Doble fondo

Casado tiene a los enemigos en su casa

El PP es condenado por el pago en B de obras en Génova antes de la mudanza Ayuso rompe el armisticio y su entorno baraja demandas contra la dirección nacional

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el líder del PP, Pablo Casado, durante la Convención del partido en Valencia.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el líder del PP, Pablo Casado, durante la Convención del partido en Valencia. / Manuel Bruque (EFE)

Las encuestas le pintan a Pablo Casado un brillante futuro electoral, subiendo a costa de Vox mientras Ciudadanos sigue en caída libre, lo que no sería óbice para que el bloque de la derecha alcanzara la mayoría absoluta, conformando un panorama halagüeño para el líder del PP, que tiene al enemigo en casa, en esa sede de la madrileña y señorial calle Génova, llena de fantasmas de la que quiere mudarse en descarado modo escapista, y en el propio partido, donde la emergente sombra de Isabel Díaz Ayuso es cada día más alargada y a la que nadie cree cuando asegura que su sitio está en Madrid para desactivar las inevitables especulaciones sobre las fronteras de sus ambiciones políticas.

Quiera o no, el pasado de corrupción del PP, condenado ya en 2018 por beneficiarse de la trama Gürtel, es un lastre para Casado, que se empeña en poner puertas al campo negándose a hablar de las andanzas de sus antecesores al timón del partido, a mayor gloria de la sonora elocuencia de un silencio que no aminora el retumbe de un pasado nada remoto.

No es pues de extrañar que el mutismo resultara atronador este jueves entre los dirigentes populares ante la sentencia de la Audiencia Nacional que considera probado que el partido pagó en negro la millonaria reforma de su renegada sede, en el número 13 por cierto, un edificio que Casado está loco por abandonar, según anunció en febrero, aunque la mudanza llegará tarde, con los viejos fantasmas en danza, como el del ex tesorero Luis Bárcenas, al que tribunal condena a dos años de cárcel por abonar a la empresa Unifica más de un millón de euros "al margen de la facturación y la contabilidad oficial".

La Sala de lo Penal, en una sentencia de 454 páginas, concluye que Bárcenas abonó de tapadillo 1.072.000 euros a Unifica y al tiempo condena al partido como responsable civil subsidiario del tejemaneje del ex tesorero en la cuantía de 123.669 euros por el Impuesto de Sociedades de 2007 de Unifica.

Negando la mayor

Esta sentencia es un torpedo a la línea de flotación de la defensa de los populares. Las antiguas cúpulas del PP, con Mariano Rajoy y José María Aznar a la cabeza, siempre han negado que existiera una caja b dentro de la formación y han descargado en el ex tesorero cualquier deriva delictiva, aunque los magistrados aseguran en la sentencia que "en el periodo en que Bárcenas ocupó los cargos de gerente y tesorero, gestionó los fondos en metálico aportados a la formación política Partido Popular como donaciones privadas a través de una contabilidad paralela (contabilidad b) de cuyo ingreso y gasto no se dejó constancia en la contabilidad oficial ni por tanto fueron fiscalizadas por el Tribunal de Cuentas".

Llueve, diluvia, sobre mojado sobre una formación reincidente, que ya fue condenada por la Audiencia Nacional en mayo de 2018 en una sentencia ratificada por el Supremo en octubre de 2020 sobre la denominada primera época del caso Gürtel (1999-2005), que señala al propio partido como "partícipe a título lucrativo" de la trama corrupta, si bien el Alto Tribunal considera que no cometió delito de corrupción.

"Cambiaremos la sede nacional, pues no debemos seguir en esta sede, cuya reforma está siendo investigada en los tribunales", aseveró Casado en febrero, en plena resaca de los malos resultados electorales en Cataluña. Génova 13 se ha convertido en un emblema de la corrupción del PP y flotan en el ambiente los sobres con dinero negro de sobresueldos y las donaciones de empresarios que la justicia investiga si sirvieron para dopar al partido en las urnas sufragando campañas electorales.

Dualidad 

Génova es también un polvorín en el que la guerra entre Ayuso y Casado es cada vez menos soterrada. El líder del PP no está dispuesto a que la baronesa le marque el paso o la agenda con su vitola de ganadora nata tras su arrolladora victoria en las autonómicas.

Las costuras han vuelto a saltar tras la minitregua en la Convención en Valencia, donde Ayuso prometió, con la boca más bien pequeña, lealtad al jefe mientras las bases la aclamaban eclipsando a su padrino político.

El equipo de la estrella emergente denuncia maniobras de Génova (Casado) para avanzar en el control del partido, que llegan a calificar de "ilegales", y miembros de la Ejecutiva regional del PP de Madrid (Ayuso) están barajando presentar una demanda contra la dirección nacional si no convoca el congreso autonómico del partido antes de marzo de 2022, como reclamado la señora presidenta con insistencia para preparar los comicios municipales y autonómicos de 2023.

El general Casado está atrapado en su laberinto, entre un pasado que le nubla la vista con su lluvia fina de sentencias, ese futuro luminoso que le aventuran los sondeos y un presente presidido por su recelo ante la nueva diva de las derechas, que entre lanzas y cañas le está revolucionando a la tropa.

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