A través del tiempo. memoria gráfica

Calle Real, el embrión de La Línea (I)

  • La principal arteria linense nació con la ciudad misma y desde entonces ha llevado muchos nombres, aunque lo que nunca cambia es su condición de corazón de La Línea de la Concepción

 CONTINUANDO con estas biografías vivas de nuestras calles y que tan brillantemente  logró plasmar Francisco Tornay en sus Radiografías Linenses,  de las cuales estoy rescatando estos retazos de historias, este Domingo le toca el turno a la Calle Real.

En la Calle Real coinciden importantes factores íntimamente ligados al origen del casco urbano de la ciudad. Comenzó a perfilarse allá en las postrimerías del siglo XVIII. Era La Línea un pequeño cantón militar, arenoso, con algunos polvorientos caminos de caballería y un pequeño núcleo de habitantes en su mayoría del destacamento militar que guarnecía la línea fortificada tras las Ruinas de los fuertes de la Línea de Contravalación ordenada construir por el Conde Montemar en 1727. En las cercanías de una diminuta ermita de Nuestra Señora y su adjunto cementerio en el atrio, enclavada en uno de los extremos de la explanada y el edificio maestro de la Comandancia Militar en la llamada Plaza de Alfonso XIII, empezaron a surgir como por encanto, algunas chozas de cañas y juncos. Pasan los años y estas rudimentarias viviendas se van reemplazando por otras de madera y latas, con alguna que otra de piedras y barro, siempre con el temor de que estas fuesen demolidas por las autoridades militares, puesto que hasta el  14 de julio de 1870 no fue suprimida la prohibición terminante de edificar y reparar los edificios en las poblaciones de La Línea y Campamento, dictada el 24 de julio da 1862.  A partir de esta fecha, los 426 vecinos, como poseídos de una especie de fiebre constructiva  se entregan a ritmo acelerado a la edificación de casas y trazados de calles,  la abundancia de materiales de la vecina Gibraltar ayuda a ello.

La calle sigue creciendo y, en 1.873 ya se había prolongado hasta el llamado “Huerto de Garesse” donde se inician las obras de la actual Iglesia Parroquial Inmaculada Concepción que toma el nombre de Plaza de la Iglesia.

Fue por aquel entonces cuando surgio aquella primera calle rudimentaria de calzada arenosa qua en un principio el alcalde pedáneo don Lutgardo López Muñoz  la nombró como calle Real. Pero tal denominación, al menos oficialmente, solo dura hasta 1870 en que el primer Ayuntamiento autónomo de La Línea acuerda una nueva rotulación de la villa y entonces, su principal, recibe el nombre de calle Antonio  Barceló, en honor del famoso marino español que se distinguió en los sitios de Gibraltar, entre otras cosas, por sus famosas “Lanchas cañoneras” y “Baterias flotantes”.

En 1890 siendo alcalde de esta Villa don Pablo Soler Palazón es suprimido el nombre de Barceló y se rotula con el del ingeniero y político proseguista don Praxedes Mateo Sagasta, pero este nombre es cambiado en ese mismo año por el de calle Libertad el cual ostenta hasta hasta el año 1915, en que la Alcaldía de don Jose Cayetano Ramírez Galuzo lo sustituye por el de don Miguel Villanueva y Gómez, político y jurisconsulto español nacido en Madrid en 1852.

Solo diez y seis años dura este nombre de la siempre popular calle Real, pues en 1931 y con la entrada de la Segunda República en España, es sustituido por la rotulación que llevó en 1890, por la de Libertad.

En el año 1938 en pleno movimiento Nacional se le da el de Jose Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, fundador de la Falange Española. 

Y por 1980, el nuevo Ayuntamiento democrático le devolvió el auténtico nombre popular de Calle Real.

