La novia de América | Crítica

Triste lío en Xochimilco

Una imagen de la fallida comedia de Alfonso Albacete.

Una imagen de la fallida comedia de Alfonso Albacete.

La semana posterior a los Goya nos devuelve a esa otra cruda realidad del cine español que son los estrenos semanales y el cine supuestamente popular, y lo hace en forma de comedia de enredo de vocación transversal-liberal, tics de vieja co-producción (con México) y rancios aires actualizados del sainete a propósito de una boda en la localidad turística de Xochimilco entre un español maduro recién salido del duelo y una joven local treinta años más joven. 

Hasta allí se desplazan los hijos y la nuera del interfecto para poner a prueba a la familia de la novia, grupos trazados desde los clichés interculturales, la caricatura de la solterona despechada, el hijo gay casado (con un Eduardo Casanova en outfit entallado) que aún no ha salido del armario parental y la tía no menos solterona y bebedora (una ‘Terremoto de Alcorcón’ en mínimos de Escala Richter), que se las tendrán que ver con otra variopinta familia azteca con matriarca empoderada, hija gorda, hijo trans y uno más que exuda masculinidad latina.

Sobre el papel, empezando por la primera escena en otra boda, esto debería ser divertido, pero no lo es. El veterano Albacete (Sobreviviré, Mentiras y gordas) no sólo no levanta el vuelo de sus estereotipos, sus tristes dobles sentidos y demás materiales paródicos, sino que se muestra incapaz de sacarles la más mínima punta entre una puesta en escena televisiva, una dirección de actores capaz de frenar hasta a Miren Ibarguren y un sentido del ritmo mortecino.