Crónica Personal

La moción de Vox impulsa a Pedro Sánchez

No le ha podido salir mejor a Pedro Sánchez. Su sueño, su esperanza de mantenerse en La Moncloa tras las elecciones, se basaba en la unidad de los numerosos partidos a su izquierda.

Seguía con preocupación máxima las tensiones entre Podemos y Sumar, porque era indispensable la unión, que no fueran a las elecciones con listas diferentes. La moción de Vox le puso en bandeja una operación que se diseñó en La Moncloa: la puesta de largo de Yolanda Díaz es ese debate parlamentario, única oportunidad para que la vicepresidenta segunda se presentara en el Congreso como una política de primera fila.

Tenia que ser en el Congreso, su presentación en sociedad el día 2 como líder de Sumar era irrelevante frente a hacerlo durante una sesión plenaria que había provocado expectación máxima: nada menos que una moción de censura de Vox con Ramón Tamames como candidato a la presidencia de gobierno.

El discurso de Moncloa lo redactó ella con la colaboración de Enrique de Santiago, secretario general del PCE y político con experiencia. Esa es la versión oficial. La real, que se preparó en La Moncloa, donde el equipo de Sánchez, y hasta es posible que el propio Sánchez, le marcaron a Díaz la línea a seguir, con sugerencias que la vicepresidenta hizo suyas y desarrolló en una intervención que no fue especialmente impactante, pero que entusiasmó a los partidos dispuestos a sumarse a Sumar, valga la redundancia. Entre ellos Más País, Compromís, los Comunes y varios regionales.

En las filas de Podemos la ira, más que la decepción, se refleja en los rostros de sus principales figuras. Se sienten traicionados por Yolanda Díaz pero también por Pedro Sánchez, que ha puesto en el mapa a la vicepresidenta y deja en una situación complicada al partido de Pablo Iglesias, Irene Montero e Ione Belarra.

Estos tres políticos, cuya relación con Yolanda Díaz es manifiestamente mejorable pero disimulan lo que pueden porque la consideran necesaria para consolidar su proyecto, llevan tiempo con la sospecha de que la dirigente de Sumar podría negarse a una lista conjunta con Podemos para las generales si el partido creado por Iglesias no consiguiera un buen resultado el 28 de mayo. Lo que se vivió el martes pasado en el Congreso de los Diputados convirtió la sospecha en certeza: Díaz y Sánchez manejaban ya una opción alternativa en caso de que no les conviniera que Suma se aliara con Podemos.

Esa opción sería que se produjera algún tipo de alianza electoral entre PSOE y Suma o, si no, que desde Moncloa y Ferraz se ayudara a Sumar -a través de medios de comunicación, facilitar espacios para reuniones y mítines, idear alguna fórmula para proveer fondos- para potenciar esa plataforma y conseguir el mayor número posible de escaños … que pondrían a Sánchez en la mejor de las situaciones para mantenerse en la presidencia del gobierno.

En Podemos intuyen desde hace tiempo que Yolanda Díaz no les necesita, advertían acercamientos a Sánchez que evidentemente tenían una finalidad. Tras su discurso en la moción de censura, la intuición fue certeza. A no ser que Podemos logre un magnífico resultado en mayo Yolanda volará sola, con las alas bien sujetas por Pedro Sánchez. Por tanto, la consigna es que a Sumar, ni agua.

Han dado instrucciones a sus seguidores de que nadie acuda al acto de presentación de Sumar el día 2 de abril. Habrá que ver si a la hora de la verdad habrá desertores de Podemos que decidan acercarse a Yolanda aún a riesgo de ser expulsados de Podemos.

Cambio de escenario para Feijóo

En Vox hacen como que se sienten muy satisfechos del resultado de la moción de censura pero, cuando consigues que alguien se exprese con sinceridad dicen abiertamente que Santi se ha equivocado y les preocupa las consecuencias.