Pero para ilustrar mejor esta historia urbana de la Calle Real leamos lo que escribe José de la Vega Rodríguez en su libro “Cien años de Historia de La Línea”, que por su valioso contenido utilizamos como manual histórico linense: “Derogada la prohibición de construir edificios de mampostería en el punto de La Línea por Decreto 1.870 nace un rudimentario casco urbano que se desarrolla con gran rapidez, los edificios de mampostería van sustituyendo a  barracas y chozas y no correspondiendo el crecimiento de  viviendas con  el de la población que constantemente afluía al lugar, unido a la no existencia de vías de comunicación para un suficiente acarreo de materiales hace que durante algún tiempo se autorice la construcción de tales barracas lo que entorpecerá  luego la debida ordenación urbana de la ciudad.

Al ser creado este municipio dicho pequeño casco urbano estaba constituido por un núcleo de las referidas viviendas  que comprendían esencialmente las calles Barceló (Real) como principal; de los Trapos, Cadalso, Plaza de Christon, San Pedro, de la Rosa, del Sol, San Pablo, del Teatro, Plaza de Prim, Clavel, Águila, del Cuartel, Jardines, Amigo y Roteño, la mayor parte de las cuales solamente se hallaban iniciadas por aquel tiempo.

Numerosos huertos rodeaban este núcleo formando entre si rudimentarias calles más bien callejones  delimitados por  vallados de pilas, chumberas maderas o cañas que constituían sus respectivos accesos siguiendo sus lindes y tomando el nombre de los propietarios de tales huertos o terrenos colindantes el trazado de estos callejones no podía por menos de ser caprichoso y consecuencia de la costumbre de usar un mismo paso, ello da lugar a una gran irregularidad en el trazado de las calles que fueron formando y que desde un principio se quiere corregir hallándose no pocos obstáculos para   la  apertura de  las sin salidas délas que aun hoy tenemos numerosos ejemplos.

No obstante, y a un ritmo lento, el casco urbano se va ampliando, las barracas se trasladan a las afueras, los vallados, existentes en la población, siendo éstos reemplazados por tapias de mampostería. Cambia la ciudad en progresiva evolución y se va imponiendo la ordenación urbana que trae consigo la mejora de las vías públicas.

Solamente la calle Barceló, Cadalso y una pequeña parte de la Plaza de Prim, estaban empedradas en 1870; el resto era simplemente de arena. 

Perseverándose en estas mejoras urbanas, el Ayuntamiento, en 11 de septiembre de 1895, y siendo alcalde don José Cruz García, se acuerda “sea reformado el pavimento de la población, mediante adoquines empezándose por la calle Libertad (Real), nombre que había sustituido al anterior de Barceló. En agosto de 1902, estando al frente de la alcaldía don  Juan  Bautista Fariñas Martín, se adjudican estas obras y la referida calle queda adoquinada a mediados de diciembre de dicho año, prohibiéndose el transito de carros por la misma, para evitar desperfectos en el pavimento, y en mayo de 1904, se prohíbe el paso por dicha calle de toda clase de carruajes en los días festivos desde las nueve de la noche, “ya que esta vía ha sido adoptada por el público como paseo general”.

Desde  entonces,  la calle Real, como la niña bonita de la ciudad, recibe siempre la constante atención del Ayuntamiento  en  cuanto a ornato, alumbrado y pavimento. Por ello, cuando en mayo de 1929, éste decide realizar obras de pavimentación con  hormigón asfáltico de cuatro centímetros sobre firme, también de hormigón de 20 centímetros con bordillos de piedra caliza y aceras de losetas de cemento, la entonces calle Miguel Villanueva (Real), es la primera en figurar en la cabeza de la lista. Pero tales obras no fueron comenzadas hasta principios de 1931, al mismo tiempo que recibe la red de distribución de aguas y alcantarillado, que es llevada a cabo  por la compañía constructora Cerámicas Guisasola, S.A., y  en 1933 recibe uno de los primeros discos de dirección prohibida y otro de dirección única, de los seis de cada clase que adquirió el Ayuntamiento para la regulación del tráfico rodado en La Línea.

Continuará …

Bibliografía: Radiografías Linenses de Francisco Tornay.Fotografias: Grupo de Facebook  La Línea en Blanco y negro.

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