Los olímpicos Pablo Herrera y Adrián Gavira ya se encuentran en Tokio (Japón). Tras un largo viaje desde España, marcado por el retraso en el despegue del avión de la expedición nacional (debido al sobrepeso de los equipos deportivos y a las altas temperaturas), la pareja nacional de vóley playa ya ha podido descansar en su apartamento de la Villa Olímpica y ha tenido la primera toma de contacto con el estadio en el que el castellonense y el sanroqueño competirán a partir de este sábado, ubicado en Shiokaze Park.

"Es un estadio muy bonito y va a ser una pena que no pueda haber público por la pandemia del coronavirus", explican los españoles en un comunicado. Herrera y Gavira realizaron su primer entrenamiento en un horario similar al que disputarán sus partidos de la fase de grupos frente a Rusia (sábado 24 a las 9:00 horas en la península) y Australia (miércoles 28 de julio a las 10:00) y las primeras sensaciones "han sido buenas".

El castellonense y el sanroqueño, que disputarán sus terceros Juegos Olímpicos como pareja (serán los quintos para Herrera), están encuadrados en el grupo A, en el que también se enfrentarán a los noruegos Mol y Sorum, el lunes 26 de julio a las 15:00, y tendrán que hacer frente no solo al nivel de sus oponentes para superar la primera fase de la competición sino también a las condiciones climatológicas con las que se han encontrado al llegar a Tokio.

"Incomoda un poco el sol porque va bajando y te lo encuentras de frente en la pista, y también hace un poco de viento, pero esperamos que de aquí al viernes este último factor pueda desaparecer y podamos desplegar nuestro juego con normalidad", comentan.

Herrera y Gavira están acompañados estos días en Tokio por su entrenador, Fran Marco, con quien están puliendo los últimos detalles de cara al debut olímpico de finales de esta semana. Los españoles han viajado con la ilusión de superar la primera ronda y hacer algo grande para España tras finalizar en novena posición tanto en la pasada cita olímpica de Londres en 2012 como en la de Río de Janeiro en 2016.