CLXXV Aniversario de la Fundación de la Guardia Civil (1844-2019)

La Guardia Civil en La Línea (XIII)

  • El coronel Jesús Núñez repasa los 175 años ininterrumpidos de presencia en la ciudad

  • Esta entrega está dedicada a los cuadros de mando durante la Segunda República

El teniente García-Castrillón (1932-1936)

El teniente García-Castrillón (1932-1936)

Cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República, la Guardia Civil del Campo de Gibraltar estaba constituida por una compañía mandada por el capitán José Calero Cuenca, cuya cabecera estaba ubicada desde 1862 en Algeciras.

Dicha unidad estaba encuadrada en la Comandancia de Cádiz, a cuyo frente estaba el teniente coronel Joaquín Fernández Trujillo, con residencia en la capital. Se trataba de la 8ª Compañía del 16º Tercio, cuya jefatura estaba ostentada desde Málaga por el coronel Federico Ramírez Orchells, y del que dependían a su vez las comandancias gaditana y malagueña.

El despliegue territorial de la Benemérita en el Campo de Gibraltar estaba articulado en esa histórica fecha sobre tres líneas subordinadas a la compañía algecireña. La de La Línea de la Concepción, mandada por el teniente José Machuca Báez y formada por los puestos de la residencia, La Atunara, Campamento y San Roque. La de Tarifa, liderada por el teniente Alberto Tierno Ortega e integrada por los puestos de la residencia, Facinas, Los Barrios y Algeciras. Y la de Jimena de la Frontera, al frente del teniente Juan Sánchez Díaz, compuesta por los puestos de la residencia, Buceite, Tesorillo y Almoraima, este último con fuerza del escuadrón de caballería de Jerez de la Frontera.

Los problemas de acuartelamiento y plantilla de las dos casas-cuarteles de la Guardia Civil ubicadas en La Línea de la Concepción tampoco mejoraron con la llegada del régimen republicano. Siguió habiendo buena voluntad en los diferentes ministros de la Gobernación y sucesivos alcaldes de la ciudad, pero ni unos ni otros fueron tampoco capaces de resolverlos en aquello que era materia de su competencia.

A ello se añadió el constante deterioro del orden público que también se vivió en La Línea como consecuencia de la conflictividad política y social de la época que se padeció, no sólo en el Campo de Gibraltar sino en toda la provincia y el resto de España.

Siendo director general de la Guardia Civil el general de división Miguel Cabanellas Ferrer, al habérsele solicitado “por varios conductos”, requirió el 13 de abril de 1932 un informe al mentado teniente coronel Fernández, sobre la posibilidad de aumentar el puesto de La Línea en cinco guardias civiles de caballería con sus correspondientes caballos. También interesó condiciones de acuartelamiento y si era conveniente disminuirlos de Jerez, “ya que a esta población se le asigna un considerable refuerzo al crearse el 28º Tercio”.

A este respecto hay que recordar que el aumento de fuerza montada en La Línea venía siendo una asignatura pendiente desde que en 1924 el delegado regio para la represión del contrabando y defraudación solicitara un incremento de veinticinco efectivos más de caballería. Su finalidad principal era dedicarlos al mantenimiento del orden público entre los trabajadores españoles que regresaban diariamente de la colonia británica de Gibraltar.

El 25 de abril de 1932 el jefe de la comandancia informó que en la casa-cuartel de la calle Jardines era posible alojarlos, “siempre que dichos individuos sean solteros, con el debido desahogo, seguridad e higiene”. Ofreció hasta seis guardias, trasladando a cuatro que había de dicha condición en el puesto de Jerez y los otros dos de diferentes puestos. Cinco días después el general Cabanellas ordenó que se destinase al puesto de La Línea a cinco de ellos, incorporándose el 22 de mayo siguiente.

El capitán jefe de la 8ª Compañía era ya Miguel Romero Macías, natural de Los Barrios e hijo del Cuerpo, que se había incorporado el 7 de marzo anterior, procedente de la Comandancia de Granada. Como jefe de La Línea continuaba el teniente Machuca. Su unidad seguía compuesta por los puestos de la residencia, mandado por el sargento Fernando Pérez Díaz, La Atunara por el cabo Calixto Sanz López, San Roque por el suboficial Jesús Mulero Pallarés, y Campamento por el sargento José Milán López, todos ellos de infantería. El más caracterizado de caballería, que también estaba integrado en el puesto de La Línea era el cabo Manuel Osado Labrador.

Los únicos de ellos que permanecieron durante todo el periodo republicano en la localidad fueron los cabos Sanz y Osado. Eran más habituales los cambios de destino en los jefes de línea y comandantes de puesto que en los cabos y guardias.

De hecho, con motivo de pasar el teniente Machuca a retiro por cumplir la edad reglamentaria, ocupó su vacante el 12 de septiembre de 1932, Cayetano García-Castrillón del Castillo, tras mandar brevemente la de Jimena de la Frontera. Nacido en Valencia, hijo de un veterinario militar, y casado con Manuela de la Rosa Méndez, había ingresado en la Guardia Civil en marzo anterior procedente del Regimiento de Infantería nº 27, de guarnición en Cádiz. Tuvo al menos dos hijos, Alfredo y Cayetano, llegando a ser este último un prestigioso psiquiatra infantil, autor de una decena de manuales de orientación para padres y profesionales. Permaneció en La Línea de la Concepción hasta fin de abril de 1936, pasando destinado a la Comandancia de Marruecos para mandar la línea de Targuist.

El cabo Sanz se mantuvo al frente del puesto de La Atunara desde el 12 de enero de 1931, procedente de la Comandancia de Huelva, hasta el 10 de mayo de 1938, que tras ascender a sargento, fue destinado como comandante de puesto al de Buceite, sito en la barriada de San Pablo, en Jimena de la Frontera. Nacido en Algeciras e hijo de paisano, estaba casado con Josefa Barranco Jiménez, pero cuando llevaba casi cinco años en La Línea enviudó, quedando huérfanas de madre las niñas Ana y María. Pocos meses antes de ascender volvió a contraer matrimonio, esta vez con María Catalina Barranco Rodríguez, natural de Jimena y vecina de La Línea, con quien ya no tuvo descendencia.

El cabo Osado se había incorporado al puesto de La Línea el 16 de diciembre de 1931, procedente del de San José del Valle, haciéndose cargo de la fuerza de caballería. Nacido en la localidad cacereña de Membrío, donde su padre era guardia civil, estaba casado con Natividad Lucena Medina y tuvo cuatro hijos llamados Javiera, Rafael, Manuela y Juan, este último nacido en La Línea a finales de 1936. Fue uno de los guardias civiles que bajo el mando del teniente García-Castrillón, acudió desde La Línea el 11 de enero de 1933 en auxilio de la casa-cuartel de Casas Viejas cuando fue atacada por los anarquistas, habiendo sido condecorado con la cruz de plata del mérito militar con distintivo rojo. El 20 de junio de 1937, tras su ascenso a sargento, regresó a San José del Valle como comandante de puesto.

Al finalizar la primavera de 1936 las plantillas de personal de ambos puestos continuaban siendo insuficientes para asumir todas las funciones de orden público encomendadas a la Guardia Civil en una población de casi 70.000 habitantes, vecina además de una colonia extranjera.

La otra gran asignatura pendiente era el penoso estado de sus dos casas-cuarteles, sobre cuyas iniciativas y propuestas en el periodo republicano hablaremos próximamente.

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