actualmente en estudio por nuestra parte, y en el que, desgraciadamente, fue demolida el pasado 29 de noviembre de 2022 una edificación que constituía una importante fuente de información.
Descripción
Zanovana podría albergar una villa romana, pero no lo sabemos con certeza porque la arqueología todavía no se ha pronunciado, si bien está confirmada la naturaleza romana de los vestigios localizados. Hasta ahora, la zona más interesante, donde aparece mayor cantidad de material cerámico, es la que hemos denominado Zanovana II, correspondiente con casi absoluta certeza a una zona industrial que situamos a unos 500 metros de la zona residencial (Zanovana I). El material disperso en superficie está compuesto, en su mayor parte, por fragmentos de contenedores y también de algunos pequeños trozos de cerámica terra sigillata. Para esta zona podemos barajar varias hipótesis: en principio supusimos la existencia de una posible necrópolis, debido al número de tegulae aparecidas, pero posteriormente nos decantamos por una fliginae, es decir, un taller alfarero de los que tantos abundaron en el arco de la Bahía y que en el caso de Zanovana asociamos a la explotación de recursos en esta propiedad. Estos restos, unidos a las referidas tegulae y los conocidos pedalis, aparecen en una zona abundante en barro y muy rica en agua.
De hecho, un pequeño riachuelo atraviesa este espacio antes de desaguar en el arroyo de la Almadraba.
A cierta distancia, en otra suave loma, se pueden apreciar terrazas para el cultivo y varios puntos de captación de agua que facilitarían el riego. Por las características observadas, esta loma fue dividida en espacios rectangulares resguardados de los vientos. También se observa que con posterioridad este espacio fue empleado para la estabulación de ganado. Sin abandonar esta loma y en dirección al mar, se encuentra lo que consideramos la zona residencial del asentamiento, en la que todavía son visibles las cimentaciones de una serie de construcciones con trozos de suelo enlosados. También aquí han aparecido algunos fragmentos de tegulae.
En la otra vertiente de esta misma loma aparece una considerable extensión de tierra excelente para el cultivo, aproximadamente unas 100 hectáreas, delimitadas por el arroyo del Higuerón, y en la que también aparece una cortijada, lugar que continúa habitado en la actualidad. Es una zona muy rica en agua, pues además del arroyo citado, cuenta con varios pozos. Este lugar ha sido cultivado durante años.
A unos 800 metros y en dirección hacia la carretera comarcal 383, conjeturamos la existencia de una pequeña necrópolis. Un posible horno de grandes dimensiones y un testar enclavado a poca distancia, son hallazgos recientes y apenas estudiados.
Almadrabas
La amplia zona descrita está relacionada con la costa, a pesar de la importante distancia que la separa, porque todas las pesquisas nos llevan a establecer la existencia de al menos dos almadrabas, conectadas con el asentamiento por un camino de herradura. Este camino, al llegar a la línea de costa enlazaba con el ramal de una calzada romana de la que más adelante nos ocuparemos.
Una de las almadrabas la situamos en La Hacienda, hoy desaparecida en su totalidad, y otra junto a las antiguas casas de Tabacalera, donde es fácil encontrar fragmentos de cerámica de variada tipología y trozos de opus signinum, además de restos de lo que parece ser fue un horno, que por su factura podemos atribuir a época medieval. La localización de opus signinum en esta zona es muy significativa puesto que nos pone sobre la pista de la posible existencia de piletas para salazones -acaso bajo las estructuras recientemente demolidas-, de las que suelen aparecer en factorías de la costa. Los materiales para la elaboración de este opus signinum abundan en Los Portichuelos, donde son visibles viejas canteras de caliza, caleras y barrizales.
En ambos lugares aparecen unas pequeñas ensenadas “fosilizadas”, de perfiles apreciables todavía cuando azotan los temporales de levante, que en parte fueron ocupados por salinas hoy desaparecidas.
Además del camino de herradura que conecta el asentamiento de Zanovana con las almadrabas, existe otro de mayor anchura, con empedrado aún perceptible en algunos tramos y que, por apenas presentar desniveles, alarga bastante su recorrido. Parte desde el litoral, justo donde desemboca el arroyo de La Almadraba, y atraviesa toda la zona de Los Portichuelos en dirección a la comarcal 383, a la que accede a la altura del cortijo de Valdelobillos. Este camino nos marca la existencia de una actividad económica importante y fue en sus inmediaciones donde localizamos el primer fragmento de cerámica romana, un cono de ánfora. Desde Valdelobillos, y aunque todavía no ha sido identificado, debió de partir un tramo que ya conectaría directamente con la calzada principal Malaca-Gades y desde la que se accedía a Carteia, entonces la gran metrópoli de esta zona.
En suma, hemos de contemplar todo lo expuesto como evidencia de un importante complejo dotado de una zona residencial; una industrial; una agrícola, donde aparecen terrazas, bancadas para el cultivo y unas pendientes para facilitar el riego, con puntos para la captación de agua y al menos un azud y un sistema de canalizaciones; otra zona más retirada ocupada por una presunta necrópolis y los dos enclaves pesqueros de La Hacienda y La Almadraba. Para nosotros, esto es Zanovana.
Artículo publicado en el número 59 de Almoraima, revista de estudios campogibraltareños
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