Los linenses vuelven a hacer grande el Domingo Rociero

La jornada se convierte un año más en referente de la diversión y el ocio para residentes y visitantes con ganas de pasarlo bien hasta que el cuerpo aguante

Los linenses vuelven a hacer grande el Domingo Rociero
Los linenses vuelven a hacer grande el Domingo Rociero
E. R. / La Línea

14 de julio 2008 - 08:45

Suele decirse que lo que hace grandes las fiestas de un pueblo es su gente. En el caso de La Línea y el Domingo Rociero, esa frase adquiere sentido en todas sus dimensiones. Un año más, el primer fin de semana de la Velada y Fiestas tuvo un broche de oro con la celebración de una jornada tan popular que congrega a los linenses pero también a numerosos visitantes ávidos de diversión.

El día arrancó pronto a pesar de que la noche anterior había sido larga debido a la celebración de la cabalgata, el alumbrado de la portada y la primera visita a las atracciones, tómbolas y casetas del recinto. A las 10:00 horas, la plaza de la Iglesia acogió una misa oficiada por el padre Juan Valenzuela a la que asistió una amplia representación municipal, pero también muchos ciudadanos de a pie que llenaron uno de los enclaves más emblemáticos de la localidad.

Tras la misa y una primera parada para desayunar, las principales calles y plazas del centro empezaron a llenarse de gente joven y no tan joven dispuesta a disfrutar hasta que el cuerpo aguantase.

Bebidas refrescantes, deliciosas tapas para reponer fuerzas, bailes por sevillanas y rumbas y hasta el Chiki Chiki fueron algunos de los ingredientes de un día inolvidable que se hizo notar en cada rincón del centro.

Grupos de amigos y familiares buscaban lugares estratégicos a la sombra para departir, intercambiar impresiones sobre cómo está la Feria este año y divertirse, sin pensar en que hoy, excepto aquellos que estén de vacaciones, habrá que volver al tajo más cansados de lo normal.

Los más jóvenes, a lo suyo, que es sobre todo beber alcohol, lanzar litros de tinto por los aires y abarrotar un año más la plaza de Cruz Herrera, a la que hubo que proteger al encontrarse en obras como si el Real Madrid visitara a la Cibeles tras ganar un título importante.

A las 18:00 horas, el centro seguía, como suele decirse, de bote en bote, porque no había ganas de marcharse a casa. Muchos optaron entonces por cambiar de escenario y volver a pisar, tras la noche del sábado, la Feria y las casetas. Otros decidieron que había llegado el momento de relajarse y se dirigieron a la playa para tomar un baño refrescante.

A las 21:00 horas, el centro seguía con gente ocupando las terrazas de verano aunque en un tono mucho más tranquilo. Para entonces, los operarios de limpieza ya habían empezado a borrar los indicios de la fiesta.

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