La Línea

La Línea afronta el desembarco de 5.000 aficionados irlandeses

  • Eire se mide el 23 de marzo a Gibraltar en el Victoria Stadium, que solo tiene capacidad para 2.300 espectadores

Aficionados de Irlanda, en un partido disputado en Georgia en 2017

Aficionados de Irlanda, en un partido disputado en Georgia en 2017 / ZURAB KURTSIKIDZE / Efe

La Línea se prepara para recibir a unos 5.000 aficionados irlandeses el sábado 23 de marzo con motivo del partido que la selección de fútbol de Eire disputará con Gibraltar en el Victoria Stadium correspondiente a la fase de clasificación para la Eurocopa de 2020. La última vez que ambos combinados se vieron las caras con los yanitos como anfitriones fue en septiembre de 2015 en Faro (Portugal), donde se dieron cita más de 5.000 personas, la mayoría irlandeses, de ahí que se estime que se repita esta asistencia.

El problema estriba en la capacidad del Victoria Stadium, que puede acoger hasta 2.300 espectadores. Para la afición visitante hay un número muy limitado de entradas (unas 800), por lo que el Ayuntamiento de La Línea esté barajando la posibilidad de habilitar una fan zone para que los aficionados irlandeses puedan ver el partido en una pantalla gigante.

Las previsiones apuntan a que los irlandeses se quedarán en La Línea porque el precio de la comida y la bebida es menor que en Gibraltar. Por ello, el Ayuntamiento ya se ha puesto en contacto con los responsables de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado para prevenir una llegada masiva de personas.

Pero a pesar de esta previsión, los linenses pueden estar tranquilos porque se trata de una de las hinchadas más modélicas de Europa. En la Eurocopa de 2016, el último gran torneo que disputó Eire, su comportamiento fue elogiado por algunos gestos de civismo. Uno de ellos fue la limpieza de la plaza parisina donde estaban haciendo botellón con un cántico motivador: “Limpia, limpia, por los chicos de verde”.

En su paso por Burdeos dejaron la imagen más tierna de la competición: un grupo de aficionados entró cantando en un tranvía y, al percatarse de que en el vagón había un padre con un bebé, cambiaron sus cánticos de guerra por una plácida nana. En otro gesto que se recuerda de esa cita, cuando la marea verde abolló accidentalmente un coche aparcado en la calle, una decena de aficionados introdujo billetes entre la puerta y la ventanilla del coche para que el dueño pudiera pagar la reparación al recuperar su vehículo.

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