Ya puestos en declaraciones sinceras, en Ciudadanos, donde sigue el goteo de deserciones, más de uno y más de dos confiesan que la famosa reestructuración del partido no ha salido bien. Echan de menos a Inés Arrimadas, que por lo menos tenía un proyecto y sabía defenderlo aunque no la acompañaba el ánimo de los dirigentes y militantes de su partido, que tiraron la toalla mucho antes de que se demostrara que tenían razón los sondeos que auguraban la desaparición de Cs.

Arrimadas pronunció en el debate de la moción de censura un discurso de altura, demoledor para el gobierno de Sánchez pero con un tono que se echa de menos en la política actual, donde lo habitual es la escasa entidad de argumentos y el trazo grueso en los ataques, faltos de profundidad, atractivo, ingenio e ironía. Arrimadas hizo un buen discurso, era inimaginable que la actual presidenta de Ciudadanos, Patricia Guasp, pudiera pronunciar un discurso como el de la portavoz parlamentaria y ex presidenta del partido.

A Núñez Feijóo la resaca de la moción de censura le cogió en Bruselas, donde tenía una cena con la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, y al día siguiente encuentros con varios comisarios europeos y reuniones con dirigentes del Partido Popular Europeo, al que pertenece al PP.

Político de experiencia, con toda seguridad es consciente de que el debate promovido por Vox ha sido un revulsivo que cambia totalmente la situación de precariedad que vivía la izquierda, con un presidente desacreditado que todo el mundo daba por desahuciado de Moncloa a corto plazo, y una figura absolutamente sobrevalorada, Yolanda Díaz. Una política gallega a la que Feijóo conoce muy bien, y que precisamente por estar sobrevalorada era objeto de deseo por parte de Podemos pero también de Pedro Sánchez, a pesar de que el primer partido no la podía ni ver pero la necesitaba para lograr un buen resultado electoral, cosa de la sobrevaloración, y Sánchez tenía gran interés en ella, también por la sobrevaloración.

Al presidente le interesaba sobre todo que hubiera pacto entre Podemos y Sumar, para contar a su izquierda con más escaños que si fueran las dos formaciones por separado. Y no descartaba la idea de integrar a Yolanda en una lista del PSOE a pesar de que era una operación que no entusiasmaba en las filas del sanchismo. Porque eran conscientes de la sobrevaloración y temían que se descubriera antes de que se convocaran las elecciones generales. Por otra parte, si finalmente se llegaba a un acuerdo con Yolanda Díaz, no se le podía dar cualquier puesto en una lista, lo que perjudicaría a quienes aspiraban a puestos de salida en las elecciones que en principio se celebrarán en diciembre.

Con el escenario político muy cambiado desde que el martes se inició el debate de la moción de censura, es probable que el presidente del PP se vea obligado a tomar decisiones que logren rebajar el entusiasmo actual que se vive en las filas del sanchismo, con un Pedro Sánchez, experto en resucitar cuando se le daba por muerto, como bien sabe Susana Díaz, o los que promovieron su expulsión de la secretaría general del PSOE en octubre del 2016.

Feijóo se encuentra, o se encontraba, en pleno proceso de poner al PP en primer tiempo de saludo para aprovechar el impulso actual y hacerse con el mayor número posible de gobiernos municipales y autonómicos en las elecciones del 28 de mayo, de manera que ese buen resultado llevara a los votantes a inclinarse en las generales por dar su confianza al partido más votado en mayo.

Sánchez ha dado un giro a la situación de precariedad que vivía, y además tiene por delante una importante agenda europea, que gracias a la invitación del presidente chino Xi Jinping, con el que se verá la semana próxima, se convierte en agenda internacional. Todo ello lo tendrá en cuenta el presidente del PP las próximas semanas, cuando después de Semana Santa se dé el tiro de salida para iniciar extraoficialmente la campaña electoral.

Alberto Núñez Feijóo es de observar y escuchar antes de decidir, aunque habrá mucha gente que se sentirá tentada a sugerirle que aborde la nueva situación -porque es nueva, a Sánchez se le abren puertas que estaban cerradas, las de la reelección-, pero el presidente del PP actuará según le dicte su propio criterio. Como ha hecho siempre, y no la ha ido mal. Aunque en esta ocasión en el camino que tiene por delante, que hasta el miércoles era de rosas, han aparecido espinas.

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