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La Balona se adueña del derbi (6-3)

  • Deciden Los albinegros sentencian en un primer tiempo extraordinario a un Algeciras frágil en defensa y falto de actitud Metamorfosis Los visitantes reaccionan tras el descanso y meten el miedo en el cuerpo al rival, pero acaban goleados

El derbi se quedó en La Línea simple y llanamente porque hoy por hoy la Real Balompédica es mejor equipo que el Algeciras. Bastante mejor. Y en el fútbol, por muchas autopsias que se hagan para rellenar tertulias y páginas de periódicos, las más de las veces ganan los mejores.

El conjunto albirrojo, posiblemente el más timorato en defensa de su dilatada historia, regaló el primer tiempo a una Balona que no deja títere con cabeza. Después del descanso apeló al escudo, a la excesiva soberbia de los de casa y a dos golazos de falta de Víctor García y logró meter el miedo en el cuerpo a la parroquia local, pero acabó llevándose una goleada después de encajar el 5-3 en una pena máxima protestadísima por los visitantes que supuso el punto y final.

Exceptuando los primeros diez minutos, hasta el descanso el clásico fue un monólogo de la Balompédica, constituida en una apisonadora. Además, en esos compases iniciales, el Algeciras movía el balón con desparpajo, pero sin más criterio que ese, hacerlo rodar. Javi Chico y Alexis conforman un pivote central preñado de técnica, pero carente de consistencia. Y ese tiki-taka, si no se transforma en suspense, en angustia para el contrincante, no lleva generalmente a ningún lado. Precisamente por el pivote empezó a desquebrajarse el conjunto visitante.

A los 12’ la Balona, que había salido demasiado impresionada por el ambiente, miró por primera vez al área contraria. Nacho Fernández –sobresaliente– botó una falta y Johny aprovechó que la retaguardia parece no tener muy claro el concepto marcar en zona para hacer el primero. De los que defendía, casi ninguno estaba en su sitio.

El Algeciras acusó el golpe y la Balona le metió marcha al partido. Sabía que el enemigo estaba tambaleándose, mitad por su fútbol, mitad por su falta de autoestima.

En el 15’ Alexis, después de caracolear al borde del área, perdió el balón como si fuese un futbolista bisoño ante la presión de los atacantes locales y Biri anduvo listo para hacer el 2-0.

Los albirrojos se iban descomponiendo y además demostraban una falta de actitud insultante para un partido de rivalidad.  Atrás eran un auténtico coladero. Por no hacer no hicieron ni entradas fuera de tono. Sólo Eduardo Mena, que maniató a Thompson, se salvaba de la quema.

El tres-cero no fue más que la consecuencia lógica de la extrema debilidad que los algeciristas demuestran en el juego aéreo. Tanto en defensa como en ataque. Nacho fue, otra vez, el protagonista del centro. Félix salió a por uvas y Copi se le adelantó de cabeza. Y lo celebró como lo celebró.

Habían transcurrido 28 minutos y la suerte parecía echada. George, inasequible al desaliento, se adelantó a la defensa,  pero David Zamora replicó con una certera intervención.

Ni siquiera el susto impidió que los más acérrimos hiciesen estallar fuegos artificiales en los alrededores del estadio. El tiempo demostraría que eran demasiado prematuros. Ya se sabe que con los halagos suele marcharse la concentración.

En el 37’, más de lo mismo. Nacho falló en su control dentro del área, pero la retaguardia algecireña le concedió tiempo para rehacerse, para que se diese la media vuelta y cediese a Carlos Guerra, que llegó libre de marca para hacer el 4-0. Aún habría tiempo antes del desacanso para que el cancerbero albirrojo privase a Copi de otro tanto.

Por entonces cayó lesionado Alexis, lo que acabaría por convertirse en la mejor noticia para Yiyi, porque su relevo, Iván, fue el que dotó a su equipo de equilibrio en la medular. Una cuestión que merece una reflexión.

Tras el intermedio la Balona, que como todo el estadio pensó que la victoria estaba sentenciada, cometió el gravísimo error de levantar el pie del acelerador. El Algeciras se apoderó de la zona ancha y antes de que se cumpliese el cuarto de hora Víctor García había transformado en dos golazos sendos golpes francos en el borde del área. En el segundo, con cierta colaboración de David Zamora.

El Algeciras se vio con vida, se adueñó de la zona media y un balón de Javi Chico –que mejoró mucho con Iván a su lado– lo tradujo en gol George.

Los cánticos balonos se transformaron en murmullo de desaprobación y la Balona, que era incapaz de tener el balón, temió por su fiesta. No es que el Algeciras llegase con peligro, pero merodeaba con aviesas intenciones por las inmediaciones del área local.

En el 75’ Miguel Thompson se fue de velocidad de una defensa que había comenzado, como por otro lado era lógico, a proyectarse demasiado en ataque en busca de una igualada que hubiese tenido caracteres heroicos. El granadino acabó por los suelos ante la entrada de Garro. El árbitro no pitó el penalti. Lo decretó su auxiliar, Alfonso Encinas. Servirá para la polémica, pero ninguno de los que estaba en el Municipal sabe exactamente qué y donde sucedió.

Copi tomó el balón, salvó a Félix, que acertó con la trayectoria, y se convirtió en el máximo artillero de la Balona, que después cerró la cuenta con un buen tanto de Paquito, que apenas había debutado en Liga un par de minutos antes.

La Balompédica continúa líder incontestable. Cinco de cinco. El engañoso balance en ausencia de Pablo Niño es de dos victorias y diez goles a favor, porque la realidad es que su fútbol sí le echa de menos. Su afición es feliz. Desde anoche, así con los derbis, un poquito más.

El Algeciras continúa sin arrancar y está obligado a reflexionar sobre muchos aspectos de su juego. El fútbol no sabe más que de resultados. Y sólo ha ganado un partido, y al colista, de cinco posibles.

 

 

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