'La Marina' recibe la Medalla al Mérito por su trayectoria y prestigio
Francisco Caparrós, gerente del restaurante y tercera generación, recoge la distinción que entrega a su madre durante el pleno · Recuerda que fue su abuelo el que trajo las sardinas al espeto a La Línea
El restaurante La Marina y la familia Caparrós recibieron ayer la Medalla al Mérito de la Ciudad de manos de la Corporación municipal, distintivo que contó con el apoyo de todos los grupos municipales.
El alcalde, Juan Carlos Juárez, le entregó la medalla a Francisco Caparrós, actual gerente del restaurante y tercera generación de la familia al frente de La Marina, entre los aplausos de los asistentes al pleno, que no dudaron en ponerse en pie.
Caparrós quiso agradecer "al pueblo de La Línea y a la Corporación" esta distinción. También tuvo palabras de agradecimiento para los trabajadores que a lo largo de los años han pasado por el restaurante, "algunos de los cuales están en los mejores hoteles y de la Costa del Sol".
Recordó que fue su abuelo, también llamado Francisco y de Marbella, el que trajo en la década de los 30 "la costumbre malagueña de las sardinas al espeto" que cocinaba "en su propia barca. Seis décadas después seguimos fieles a este rito con un pescador y una barca, sin más condimento que la sal marina", afirmaba Caparrós, que explicaba que este plato es "la estrella del alma".
El gerente de La Marina realizó un recorrido por la historia del establecimiento y recordó que fue en los años 40 cuando se construyó un restaurante-vivienda donde Francisco Caparrós y sus hermanos crecieron. Fue en esa época cuando "se consolidó el primer restaurante estival de La Atunara, que consiguió integrar a la barriada en el resto de la ciudad". A finales de los 50 y en la década de los 60, La Marina viviría un periodo de esplendor junto a La Línea "tradicional y cosmopolita que era el mayor núcleo comercial del Campo de Gibraltar y con una Feria conocido por todos como la Salvaora". Por las mesas de este célebre restaurante pasaron personalidades nacionales y extrajeras en una época en la que se estaba gestando lo que luego sería Marbella y Sotogrande.
El momento más emotivo del pleno tuvo lugar cuando Francisco Caparrós el entregó la medalla a su madre, presente en la sala, porque "ella era la primera en llegar y la última en irse" y porque aún ya retirada "dice que se aburre y que no puede estar fuera de la cocina". También tuvo bonitas palabras para su padre, al que reconoció la valentía de reformar el restaurante como se conoce ahora, "siempre en el mismo lugar" en los 70, una época difícil para el municipio "que fue víctima de la política de Estado" y que no dudó en enrolarse en buques mercantes cuando algunos inviernos "las cosas iban mal".
Para finalizar, Caparrós resaltó que las paredes de La Marina "resumen la historia de una barriada" y que su filosofía gastronómica se basa en "la tradición mediterránea local, refrescándola con las cocinas más avanzadas. Hemos recibido multitud de reconocimientos pero ninguno tan querido y sensible como este", apuntó.
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