Cosas de comé

Historia, flamenco y pan

  • En la defensa decimonónica de Cádiz tiene su origen su apreciado mazapán relleno de fruta escarchada, deliciosa excusa para visitar una deliciosa provincia

Historia, flamenco y pan

Historia, flamenco y pan / Archivo

“Mezclándose la Historia con la leyenda, algunos atribuyen su origen a la invasión francesa que, a principios del siglo XIX, dejó sitiada a Cádiz durante un largo periodo de tiempo, lo que obligó a sus habitantes a utilizar la almendra almacenada en la aduana con destino a las colonias de ultramar, como un producto que, molido, amasado y cocido, servía para acompañar las comidas en sustitución del pan”. Así narraba José Ruiz Marchante, gerente de Horno La Gloria de Cádiz, los orígenes del Pan de Cádiz, mazapán en bloque, en forma de cobrecillo, relleno de fruta escarchada y cabello de Ángel, orgullo de la dulcería de la capital gaditana, una ciudad que ha experimentado una grata trasformación en su casco antiguo, gracias a la rehabilitación de zonas históricas como El Pópulo, convertido desde hace unos años en un lugar de distensión ineludible.

Situado entre el Ayuntamiento y la Catedral, el Pópulo es el barrio más antiguo de la capital gaditana. Sus arcos nos conducen al lugar donde vivieron fenicios, púnicos, romanos y árabes. Muy cerca, la blanca Catedral, casi al borde del mar, es visible desde casi cualquier punto de la ciudad. Pueden visitarse tanto el interior como la Torre del Reloj. La misma entrada a la catedral sirve para acceder al museo Catedralicio, situado en la plaza Fray Félix, junto a la Catedral Vieja. Estos días, el casco histórico de la ciudad bulle de energía, gracias a la numerosa oferta gastronómica y a la actividad cultural y lúdica programada en estas fechas. Nada mejor que un paseo que arranque del Campo del Sur hasta la Alameda Apodaca, pasado por el Castillo de San Sebastián, La Caleta, el Castillo de Santa Catalina, rozando el popular barrio de la Viña, y continuar por el Parque Genovés, hasta llegar hasta nuestro destino: la plaza de Mina y alrededores. Deguste en la calle Zorrilla, en alguno de sus veladores, un vino de la tierra y algo de marisco bajo el fresco sol de diciembre.

Más allá de la urbe, en las profundidades de la Sierra de Grazalena, se produce en esta época una explosión turística atraída por el enorme encanto de municipios como Grazalema, El Bosque, Benaocaz, Villaluenga, Arcos, Prado del Rey o Setenil de las Bodegas. Son pueblos, además, en los que la tradición repostera ha legado productos como las mermeladas caseras, que comercializa con esmero el El Grazalemeño, y en los que la naturaleza otorga productos deliciosos, como la Miel El Pinsapar, de Benamahoma.

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