Frío empate

Real balompédica-cádiz b

Problema La Balona reanuda su exaltación del miedo escénico y empata en el Municipal, donde no gana desde el uno de noviembre ni marca desde el quince de ese mes Contraste Los albinegros perdonan media docena de ocasiones en el primer tiempo y se descomponen después del descanso

Rubén Almagro

11 de enero 2010 - 07:31

La Balona se abona, definitivamente, al miedo escénico. Los albinegros empataron con el Cádiz B, enlazan cuatro encuentros sin vencer, en el que no marcan desde el quince de noviembre y, lo que es peor, dejan un poso de duda sobre su verdadera realidad que vuelve a encabritar las aguas en su entorno.

El equipo de Eduardo Vílchez pudo ajusticiar al filial amarillo en la primera mitad, su incapacidad para marcar se tradujo en indulto y la Balona se descompuso tras el descanso hasta correr el riesgo de firmar al final una derrota. Las consecuencias fueron los pitidos finales de desaprobación por parte de los valientes que habían acudido a la grada en una tarde glacial, quienes, dicho sea de paso, merecerían que se les tomase el nombre para un futuro homenaje.

Después de unos compases iniciales de tanteo al más puro estilo boxístico con el Cádiz B presionado sobre la salida del esférico, la Balona se hizo dueña y señora del primer periodo, en el que lo lógico es que hubiese asegurado la victoria, pero lo impidió que a sus delanteros, simplemente, se les ha olvidado marcar. El filial amarillo se pareció por momentos a aquel conjunto timorato de la segunda jornada de Liga al que los albinegros casi humillaron en El Rosal. Sin fijar las marcas, concediendo al rival la movilidad del balón, desajustado.

La primera ocasión manifiesta llegó en el minuto once, en un centro de Biri para Domingo, en una situación casi inmejorable. El esteponero cabeceó como sorprendido por haber llegado al balón, lo que le llevó casi a entregar el esférico al cancerbero Ricardo, quien, por cierto, tiene muy, pero que muy buenas maneras.

Las dos oportunidades siguientes tuvieron el mismo protagonista: Copi. ¿Qué habrá sido de aquel atacante con chispa que llegó a La Línea hace poco más de un par de años? Primero se adelantó en un centro de Antonio Merino, pero la defensa sacó sobre la línea de meta (16’) y diez más tarde una magnífica asistencia del inquieto Domingo la resolvió el de Algeciras tirando al muñeco en un mano a mano con el cancerbero cadista.

Antes del descanso, una jugada para la polémica, en un disparo que se estrelló en la mano de un zaguero amarillo, pero en la que el árbitro interpretó, casi seguro que con toda la razón, que no hubo voluntariedad. Después, un par de escaramuzas en las que, otra vez, la Balona fue incapaz de concretar.

Después del intermedio se jugó otro partido, radicalmente diferente. Por un lado, el Cádiz B, ahora amparado por el viento, fue mucho más equipo de Tercera. Acumuló hombres al borde del área (hasta cinco), fijó las marcas y se convenció de que no tenía motivos para sentirse tan acomplejado como había demostrado hasta ese momento. Por otro, la Balona se descompuso, se salió de su guión, actuó acelerada y angustiada, buscó el fútbol directo y acabó jugando a nada. Para entonces, aunque seguían sobre el césped, ya se habían borrado de las hostilidades Copi, Biri y Antonio Merino.

Aún así, en los primeros latigazos aún pudo cobrarse el equipo de casa la recompensa que no había logrado haciendo las cosas según su filosofía. Sobre todo en un cañonazo de Joseph desde la frontal del área que desvió un defensa lanzándose al suelo cuando el balón se envenenaba (54’).

A esas alturas Vílchez se vio obligado a sustituir a Domingo Ferrer, al que la lógica indica que hay que ir administrándole los minutos después de casi un año en el dique seco por culpa de una grave lesión. Tanto ese cambio como el de Nacho Fernández por Joseph dieron nulo rédito a una Balona que a esas alturas daba la impresión de haberse quedado sin gasolina y haber dejado de creer en sus posibilidades.

En el tramo final y como consecuencia de los lógicos riesgos que debe asumir un equipo que está obligado a ganar y no sabe cómo la Balona estuvo a punto de suicidarse. Pero el Cádiz B, por dos veces –una de ellas por medio del linense Javi Gallardo– fue incapaz de dar ese último pase que le habilitase para la victoria.

Al final silbidos sin estridencias, muchas caras largas, comité de crisis y la impronta de que no todos en el vestuario reman en el mismo sentido. La historia interminable en esta Balona cuando llega el ecuador de casa temporada.

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