La Línea

El sueño de Óscar Marín de alimentar a personas sin recursos

  • Este carnicero de La Línea pide apoyo para poder seguir dando de comer cada domingo a cientos de personas

  • "Hace cuatro años Dios me visitó en sueños y me pidió que mirase por los más necesitados", dice

Óscar Martín, durante su jornada benéfica dominical

Óscar Martín, durante su jornada benéfica dominical / Jorge del Águila

Fernando arrastra un carrito del Pryca (literal) en el que viajan todas sus pertenencias. Sobresale una maleta desvencijada que, seguro, esconderá parte de una triste historia a la que casi nadie presta importancia. “Dame otra hamburguesa anda, que llevo dos días sin comer”. “Otra hamburguesa para nuestro cliente favorito”, responde Óscar Marín, con una sonrisa, mientras su esposa, Rocío, extiende el bocadillo. Fernando observa con desconfianza a los mirones, a los que tienen toda la pinta de no pertenecer a ese hábitat tan particular que se ha generado cada domingo en torno al antiguo hospital de La Línea, en San Bernardo.

Junto a Fernando se sienta Paqui, que recuerda entre dientes que ha vivido tiempos mejores. Lo hace para aferrarse como otras decenas de linenses a la caridad extrema de un carnicero convertido a discípulo de Cristo, que se encarga de dar de comer a más de 250 personas vulnerables que sobreviven como pueden en las calles de la ciudad.

Óscar Marín es propietario de la carnicería Alonso Quero, en la calle Padre Pandelo, muy cerquita del Bar Stop. Según narra este benefactor, una noche, hace ya cuatro años recibió en sueños la visita del mismísimo Jesús, que le pidió que “mirase por el prójimo y atendiese a los más necesitados”.

“Desde el día siguiente, como gracias a Dios tenía los medios para poderlo hacer, cogí mi cocina portátil, me fui buscando por las calles y empecé a proporcionarle algo caliente para comer, ropa, mantas... a los sintecho. Atendía por entonces entre sesenta y ochenta”, recuerda.

“Yo tuve el sueño que tuve, a mí me gusta escuchar la palabra de Dios, pero lo mismo puedo ir a una iglesia católica, que a una evangélica, que musulmana... cada uno tiene sus ideas, sus costumbres y yo las respeto a todas”, recalca. “Lo que intento es seguir la palabra de Dios y sobre todo hacer el bien al prójimo”, insiste.

“De repente llegó la pandemia y todo se hizo muy duro”, explica. “Había muchísimas personas que nunca habían pensado que se verían en esa situación, pasándolo muy mal, y fue entonces cuando decidí dar un paso adelante y tratar de darle de comer a todas las familias que lo necesitasen. Y así seguimos, proporcionándoles cada domingo hamburguesas, refresco y un caldito a todo el que llega, sin hacer preguntas”.

Las ayudas, tanto públicas como privadas, escasean para esta obra benéfica que no cuenta con la publicidad de otras más estructuradas. Óscar Martín apenas cuenta una hucha colocada en su carnicería, en la que sus clientes dejan sus donaciones, y un Bizum en el teléfono 679 09 72 30 al que no todos los días llegan aportaciones. Muy de cuando en cuando, como sucedió recientemente con el colectivo Balonos por el Mundo, llega una inesperada donación.

Así las cosas, la economía de este modesto empresario, que tiene que hacer frente a la notable subida de los gastos de su negocio y mantener una casa con tres hijas, se ve incapaz ya de soportar la sangría que supone cada fin de semana esta donación, que se va a en torno a los 500 euros. “Dios siempre me abre puertas y vamos encontrando soluciones, pero cada vez es más difícil”, desliza.

El aumento de personas que se acercan al carromato que sitúa junto al antiguo hospital y el convencimiento de que ya se siente superado le han llevado a llamar a rebato al pueblo de La Línea a través de sus redes sociales.

Llamada de socorro

“Hago un llamamiento, ya que cada vez me estoy viendo más superado y el presupuesto no me alcanza para poder ayudar a cientos de personas y familias, cada vez más con niños y ancianos a su cargo, con pocos recursos que se acercan domingo tras domingo a por algo de comida caliente”, explica Óscar Marín. “Es duro este sendero y en este momento estoy un poco apagado, ya que me estoy viendo superado por eso pido la colaboración del pueblo y pueblos de alrededores”.

Este bienhechor solicita que le sean aportados refrescos (preferentemente botellas de dos litros), bolsas de bollo de hamburguesas, lomo adobado, tortillas de patatas, bolsas de patatas fritas congeladas, mayonesa, servilletas, kétchup, aceite, que serán almacenados en su negocio y por los que, garantiza “cientos de personas quedarán agradecidos”.

“Yo no me puedo quejar, es algo que hago porque quiero y sé que la economía está muy mala, que hay muchas familias que no llegan a final de mes y que no pueden”, desliza.

Al margen de mantener alimentados a los más necesitados de la ciudad, Óscar Marín tiene el sueño de proporcionar juguetes a los niños de La Línea cuyos padres no pueden comprarlos de cara a la inminente festividad de los Reyes Magos. Para eso confía en que el Ayuntamiento repita la donación anual de 500 euros. “Mi idea es invertir en balones de todo tipo, para que los niños se animen a hacer deporte, porque ahora solo están sentados con teléfonos, vídeoconsolas...”

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