Esto se pone caliente, caliente

Baloncesto l Play-off final de la NBA

Tras las cuatro primeras batallas el anillo se funde mitad oro mitad verde... y Pau Gasol anuncia que la temperatura irá a más · El magnetismo de Phil Jackson y los actores secundarios, claves en el clásico

1. Phil Jackson (d.) hace un gesto de lanzamiento junto a Kobe Bryant. El técnico de los Lakers, según los números de su currículum, tiene todas las papeletas para llevarse otro anillo. 2. Glen Davis (11) y Nate Robinson, dos suplentes de los Celtics, dinamitaron el cuarto partido, salvando el honor de los verdes y forzando el 2-2. 3. Ray Allen hace patiditas con un balón. El escolta pasó en 48 horas de jugar de cine o no ver aro. 4. Derek Fisher (d.) es algo más que el capitán de los Lakers. Sus piernas ya no corren como antes pero el base sigue decidiendo victorias... y quien sabe si títulos.
1. Phil Jackson (d.) hace un gesto de lanzamiento junto a Kobe Bryant. El técnico de los Lakers, según los números de su currículum, tiene todas las papeletas para llevarse otro anillo. 2. Glen Davis (11) y Nate Robinson, dos suplentes de los Celtics, dinamitaron el cuarto partido, salvando el honor de los verdes y forzando el 2-2. 3. Ray Allen hace patiditas con un balón. El escolta pasó en 48 horas de jugar de cine o no ver aro. 4. Derek Fisher (d.) es algo más que el capitán de los Lakers. Sus piernas ya no corren como antes pero el base sigue decidiendo victorias... y quien sabe si títulos.
Alessio González / Algeciras

13 de junio 2010 - 05:02

El anillo se funde en estos momentos mitad oro mitad verde. La final de la NBA está que arde después de cuatro asaltos. 2-2 entre Lakers y Celtics. Ambos han probado su capacidad para profanar el templo ajeno, ambos han expuesto sus tácticas de guerra y sus carencias. El juego empieza a elevar su nivel de dureza al límite de lo permitido ("Se va a poner más calentito aún", advierte Pau) y por fin emergen los actores secundarios. Todo gira en torno a la gran maquinaria del básket yanqui como si el guión estuviera escrito con un fatídico desenlace en el séptimo partido. Como si David Stern hubiera plasmado con su pluma la consumación de la venganza angelina... o el reverdecer del trébol. ¿Qué o quién puede decantar la balanza?

LA LEY DE JACKSON

Los Lakers se postulan para repetir anillo. ¿Por qué? Al menos así lo formula la Ley de Jackson (¿?). El magnetismo que desprende la figura del entrenador Phil Jackson va más allá de su aura personal. El Maestro Zen posee unos registros escalofriantes que de la mano de la estadística auguran un triunfo de los angelinos. La primera premisa para sostener esta ley es que siempre que Jackson ha comenzado ganando el primer choque de una serie, se ha impuesto en el global. No una ni dos ni tres veces... 47 veces. Es algo similar a la Ley de Murphy (la de la tostada que cae al suelo del lado de la mantequilla). El técnico de los Lakers, además, está a una sola victoria de pasar a la historia como el entrenador con más triunfos en play-offs de todo el deporte profesional estadounidense. Si los Lakers vencen el quinto partido, Jackson contará con 234 victorias, rebasando al mítico Scotty Bowman, emblema del hockey hielo tras lograr nueve Stanley Cup con tres equipos diferentes (Canadiens, Penguins y Red Wings).

Otro punto a favor de los californianos también lo avala la historia. Las finales han estado igualadas después de los dos primeros encuentros en 32 ocasiones. En 28 de ellas, el equipo que se llevó el tercer duelo se proclamó campeón. Y los Lakers ganaron ese tercer partido, en un Garden que quedó helado. Ese triunfo garantiza que la serie vuelve a LA en el sexto... y si hiciera falta en el séptimo. La ventaja de campo también es un dato a tener en cuenta, al menos desde que se instauró el formato 2-3-2 en el año 85. Sólo tres equipos que no la tenían (Lakers, 1985, Bulls, 1998, y Pistons, 2004) pudieron llevarse el título después de alcanzar el tercer encuentro con 1-1.

EL EXPEDIENTE X DE ALLEN

Los agentes Mulder y Scully se preguntaran cómo puede alguien pasar de un extremo a otro en apenas un día. De al rojo vivo al bajo cero. Lo detallamos. El fino escolta de los Celtics pasó de batir el récord en play-off de triples en el segundo partido de la serie con 8/8... a hacer un 0/13 en tiros 48 horas después (con 0/8 en triples). El aro mutó de piscina a dedal pensó Doc Rivers, que fiel a su estilo echó un capote sobre su pupilo. Tampoco es cuestión de dudar de Allen a sus treinta y pico años. Baste decir que Ray Allen suele llegar al escenario de un encuentro unas tres horas antes para ensayar el tiro. Lanza como media hora a toda máquina. Los que le han visto in situ dicen que se refleja más a un androide que a un humano. Lo que pase luego debe ser uno de estos dos enigmas: o afina la mirilla al milímetro o se pasa de rosca.

CAPITÁN, OH MI CAPITÁN

No sólo hay viejos en los Celtics, en los Lakers reposa uno de los más apreciados de la NBA: Derek Fisher. Un tipo bueno, presidente del sindicato de jugadores, un profesional modélico dentro y fuera del parquet. En una ocasión llegó a jugar un partido con Utah pocas horas después de que operaran a su hija pequeña a vida o muerte. Dicen que es de los pocos a los que Kobe escucha en la cancha, en el fragor de la batalla. El viejo Fish silenció el Garden en el tercer duelo con una victoria de muchísimo peso, quizás valga un cuarto de anillo. Todos le respetan y veneran. Ya no tendrá las piernas de Rajon Rondo pero cuando arma el brazo... que a los verdes les coja confesados.

EL 'GORDO' Y EL 'ENANO'

El orgullo verde garantiza que los Celtics nunca se rendirán antes de tiempo. Quienes esperaban lo mejor del Big Three en el cuarto partido o de nuevo a un demoledor Rondo se toparon con la sorpresa del banquillo verde. En Boston, ante sus fans, Glen Big Baby Davis (el bebé gordo) y Nate Robinson (el enano de la Liga) salvaron la papeleta a Rivers y le armaron el lío a los campeones. El tono agresivo y rudo impuesto por el banquillo de los Celtics engulló la clase de los angelinos y caldeó una noche que ya venía calentita. El quinto envite (esta madrugada en Boston) promete.

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