La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La "pichula" de Harry

Cuesta pensar en qué fase freudiana coincide Vargas Llosa con el príncipe Enrique hablando de sus genitales

Tal vez no sepan que fue el protagonista de una tira cómica, Yellow Kid, quien dio nombre a la prensa amarilla hace más de doscientos años. Fue cuando Pulitzer y Hearst se disputaron desde el World y el Journal al desaliñado personaje creado por Hogan's Alley en un Nueva York que empezaba a escribir la historia de los medios de masas.

Me acuerdo ahora del chico amarillo por dos historias cruzadas que están saltando desde las portadas de los tabloides y las revistas del corazón a los (supuestamente) periódicos serios. Mario Vargas Llosa y el príncipe Harry acaparan los titulares. Pero no ellos y sus novedades literarias (el escritor peruano prepara nueva novela y el duque de Sussex lleva por fin a las librerías la polémica biografía de la que lleva hablando desde el verano) sino su vida privada y sus "pichulas".

No me entra en la cabeza. Dice el diccionario que "pichula" es una palabra vulgar para hablar del pene. Intento comprender en qué fase freudiana coinciden el Nobel de Literatura y Enrique de Inglaterra para hablar de sus genitales con el mismo término. Cuentan (quienes ya han leído el libro) que el hijo de Lady Di dedica 50 páginas de Spire (En la sombra) a contar lo que sufrió cuando se le congeló el pene en una excursión al Polo Norte. Fue en 2011, probó hasta con una crema de Elizabeth Arden y terminó asistiendo a la boda de su hermano Guillermo con su miembro viril paralizado. Para mí es suficiente. Ni lo he leído ni lo voy a hacer.

Aunque también escribo de oídas (lo siento) y estoy en sus antípodas políticas, a Vargas Llosa le daré una oportunidad. A pesar de que se haya separado de Isabel Preysler y de repente sepa media España (¿y?) que no funciona en la cama. Ha sido la ruptura inesperada de las Navidades. Celebrada por una Tamara Falcó (más famosa ya que los Iglesias) que contrarresta a su madre por el papel couché anunciando que se casa. No me distraigo...

Casualidades o no, ya en Cinco Esquinas construía Vargas Llosa un retrato sobre el Perú de los años 90, el de la violencia de Sendero Luminoso y la corrupción de Fujimori, atravesado justamente por el periodismo sensacionalista. El propio escritor, que habla de su "pichula" en el cuento con tintes autobiográficos Los Vientos (2021) y que ha vuelto hace unos meses a su Perú natal para recorrer el norte del país y documentar la historia de su próximo libro, destacaba en Cinco Esquinas (2016) cómo la dictadura utilizó el periodismo del espectáculo como "arma política" y cómo, al mismo tiempo, "puede convertirse de pronto en un instrumento de liberación y defensa moral de una sociedad".

Me gustan las dos caras de las cosas, las contradicciones y los vacíos. Siempre he pensado que hay mucha más verdad en las historias grises, las que se escapan entre los dedos, que en los relatos prefabricados. Por mucho que nos atraiga el rosa y el amarillo.

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