El arte del saber ligero | Crítica

Bibliotecas a dieta

Xavier Nueno.

Xavier Nueno. / D. S.

Leer este libro nos hace recordar un montón de citas acordes con los excesos de la información (el virus lector lleva a perder esfínteres con citas y citas literarias). Decía Vargas Llosa que lo bueno de haber leído mucho es que uno podía mentir luego con ceremonial tranquilidad. T. S. Eliot se preguntaba que dónde había quedado la sabiduría que ha sido sustituida por el conocimiento, dónde el conocimiento que fue trasplantado por la información. Borges se jactaba de leer los libros que había leído frente a los que se jactaban de haber escrito sus obras. La cuestión es si el conocimiento ilimitado es pernicioso y si hay que ponerle coto. ¿No es la incontinencia del saber otra patología nerviosa?

Habría que revisar esto de San Agustín de que los lerdos poco instruidos son una gran masa. No se trataría de no leer, sino de leer con adecuada frugalidad. Mejor el cultivo del jardín pequeño a lo Voltaire (incluso un parterre), que perderse en la abundosa Amazonía de los libros de todo tiempo y lugar. Y todo porque este libro de Xavier Nueno impugna la idea tradicionalmente aceptada del saber como acumulación de lecturas. ¿Por qué no poner un límite al deseo de conocerlo todo? ¿No sería mejor alcanzar formas abreviadas y portátiles del saber? El lector avisado se habrá acordado de Historia abreviada de la literatura portátil de Enrique Vila-Matas, aquella sociedad shandy de artistas cuyo requisito para entrar en ella era que toda obra artística fuese portátil, poco pesada y se pudiese trasladar fácilmente en un maletín (a los shandy pertenecían, entre otros, Walter Benjamin, Duchamp, Georgia O’Keefe, García Lorca y Gombrowicz).

Lo que propone Xavier Nueno en El arte del saber ligero no es destruir toda biblioteca alimentada por la conjunción del tiempo y el polvo, en la idea asociada al Renacimiento. Lo que se sugiere no es la destrucción, sino aligerar el saber, alcanzar el arte de la dieta y la levedad. De ahí el nuevo humanismo transformador. Tendemos a pensar que el exceso de información nos ha venido con la sobreabundancia de la era digital. No es así. Grandes pensadores y literatos del ayer padecieron los males del saber acumulativo en su forma sólida y analógica del tiempo antañón. De ahí la necesidad hoy de esta dieta subversiva del menos es más, de lo ligero sobre lo pesado. Lo malo es que los ignaros podrían malinterpretarlo todo.

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