El gran chasco (1-0)

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Una Balona sin chispa dilapida el regalo del Cádiz, cae derrotada con justicia en Marbella ante unos seiscientos hinchas y vuelve a depender de terceros para lograr la clasificación para la liguilla

José Ramón salta por encima del exjugador de la UD Los Barrios Verdú, ayer en Marbella.
José Ramón salta por encima del exjugador de la UD Los Barrios Verdú, ayer en Marbella.
Rubén Almagro Marbella

11 de mayo 2015 - 05:02

Nadar y nadar para morir en la orilla. Dentro de 24 horas llegará -porque así de generoso es este bendito deporte- el momento de hacer cábalas, de recuperar la esperanza y las calculadores que ya dormían en los cajones y echar mano de las matemáticas para aferrarse a las cábalas. Que existir existen, pero que ahora mismo se antojan dolorosamente lejanas. La Balompédica se dejó ayer en Marbella una dosis mayúscula de sus posibilidades de acceder a la fase de ascenso a la Liga Adelante al cosechar una derrota que no es definitiva, pero que tiene toda la pinta de ser de esas que se recuerdan con amargura dentro de años. Los albinegros rehusaron el regalo que el Cádiz les envió la noche antes y lo hicieron en un partido mezquino, en la que esa centenaria escuadra que tanto ha enorgullecido a su parroquia en los últimos meses fue de todo menos recia. La Balona no fue fiel ni a sí misma ni a su ADN y el castigo fue un derrota a la que llegó después de noventa minutos de suplicio.

Es muy probable que en el mundillo bufandero en el que ahora se mueve gran parte de la prensa deportiva muchos utilicen el cochambroso argumento de que el conjunto de la capital de la Costa del Sol corrió más de la cuenta y que sabe Dios a qué se debía tanto empeño. Reprobable es que alguien que vive en torno al fútbol utilice ese razonamiento siempre, pero más aún que se ponga en tela de juicio el derecho a querer ganar cuando durante una semana se ha apelado a la profesionalidad del Cádiz como llave para alcanzar el sueño. Los jugadores del conjunto costasoleño hicieron un intachable ejercicio de oficio y no fueron ellos, sino los que portaban la túnica sagrada de la entidad más antigua de La Linea, los que pusieron a la Balona al pie de irse de vacaciones dentro de nada. Nadie ha echado a la Balompédica de la fase de ascenso. Si no está -y tiene muy difícil conseguirlo- se habrá echado ella misma cuando más lo tenía a su alcance.

El partido tuvo, desde el primer minuto, un guión difícil de asimilar para las seiscientas almas que se metieron en la carretera. Inadmisible cuando se piensa en blanco y negro. Los jugadores del equipo visitante -igual agarrotados por la responsabilidad- llegaban tarde a todos los rebotes, a todos los balones divididos. Y si alguna vez se acercaron con peligro al área del exalgecirista Manolo Reina fue por los cuatro destellos que se permitió Canario. Copi, con su conducta, ofendió ayer a lo que él significa para esta afición. Y posiblemente a sí mismo. El algecireño, que por infinidad de circunstancias estaba obligado más que nadie a enarbolar la bandera, debería plantearse que los amores no son eternos.

A medida que pasaban los minutos la presión que ejercía el conjunto de casa en la salida del balón iba atragantándosele a una Balona precipitada. Jorge Jimélez burló a Javi Gallardo casi cuando le vino en gana y para cuando Rafa Escobar determinó colocar a Fall en el mediocentro y a Polaco en el eje de la zaga los de Loren ya habían puesto el corazón en un puño a la grada albinegra media docena de veces.

Tras el descanso el partido se rompió pronto. Un correcalles. La Balona revoloteaba por el área malagueña a veces, pero sin orden, sin verdadero peligro.

El míster buscó el recurso de Labra y Óscar Martín y aunque al Marbella las lesiones le obligaban a recomponerse sobre la marcha, a partir del minuto 70 fue el único equipo que pudo ganar.

La Balompédica había reducido su defensa a tres y en apenas cuatro minutos el rival llegó media docena de veces. El gol se mascaba porque la Balona, sencillamente, había desaparecido del campo. Y el tanto llegó en el 85. Manu Martínez entregó el balón a Añón con todo el equipo saliendo, el ex de la Unión envió a Quiles, que le ganó la espalda a los centrales y por mucho que aguantó Lolo Soler, acabó batiéndolo.

Después el silencio. Las caras abatidas de una afición que se había desplazado a una fiesta y que abandonó el estadio cabizbaja y en algún caso, hasta entre lágrimas.

El fútbol volvió a escribir con renglones torcidos, y precisamente en el mismo escenario en el que hace ocho meses empezó a prender la llama del sueño copero se, empezó a apagar la del milagro liguero. No busquen más responsables que los que están en la caseta. Los mismos que han hecho la heroicidad de traer a la Balona hasta aquí. Pero la pregunta es ¿tenían derecho a dejarlo escapar de esta manera?

ÁRBITRO: Alexis Carlos Pulido Santana (Las Palmas de Gran Canaria) . Los linenses reclamaron un penalti sobre José Ramón, en el que no existió falta y en cualquier caso, la acción fue fuera del área.

TARJETAS: Amarillas a los locales Edy (47'), Diego Segura (50'), Álex Herrera (59') y Expósito (79') y a los albinegros Javi Gallardo (10'), Fall (16'), Labra (29 -en el banquillo-) Polaco (44'), Olmo (61'), Canario (63') y Óscar Martín (79').

GOL: 1-0 (85') Quiles gana la espalda a la defensa y aprovecha una asistencia de Añón para batir a Lolo Soler por bajo.

INCIDENCIAS: Encuentro de la trigésimo séptima jornada del grupo IV de la Segunda B, disputado en el Municipal de Marbella antes unos 1.500 espectadores, de los que unos 600 habían llegado desde La Línea. Antes del inicio la entidad local rindió homenaje al equipo local de waterpolo por su ascenso a Primera Nacional y al meta de fútbol sala Salvi Bernal. En el descanso lo hizo con el juvenil de la entidad, ascendido a División de Honor, en el que milita el linense Luismi Casas.

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