FERIA TAURINA DE LA LÍNEA 2023

Roca Rey se venga en La Línea de las caducas figuras del toreo

Escalofriante pase cambiado por la espalda de Andrés Roca Rey ante el sexto.

Escalofriante pase cambiado por la espalda de Andrés Roca Rey ante el sexto. / Erasmo Fenoy

Las viviendas que rodean a la plaza de toros del Arenal tienen una planta; dos a lo sumo. Si desparramas la vista, casi todo las supera en altura: los árboles, las farolas, los postes de la luz y, por supuesto, también el coso linense, que suma 140 años de historia. En el resto de las ciudades ocurre lo contrario: los bloques de pisos han engullido a los edificios taurinos, que sobreviven encajados en las manzanas de edificios.

Los aledaños del Arenal están en obras, con las aceras completamente levantadas. La Línea amable es como han llamado al proyecto de peatonalizar el barrio. Una nube de polvo y tierra te abofetea antes de entrar en la plaza. En algunos accesos, han colocado unos pequeños felpudos, como ocurre en tantas casas, para que uno se sacuda los zapatos antes de entrar. Si uno se fija bien, esas alfombras verdes son viejos trozos de césped artificial de algún campo de fútbol. Incluso conservan, pintadas en blanco, las rayas de la banda, el semicírculo del área y demás.

Cinco minutos antes de empezar la corrida, un paisano dio la vuelta al ruedo con una pizarra, un pizarrín más bien, cargado al hombro. "Se guardará un minuto de silencio por el banderillero…", resultaba imposible leer el nombre: las manos del portador lo tapaban accidentalmente. El homenajeado era Andrés Marín Collado, rehiletero de la tierra que falleció el pasado mes de mayo.

El Juli y Talavante hicieron el paseíllo desmonterados: debutaban este jueves en La Línea. ¡Mira qué habrá pisado plazas Juli en sus 25 años de alternativa! Ésa es la cruz del madrileño: que es tan buen torero, tan capaz, tan sobrado en todo, que lo ves en una feria de tercera categoría y se te cae el alma a los pies. Con su primero de Torrealta, un dulce de lo franco y noble que embestía, al diestro, mientras toreaba, sólo le faltó hacer encaje de bolillos con la mano que le quedaba libre. Le cortó dos orejas porque el animalito no tenía más.

El Juli, Talavante y Roca Rey, a hombros, tras faenas de distinto peso. El Juli, Talavante y Roca Rey, a hombros, tras faenas de distinto peso.

El Juli, Talavante y Roca Rey, a hombros, tras faenas de distinto peso. / Erasmo Fenoy

La corrida sin peso

"O ese bicho es muy chico o nos hemos sentado demasiado arriba", "Es una novilladita" o "Tengo amigos más gordos que ese toro", eran algunos de los comentarios de los aficionados del Arenal conforme iban abriendo la puerta de toriles. Lo sorprendente es que resultó imposible saber el peso de los ejemplares de Torrealta. Ni en los datos aportados a través de las redes sociales por la empresa de Curro Duarte (que, por segundo año consecutivo, sigue sin sacar tablilla y sin repartir programas de mano) ni por la cuenta de la ganadería, aparecían los kilos.

Ciertamente, el reglamento de espectáculos taurinos no exige que las plazas de tercera categoría tengan báscula, aunque sí se habla del peso en canal. En cualquier caso, roza el fraude que tres figuras del toreo se anuncien con una corrida de una presentación tan pobre que ni se atreven a publicar su peso.

Con el segundo de la tarde, Talavante toreó tan cómodo como si estuviera en un tentadero, entre la misma polvareda, o incluso más, de la que se forma en una plaza de tientas. Hay que regar el ruedo, empresario. El de Torrealta perseguía la muleta incansable. El espada paseó una oreja porque el animal perdió las manos justo en el momento de entrar a matar.

Brindis de Roca Rey a Talavante en La Línea. Brindis de Roca Rey a Talavante en La Línea.

Brindis de Roca Rey a Talavante en La Línea. / Erasmo Fenoy

La venganza de Roca Rey

En una reciente entrevista realizada a Alejandro Talavante en un programa radiofónico, el extremeño dijo que torear con Roca Rey le resultaba "indiferente". El peruano no ha dejado pasar el desaire y, con enorme torería, brindó su primer toro en La Línea a Talavante. A pesar de su juventud, Roca Rey no está dispuesto a soportar desprecios porque sabe que su inquebrantable valor le permite cerrarle la boca a medio escalafón. 

Y así fue: el inicio de faena de rodillas y un pase escalofriante para sacarse el toro por la espalda sepultaron a Talavante en opinión del público linense. "Esto hay que pagarlo", sentenció el tendido de sombra. Las dos orejas cayeron, en tromba, del palquillo presidencial.

Aunque testigo del duelo, Juli cogió el guante arrojado por Roca Rey y brindó la faena del cuarto al púbico. Un trasteo pulcro y correcto que mañana se habrá olvidado. El efecto del peruano espoleó igualmente a Talavante con el quinto, pero el novillo-toro que también brindó al respetable, estaba justo de fuerzas y permitió escaso lucimiento. A pesar de ello, La Línea está de fiesta y el extremeño cortó una oreja que le permitió salir en hombros.

Roca Rey con la ganadera de Torrealta, Pilar Prado. Roca Rey con la ganadera de Torrealta, Pilar Prado.

Roca Rey con la ganadera de Torrealta, Pilar Prado. / Erasmo Fenoy

El indulto y el de bombo

Para saldar el lance de honor, Roca Rey enjaretó al sexto bajando la mano, con poderío y mando. De nuevo, se jugó el pellejo cambiándole el viaje al toro en varias ocasiones. El animal, llamado Esloveno, había salido de toriles derrengado de los cuartos traseros. Se vino arriba en el último tercio, o por lo menos, lo soportó. Al igual que el resto de la corrida, mostró nobleza y se movió con alegría. El peruano quería fiesta y la encontró con Esloveno. Lo inconcebible fue que el público pidiera el indulto para el ejemplar de Torrealta y que la presidencia lo concediera.

Esta Fiesta, poco a poco, va perdiendo el norte. Si Roca Rey, que ahora tiene 26 años, puede cumplir un cuarto de siglo de alternativa, igual que ha hecho El Juli, será un milagro.

Para el festejo de mañana, el músico del bombo debería tomárselo con más calma. Ha pasado la corrida golpeando su instrumento de forma frenética y los pasodobles han sonado a una velocidad jamás escuchada. En general, habría que recuperar la mesura.

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