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La SD Éibar, actual líder de la Segunda división, fue el último de los escollos de la Balona en su primer ascenso a la Segunda división B, que se consumó el 19 de junio de 1983 en Ipurúa

Foto oficial de la plantilla de la Real Balompédica en la andadura 1982-83.
Foto oficial de la plantilla de la Real Balompédica en la andadura 1982-83.
Rubén Almagro La Línea

19 de febrero 2014 - 05:02

La Sociedad Deportiva Éibar se ha transformado en el equipo revelación del fútbol español. Su sorprendente condición de líder de la Segunda división, por delante de conjuntos de la entidad del Deportivo de La Coruña, el Recreativo de Huelva o el Sporting de Gijón, le han convertido en un ejemplo de hasta dónde puede llegar un club modesto y bien gestionado. Un referente no tan lejano para los aficionados de la Real Balompédica, a los que el éxito de los eibarreses les ha servido para desempolvar el recuerdo uno de los momentos más entrañables de su historia reciente, el primer ascenso de la centenaria Balona a la Segunda división B, el que se consumó el 19 de junio en el estadio Ipurúa, donde el equipo que comandaba Jaco Zafrani perdió por un gol a cero, haciendo valer la ventaja de 3-1 que había conseguido en el Municipal.

El recordado equipo de la andadura 1982/83, aquel a que el presidente Samuel Fernández coló en el grupo IX de Tercera división contra toda lógica, estableció un récord de imbatibilidad, ya que su primera derrota se produjo en un accidentado partido en Estepona en la trigésimo primera jornada. Paradójicamente aquel conjunto que se constituyó en noticia a nivel nacional por el número de hinchas que acompañaron a los jugadores en algunos de los desplazamientos vivió un cambio de entrenador: Quimet Carerras dejó su sitio a Jaco Zafrani cuando el equipo ya tenía asegurada la primera plaza del grupo.

La Balona fue campeón con seis puntos de ventaja sobre el extinto Atlético de Marbella y el sorteo le deparó un enfrentamiento en primera ronda con la AD Sabiñánigo, segundo del grupo aragonés. No fue una eliminatoria fácil. De hecho, el partido de ida se resolvió con victoria de los maños merced a un tempranero gol de Arroyo y al descanso del duelo en el Municipal se llegó sin goles. En el minuto 71 Caro igualaba la eliminatoria y forzaba la prórroga, en la que Argimiro Márquez (110') hizo el tanto que suponía el pasaporte para la ronda definitiva.

El Sabiñánigo, que había tenido en el portero Quitín a su mejor hombre (especialmente en los 17 saques de esquina que botaron los de casa) se fue arriba en busca del gol que le condujera a la tanda de penaltis (entonces los goles a domicilio no tenían un valor extra), pero no lo consiguió.

El siguiente enemigo, el definitivo en la pelea por una plaza en Segunda B, era el Éibar, que una temporada antes había competido en Preferente y que, sin embargo, tenía en su palmarés nada menos que doce participaciones en las mal llamadas liguillas.

Al partido de ida compareció el equipo azulgrana con tres bajas por sanción y con un sub-20, Pizo Gómez, que más tarde jugaría en Primera división con Athletic y Atlético.

El 12 de junio de 1983 (18:00) saltaban al césped (entonces natural) del Municipal Balona y Éibar en medio de un ambiente envidiable y con un árbitro, el tinerfeño Brito Arceo, que más tarde también conoció las mieles de la élite.

En el minuto cinco Márquez ya había anotado para los de casa. El Albaceteño repetiría diez minutos más tarde. Ormaechea acortó distancias al transformar una pena máxima antes del intermedio. En el 70' fue Juan Manuel Quirós el que estableció el resultado definitivo, también desde los once metros.

Durante la semana que separaba el partido de ida del definitivo la prensa vasca se hizo eco de manifestaciones de integrantes del equipo local de que habían recibido un trato hostil por parte de algunos de los casa (se hablaba de encerrona) y el recibimiento a los albinegros en Ipurúa fue de lo menos amistoso.

En aquel duelo, que forma parte de la historia de los dos clubes, formaron por los de casa: Garmendia, Gallastegui, Olaizola (Larrañaga), Aituna, Campos, Guruceta, Esnaola, Ormaechea, Echave, Gómez y Egaña (Iriarte).

Por la Balona Jaco Zafrani formó con: Diego Tinajero, Pirri, Caro, Lorenzo, Iñaki, Noly, Borrell, Garrido, Bruñas (Antonio Bautista), Márquez y Quirós.

Echave, en un penalti más que dudoso decretado por el pucelano Barrenechea Montero [otro que acabó pitando en Primera], hizo el uno-cero en el 22' y desde instante sobresalió la figura hercúlea de Tinajero, que abortó las mil intentonas de los de casa de igualar la eliminatoria a base de balones bombeados.

El final del partido, después de un agobio interminable, obligó a los jugadores balonos y a sus aficionados a refugiarse en el vestuarios, mientras algunos hinchas locales no eran capaces de aceptar que su equipo se quedaba una vez más en Tercera.

Después de aquello aún quedan en la retina de los balonos más añejos y acérrimos las imágenes del autocar que traía a los futbolistas de vuelta a casa desde Málaga tras consumarse el ascenso, literalmente escoltado desde muchos kilómetros antes de llegar a La Línea por centenares de automóviles y su desembarco en una atestada Plaza de la Constitución en la que los jugadores fueron recibidos como auténticos ídolos, entre los que se encontraban: Era el equipo de Tinajero, Ángel Villar, Helenio, Lorenzo, Caro, Charlo, Pirri, Bautista, Noly, Borrell, Garrido, Paquito, Márquez, Quirós, Torremocha, José Manuel García, Lameira, Carlos Piña, Bruñas...

Treinta y un año después, la Balompédica pelea por ascender a Segunda y el Éibar, por hacerlo a Primera. Lo que el fútbol ha unido...

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