España

El Congreso, lejos de rebajar el tono, sigue instalado en la dialéctica agresiva

La presidenta del Congreso, Meritxell Batet

La presidenta del Congreso, Meritxell Batet / Javier Lizón, EFE

El Congreso de los Diputados sigue enredado en una dialéctica agresiva, protagonizada sobre todo en los extremos ideológicos, y algunos diputados no parecen dispuestos a rebajar el volumen, aunque a la Presidencia de la Cámara se la ve más contundente para intentar rebajar el tono.

La Presidencia del Congreso tuvo que pedir este jueves que retiraran del diario de sesiones las palabras “filoterrorista”, que volvió a proferir una diputada de Vox durante el pleno, y el término “fascista” que utilizó otro representante de la izquierda para referirse a los de Santiago Abascal.

Y eso no gustó a un lado y a otro porque creen que es meter la tijera en lo que para ellos forma parte del debate parlamentario.

Pero la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, lo tiene claro y pidió a los diputados que cuando se suban a la tribuna no lo hagan para “ofender y herir” a otros compañeros, porque todos representan a los ciudadanos.

“Quiero un compromiso de colaborar y dignificar y estar a la altura de lo que representamos y se espera de nosotros”, dijo Batet al recordarles que si no lo hacen estarán vulnerando el artículo 16 del Reglamento de la Cámara, donde se les conmina a respetar, entre otras cosas, la disciplina y la cortesía parlamentarias.

En todo caso, a algunos diputados no les parece bien que se limite el lenguaje en determinados aspectos, como puso de relieve Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos, que criticó a la Presidencia del Congreso por “prohibir” que se diga “fascista” en el hemiciclo, lo que interpretó como “una limitación de la libertad de expresión”. En esa posición está Jaume Asens, de los comunes, que opinó que prohibir términos como “fascismo” o “comunismo” no es el camino.

Muchos siguieron enzarzados en la polémica por las palabras de Irene Montero contra el PP culpándole de fomentar la cultura de la violación. Para muchos llueve sobre mojado y, como señaló Joan Baldoví, de Compromís, con los ánimos tan caldeados quizá no fue apropiado hablar así a los populares.

Desde EH Bildu, Jon Iñarritu señaló a Vox para hablar de “brutalismo parlamentario” y lo relacionó con una “estrategia planificada que busca montar el pollo” y que, a su juicio, nada tiene que ver con otras descalificaciones escuchadas en la Cámara.

En cambio, el socialista Odón Elorza es partidario de evitar expresiones que “no sean debidamente entendidas aunque tengan explicación académica” como “cultura de la violación”.

Los de Ciudadanos censuraron sin paliativos a la ministra de Igualdad por ofrecer “un espectáculo bochornoso” con el efecto colateral “perverso”, avisó Edmundo Bal, de que al final no se habla de los temas que importan: “Insultar a quien piensa diferente y crispar no es una posición constructiva”.

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