Objetos | Crítica

Un thriller de papel

Álvaro Morte en una imagen del filme.

Álvaro Morte en una imagen del filme.

Curtido en series de televisión como El ministerio del tiempo, Gigantes o El embarcadero, Jorge Dorado (Mindscape) dirige su segundo largometraje de la mano de uno de esos guiones de género tras cuya carcasa de estereotipos, temas y lugares comunes apenas queda nada auténtico que rascar.

La cosa va de hombres varoniles, torturados e inquietos (Álvaro Morte, el popular rostro de La casa de papel), trata de blancas de alto standing y tráfico ilegal de criaturas, tres asuntos de manual de thriller posmoderno que apenas dan aquí para establecer atmósferas urbanas prefabricadas y despeñar el relato a través de una serie de giros, revelaciones e incluso viajes transatlánticos que no pasan la menos exigente de las pruebas del algodón de la verosimilitud.

Así las cosas, se trata de creer que un funcionario de la oficina municipal de objetos perdidos pueda convertirse de la noche al día en investigador privado, vengador de causas justas y héroe obsesivo y enamoradizo dispuesto a la acción y el sacrificio. Allá ustedes si compran.