Cazador cazado

El mismo Gobierno que lanza una cacería al empresario, con Sánchez de ariete, se rasga las vestiduras porque Ferrovial se va

Pedro Sánchez, en una comparecencia en la que criticó ayer a Rafael del Pino.

Pedro Sánchez, en una comparecencia en la que criticó ayer a Rafael del Pino. / Fernando Calvo · Efe

QUE una multinacional de raíz española se marche a otro país es una mala noticia. Sin ambages. La decisión de Ferrovial de trasladar la sede social de la matriz de su grupo a Países Bajos es, por tanto, un signo que debería preocuparnos u ocuparnos para que no sea contagioso. Pero la clase dirigente nacional demuestra de nuevo que no está a la altura.

Ferrovial toma esta decisión por razones que se explican por cuál es la composición de su accionariado actual y dónde desarrolla su negocio en el siglo XXI. El 80% de la facturación del grupo de infraestructuras fundado por Rafael del Pino en 1952 proviene del extranjero. Y foráneo es también el 95% del capital. Las razones principales de trasladar a Países Bajos la compañía es, primero, que cotice en Ámsterdam para que los mercados le den una valoración que, ahora, como parte del Íbex 35 no logra, por estar el selectivo nacional muy mediatizado por el fuerte peso del sector financiero español, y, segundo, ganar en seguridad jurídica. Porque aunque la operación tiene ventajas fiscales, no son muy importantes, porque el impacto en el balance de Ferrovial rondaría el 2%.

Ante una mala noticia como ésta, que una gran empresa española prefiera mudarse a otro país de la Unión Europea, es lógico que en el seno del Gobierno haya malestar. Pero la reacción del Ejecutivo, y singularmente de la vicepresidenta Nadia Calviño, ha sido muy desafortunada. Según la también ministra de Asuntos Económicos Ferrovial le “debe todo a España” porque se ha desarrollado con contratos del sector público. El mensaje es perverso. ¿Significa eso que se adjudicaron los contratos por ser española o por presentar la mejor oferta?

Lo que subyace en la reacción de tono amenazante del Gobierno, que en las horas posteriores han salido en tromba a criticar personalmente al presidente del grupo, Rafael del Pino, hijo del fundador, es que teme que el contexto político español se relacione también con la decisión legal y legítima de marcharse a Países Bajos.

El Gobierno de España lleva varios meses en una deriva populista. La mayoría socialista del Gabinete, con el presidente Pedro Sánchez como principal ariete, se ha contagiado de los postulados de Unidas Podemos, y hace un discurso contra “los ricos”, “poderosos” o “los de arriba”. Hay una auténtica cacería del empresario, que la minoría morada ha expresado con claridad atacando de forma contundente e injusta a Amancio Ortega o Juan Roig, que además de estar entre los más ricos, también brillan por ser de los que más empleo crean y en condiciones dignas. Esto es: redistribuyen la riqueza que crean. Y están legitimados para beneficiarse. Ahora no pueden rasgarse las vestiduras cuando el agredido toma la decisión de irse a otro país. En parte, le han empujado a ello.

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