Un experto marítimo cuestiona en Gibraltar la seguridad en la persecución que acabó con dos residentes en La Línea muertos
Hubo insuficiente distancia y poca formación policial, explica durante la investigación judicial de la tragedia
Giro inesperado en el caso de la patrullera de Gibraltar: el timonel admite ahora que la persecución mortal fue en aguas españolas
Un experto marítimo que analiza la colisión mortal en la que murieron dos españoles ha declarado durante la investigación judicial reabierta en Gibraltar que no hubo suficiente distancia entre las embarcaciones durante la persecución a alta velocidad por la noche, y que la formación policial para este tipo de maniobras debería haber sido más exhaustiva.
El infortunado accidente ocurrió el 8 de marzo de 2020 y costó la vida a Mohamed Abdeslam Ahmed, de 40 años, y Mustafa Dris Mohamed, de 49, ambos ceutíes residentes en La Línea, cuando su embarcación neumática rígida chocó con la patrullera Sir John Chapple de la Royal Gibraltar Police (RGP). El caso examina los hechos previos al impacto, la ubicación en aguas españolas, el uso de GPS, la formación policial y la asistencia médica a las víctimas.
El consultor marítimo Richard Meikle, con experiencia como capitán y maestro de marina, compareció el jueves durante cinco horas para ofrecer su testimonio experto, que continúa este viernes. Su informe analiza los barcos, el equipo, la seguridad de la persecución y la formación de los agentes. Meikle señaló que la distancia de 20 a 30 metros entre las embarcaciones era insuficiente, y que ante la pérdida de visibilidad, cualquier maniobra previa no habría evitado la colisión. También consideró que el patrón debería haber emitido una llamada de socorro ante el riesgo inmediato para la vida.
El experto destacó que durante la persecución no se activaron los sistemas GPS del buque policial, lo que dejó a los agentes sin datos de posición, confiando únicamente en radar y visión directa. Respecto a la formación, señaló que no existía instrucción específica para persecuciones marítimas y que los oficiales “emplean habilidades más allá de su entrenamiento formal”. Además, indicó que el barco policial debería haber contado con binoculares nocturnos y equipo infrarrojo para mejorar la seguridad.
Meikle también cuestionó el uso de un protector en la proa del buque, un dispositivo destinado a empujar troncos, que considera innecesario en aguas de Gibraltar y mal diseñado para la protección durante operaciones de traslado de tripulación.
La investigación judicial, ejercicio de revisión de los hechos sin atribución de responsabilidades legales, continuará con más declaraciones y podría concluir con recomendaciones para mejorar la seguridad en maniobras marítimas policiales.
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