Cómic

Una puerta al horror

  • Aquel flamante hogar se iba a convertir en terreno para que la pareja protagonista viviera la peor de sus pesadillas

Algunas viñetas del cómic.

Algunas viñetas del cómic.

Escalofrío. Siempre relacionamos esta reacción física a una situación de angustia inesperada, un susto o, por otro lado, cuando estamos sometidos a bajas temperaturas.

Pero habría que añadir un momento más a su definición, y es el instante placentero en que nuestros ojos recorren una página de cómic ilustrada con espectacular maestría, dejándonos colgados de un síndrome de Stendhal que no cesa, como suele ocurrir con las grandes obras de arte.

La editorial sevillana Isla de Nabumbu se ha propuesto que ese súbito temblor tan deseado nos atrape cada vez que una de sus novedades llega a nuestras manos, y vaya si lo consigue, ya que si echamos la vista atrás, en su catálogo podemos encontrar a grandes nombres del tebeo patrio como Auraleón, Marika Vila, Santipérez, o el autor del que nos regalan una de esas obras casi imposibles de encontrar, que en su momento vieron la luz en nuestro país pero que ahora, con la profesionalidad que les caracteriza, regresa por la puerta grande, en su mejor versión.

Me refiero, por si aún no lo han imaginado, a José Ortiz, que junto a los guionistas británicos Alan Grant y John Wagner nos van a llevar de la mano en un periplo que no vamos a olvidar tan fácilmente, al igual que la pareja protagonista de la historia, los recién casados Cassandra y Elliot Aldrich.

Pero no adelantemos acontecimientos y, aunque como complemento a este cómic, el editor Javier Alcázar traza el documentado periplo de Ortiz fuera de nuestras fronteras, personalmente me gustaría reivindicar el papel que un buen número de artistas españoles tuvieron en otros mercados en aquellos ya lejanos años cincuenta y sesenta, sobre todo el británico y el estadounidense, aunque esta tranquila ‘invasión’ también llegaría con el tiempo a tierras europeas.

En muchas ocasiones de manera totalmente anónima, pero con un trazo de lo más reconocible, dibujantes como el propio José Ortiz trabajaron a través de agencias en las mejores editoriales a lo largo y ancho del globo terráqueo, por lo que la recuperación de muchas de estas obras nos lleva a reencontrarnos con auténticos tesoros del noveno arte que, con la paciencia y profesionalidad que le caracteriza, Antonio Moreno se ha empeñado en que lo recuperemos de la mejor manera, realizando un trabajo de restauración por el que merece todas las medallas del mundo.

Y ahora sí, internémonos en esta casa, hermosa desde fuera, sita en la cúspide de un camino rocoso desde el cual se puede disfrutar de unas vistas espectaculares. Un auténtico y original regalo de bodas que Elliot le hace a su bella esposa, Cassandra.

Lo malo es que la joven, casi desde que pone el pie en el que será su nuevo hogar, nota algo raro, unas vibraciones extrañas, ajenas. En el lugar hay algo que no debería estar ahí.

Y pronto, muy pronto van a saber qué es…

Con los ojos muy abiertos se inicia un mal sueño que, por desgracia, es demasiado real, ya que dentro de la casa reside un ser llamado Daemon (que da nombre al título original del cómic) que se las va a hacer pasar canutas a los recién casados.

Aunque al principio Elliot cree que el temor que atenaza a su mujer es producto de los nervios de la boda, se dará cuenta que no es así, que sí que hay algo, una malvada presencia en el lugar. Y cuando se encuentre con ella cara a cara tomará la decisión de contactar con un experto profesor en temas parapsicológicos, Walter Cormack, que acudirá con rapidez al lugar, acompañado por dos alumnos de confianza, Dave y Rhonda.

Lo que este cuarteto de personajes nos sabe es que de golpe y porrazo se van a ver metidos en una pesadilla creada por el malvado Daemon, en la que sus vidas se van a ver en peligro en todo momento.

Para completar el grupo, una pareja de bobbies, dos agentes de la ley que completan un sexteto que irá menguando a medida que se internen en este letal camino en los que las trampas y horrores irán apareciendo sin cesar.

Con una espectacular portada de Santipérez, esta Casa del Diablo nos muestra a un José Ortiz espectacular como siempre, que es capaz de dibujarlo todo, ya sean sonrientes diablillos, una gigantesca oruga o internarnos de manera creíble en un ambiente bélico.

Como siempre digo, y no me cansaré nunca, la encomiable labor de pequeñas editoriales como Isla de Nabumbu merecen toda nuestra atención y aplauso, ya que con gran esfuerzo y enfrentándose a uno y mil problemas, traen a nuestras manos maravillas como este cómic que se une a su imprescindible catálogo.

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