Operación Fortín de la Guardia Civil

El negocio del narco se queda huérfano en La Línea tras la caída de Kiko El Fuerte

  • La detención y encarcelamiento de Manuel Antonio P. L. y de los hermanos Antonio y Francisco Tejón Carrasco, líderes de los Castañitas, deja por vez primera sin líderes claros en mucho tiempo el tráfico de hachís en la localidad

La Operación Fortín, desarrollada por la Guardia Civl

El apodo con que cuenta Manuel Antonio P. L. le viene como anillo al dedo: Kiko El Fuerte. Lo pudieron comprobar los agentes de la Guardia Civil que desde comienzos de este año seguían muy de cerca sus pasos, a la espera de reunir pruebas contundentes en su contra y de detener a toda su organización de una tacada. A Kiko El Fuerte, La Línea de la Concepción se le quedaba pequeña para sus aspiraciones de convertirse en el gran jefe de la droga y, además, en su pueblo sentía a diario en el cogote el aliento de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, concentradas en perseguir a los narcotraficantes por tierra, mar y aire en el Estrecho, en las aguas más cercanas a Marruecos.

Esa mañana, Kiko el Fuerte se encontraba con dos hombres bajo sus órdenes en un bar, sentados alrededor de una mesa. La Guardia Civil los observaba a distancia pero sin perderlos de vista. Kiko estaba más que enfadado y eso es motivo de preocupación. Con un estado físico imponente logrado a base de horas de levantar pesas en el gimnasio, la Benemérita tenía constancia de que a este personaje no le gusta andarse por las ramas, hasta el punto de calificarle como alguien “extremadamente violento” que presumía de su agresividad “tanto a nivel interno, como con otras organizaciones”.

Sin levantarse de la silla y sin hacer aparente esfuerzo, abofeteó a su subalterno en la cara con la mano abierta hasta casi tirarlo al suelo

Su intento de expandir el negocio por la extensa costa de Huelva, con sus numerosos recovecos, no iba como esperaba y sus órdenes, o así lo entendía él, no acababan de cumplirse conforme a lo previsto. El teórico responsable de aquel fracaso era uno de los hombres con los que estaba sentado. Este último, tras unos minutos de tensa conversación, apenas si tuvo tiempo de ver cómo su jefe, sin levantarse y sin hacer aparente esfuerzo, le golpeaba en la cara con la mano abierta hasta casi tirarlo al suelo, como si hubiera sido sacudido en el rostro con una losa de mármol.

Tardó largos segundos en recobrar el equilibrio en la silla, también medio caída, y algo de compostura. Antes de que pudiera caerle un nuevo tortazo se quiso marchar, pero el tercer hombre le retuvo para que aguantase el chaparrón. Afortunadamente para el agredido, las manos de Kiko no volvieron a cruzar el espacio que mediaba entre ambos.

Garrafas cargadas de combustible intervenidas en la operación. Garrafas cargadas de combustible intervenidas en la operación.

Garrafas cargadas de combustible intervenidas en la operación. / Guardia Civil

Manuel Antonio P. L., el nuevo hombre fuerte del narco en La Línea, no parecía tenerlas todas consigo. Antiguo discípulo de los Castañitas, se había hecho con buena parte del negocio en la localidad, controlando el tráfico de hachís en esa zona tras la detención de los hermanos Antonio y Francisco Tejón, junto con la mayoría de los lugartenientes de estos. No obstante, al tropiezo en Huelva se sumaba también el sufrido Conil y Vejer, donde la organización que le iba a prestar apoyo para abrirse mercado en esas costas fue también desmantelada por la Guardia Civil poco antes de que pudiera cerrar un acuerdo, según apuntan fuentes de la investigación.

Manuel Antonio P. L. es, sin embargo, un tipo listo al que toda medida de seguridad le parecía insuficiente para proteger su negocio. Y a fuerza que logró culminar con éxito algunos desembarcos de droga que, según los investigadores, le reportaron unos ingresos cuantiosos. Más de una de vez había abortado un alijo cuando las gomas cargadas con fardos estaban cerca de la playa ante la sospecha de que la Guardia Civil estuviera esperándole. Y en alguna ocasión jugó al gato y al ratón con las fuerzas del orden echando al agua embarcaciones vacías o situando simultáneamente a varias collas -grupos de personas encargadas de transportar la droga una vez llega a tierra- en diferentes puntos de la costa sin que hubiese previsto alijar esa noche.

Una de esas correrías por el agua tampoco terminó como Kiko El Fuerte esperaba. Una de sus gomas, pilotada por una de las estrellas fugaces del mundo del narco por su gran habilidad en el manejo de las semirrígidas y conocido como Polo, salió el pasado 2 de octubre con tres personas más a bordo desde Ceuta con un cargamento de hachís.

Localizada por la Guardia Civil y tras más de 48 horas en las que hizo varios amagos de alijar en la playa, el Servicio Marítimo del Cuerpo y el Servicio Aéreo persiguieron a la embarcación, obligando a los tripulantes a arrojar los fardos al mar. En una de sus maniobras durante la persecución, chocaron contra la embarcación más pequeña de la Benemérita, cuyos tres tripulantes cayeron al mar.

Tras continuar con su huida frente a las costas de Mijas (Málaga), los pilotos del helicóptero de la Guardia Civil convencieron a los narcos, no sin dificultad, para que regresasen y rescatasen a los tres guardias civiles para subirlos a bordo. En ese momento, se produjo la detención de Polo y sus tres acompañantes.

El golpe final

Armas intervenidas por la Guardia Civil en el operativo. Armas intervenidas por la Guardia Civil en el operativo.

Armas intervenidas por la Guardia Civil en el operativo. / Guardia Civil

El pasado 20 de noviembre se llevó a cabo la última fase de la operación Fortin con la detención de Kiko El Fuerte y otras 16 personas, además de practicarse trece registros a cargo de 150 agentes en las localidades de La Línea de la Concepción (en el Camino de Sobrevela), en Guadarranque (San Roque), Marbella y Estepona.

Aunque la investigación de su patrimonio continúa abierta por la Benemérita, la Guardia Civil ha dado por desarticulada la banda de Kiko El Fuerte. El balance, además de los 17 detenidos, fue la incautación de 3.500 kilogramos de hachís y la intervención de doce vehículos (incluidos todoterrenos, turismos y tres motocicletas) y cinco embarcaciones (tres motos de agua, una de recreo y una semirrígida con tres motores), así como un arma de fuego.

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