El día antes del Socuéllamos - Algeciras CF

La invasión del algecirismo en un lugar de la Mancha

  • La primera oleada de aficionados albirrojos toma posiciones durante el sábado entre Socuéllamos y Tomelloso

  • Los de Fajardo reciben el cariño de los hinchas y el técnico abre las puertas del cuartel general

Un grupo de aficionados del Algeciras, en un piscina en Tomelloso.

Un grupo de aficionados del Algeciras, en un piscina en Tomelloso. / Erasmo Fenoy

En un lugar de la Mancha, entre Socuéllamos y Tomelloso, el color rojo y blanco y el acento del sur se fueron abriendo camino a lo largo de todo el sábado para dejar constancia de la llegada del algecirismo. Como un goteo constante, los más lanzados (y los que podían) comenzaron a tomar posiciones en tierras ciudadrealeñas para la gran cita de la temporada, para el partido que puede devolver al Algeciras CF a Segunda B.

En lo que se barrunta como un largo y cálido verano, en especial en esta parte de España tan Quijotesca, la primera oleada de aficionados del Algeciras desembarcó en la provincia de Ciudad Real. Los que pudieron lo hicieron en Tomelloso, incluso en el mismo hotel de concentración del equipo de Emilio Fajardo. Otros se fueron repartiendo por los hospedajes de la zona, Villarrobledo, Pedro Muñoz, Las Mesas... en una comarca tranquila que vive de la cosecha y producción del vino.

La avanzadilla de la Peña de Estibadores Algeciristas se hizo sentir pronto en un restaurante de Tomelloso. No fallan a una y están en todas partes. Desde las redes sociales, como hormiguitas, conocidos y amigos se ponían en contacto para organizar una comandita para el domingo. "¿Tú cuándo llegas? Pues allí nos vemos". Corto y cierro.

El cuartel general del Algeciras, sin sobresaltos, abrió sus puertas durante la tarde a este periódico para unas fotos y compartir un rato distendido. La normalidad está siendo la nota predominante en la era Fajardo. El míster ofreció después una charla a sus pupilos y a esa familia de personas del club que siempre va con el equipo. Todos suman. Las puertas del hotel se cerraron para el último descanso del guerrero.

Llegó el momento de hacer algo de turismo y reconocimiento, a la fresquita, por los aledaños del Paquito Giménez. Allí suspiró más de un albirrojo, sin olvidar que muchos, la gran mayoría, tenían previsto viajar durante la madrugada del sábado al domingo en alguno de los autocares fletados por las peñas para la gran invasión.

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