Juvencio Maeztu: "¿Albóndigas de choco? ¡Apuntamos la idea!"
Consejero delegado y presidente mundial de Ingka Group, matriz de IKEA
¡VIVA SUECIA! Casado con dos hijos, vive en Países Bajos, le encanta el mar y se convirtió recientemente en consejero delegado y presidente de Ingka Group, principal distribuidor de IKEA con el 90% de sus ventas. Juvencio Maeztu (Cádiz, 1968) tiene el honor de ser el primer no sueco en dirigir la estrategia mundial de la multinacional. ¡Viva Suecia!
Pregunta.–Enhorabuena por su elección y por ser de los pocos españoles que escuchan más que hablan. ¿Cuál es su gram reto al frente de IKEA?
Respuesta.–Escuchar es parte esencial del liderazgo, especialmente en una empresa grande y diversa. Por eso inicié la gira 'Tillsammans' (Juntos), para conocer equipos de muchos mercados y comprender qué funciona, preocupa y cómo podemos avanzar. Nuestro mayor reto –y oportunidad– es mantenernos fieles a nuestra cultura, valores y visión de crear un mejor día a día a la mayoría. Debemos seguir siendo asequibles y relevantes, equilibrando propósito y beneficios.
P.–Empezó en Alcorcón, pasó por India y hoy el primer no sueco que dirige IKEA. ¿Parece el guión de una película?
R.–Ha sido un viaje fascinante. Cada etapa me permitió aprender. IKEA nació en Suecia, pero su corazón es internacional. Lo que nos une no es la procedencia, sino los valores que compartimos y la convicción de que todo el mundo merece mejorar su vida en el hogar.
P.–Ingvar Kamprad, fundador de IKEA y que fue una de los más ricos del mundo, iba a trabajar en Metro. ¡Usted es capaz de ir en bicicleta!
R.–Sí, siempre que puedo. Me ayuda a mantener los pies en la tierra, despeja la mente y me recuerda la sencillez y humildad que Ingvar nos enseñó. Además, es bueno para mi salud y para el planeta.
P.–¿Han calculado cuántas casas tienen artículos de IKEA?
R.–No hemos sacado la calculadora, pero muchísimas. Millones de personas interactúan con IKEA y la mayoría se lleva algo: una lámpara, una estantería, una idea... o incluso la tripa llena porque muchos vienen a comer. Lo que más me importa no es en cuántos hogares estamos, sino cómo ayudamos a cumplir sueños.
P.–Fui por primera vez en 2003, juré no volver y este año incumplí mi palabra. Y ni tan mal...
R.–¡Usted y muchos más! IKEA es como irse de aventura. Hemos trabajado para hacer la experiencia más agradable, inspiradora y cercana. Si ha vuelto y le ha gustado, es el mejor elogio.
P.–Por lo visto, Cádiz está llena de flojos buscándose una paguita... menos usted.
R.–Se dicen muchas cosas, pero Cádiz me recuerda mucho a Småland, la región donde nació IKEA: gente práctica, que aprovecha lo que tiene, sabe ahorrar y vive con sencillez. Ese espíritu está muy presente en Andalucía y en Småland. Tal vez esa combinación explique por qué estoy tan a gusto en IKEA.
P.–¿Baraja cambiar los nombrecitos impronunciables de los muebles? Podrían ser "al liquindoi", "guachisnai", "bastinazo", "tangai"…
R.–¡Me encantan! Pero los nombres suecos son casi sagrados, forman parte de la historia de IKEA. Nos conectan con nuestros orígenes y suelen dar pie a conversaciones divertidas. Intentar pronunciarlos es parte del encanto.
P.–Entonces el toque local se lo puede dar a las albóndigas. ¿Se plantea que sean de choco?
R.–No, pero ¡apuntamos la idea! IKEA Food constantemente desarrolla recetas más saludables, sostenibles y con guiños locales. Ya tenemos opciones vegetales y quizá un día Cádiz inspire alguna nueva.
P.–¿Hay gente que va sólo a comer sin comprar?
R.–¡Por supuesto! También es un lugar para reunirse, comer, inspirarse. Kamprad decía que no se decide bien con el estómago vacío, de ahí nació el restaurante y el famoso perrito por menos de un euro. Somos de las cadenas de restauración más grandes del mundo.
P.–"La república independiente de mi casa" suena más a anarquismo gaditano que sueco.
R.–Ese lema buscaba empoderar a las personas y darles control sobre su espacio más allá del bolsillo. Ese sentimiento de independencia, creatividad y libertad lo comparten tanto Cádiz como IKEA. No habla de política, sino de moldear tu día a día.
P.–Su antecesor se apellida como un jugador de hockey hielo y usted como un escritor del 98. ¿Uno a cero para España?
R.–Demuestra la diversidad creciente de IKEA. Aprendemos unos de otros sin importar el país ni la generación.
P.–¿No valoran contar con un 'coach' para evitar discusiones de pareja en los pasillos?
R.–Si ese tópico fuera verdad, en realidad diría algo bueno: que las personas se preocupan por decidir juntos. También está la leyenda urbana de que montar muebles de IKEA es la prueba definitiva de compatibilidad para las parejas y quizás haya algo de verdad. Si dos personas montan un armario, probablemente sean capaces de afrontar cualquier cosa en pareja.
P.–¿Tiene alguna cómoda o sofá en casa de Muebles Manolo?
R.–Tengo un enorme respeto por los fabricantes locales. En mi casa hay una mezcla de artículos que no son IKEA y muchos que sí, algunos nuevos y otros con décadas, como mi EKTORP.
P.–¿La llave Allen es uno de los mejores inventos en 40 años?
R.–¡Sin duda! Es un símbolo de sencillez y empoderamiento. Nos gusta repartir la responsabilidad. Ofrecemos artículos asequibles en paquetes planos, mientras nuestros clientes ahorran dinero montándolos y, al mismo tiempo, se sienten orgullosos de que han contribuido a lo que han construido. Esa pequeña llave ha ayudado a millones de personas a construir su hogar a su manera. Eso es suficiente para considerarla una gran innovación.
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