Nada vence a la amabilidad

He aquí otra inesperada y preciosa miniatura navideña alojada entre los algoritmos de las plataformas (Apple), un nuevo cuento de animación artesanal salido de unas formas del pasado y casi susurrado al oído de los niños y adultos que quieran y sepan ver y escuchar, una fábula serena, calmada, de trazo limpio y depurado que reúne a un niño perdido, un topo goloso, un zorro voraz y un caballo blanco entre los paisajes nevados y las escalas perfectas en busca de un hogar cálido donde calmar la ansiedad y superar los miedos.

Adaptación del premiado relato gráfico de Charley MacKesy, el mediometraje que dirige Peter Baynton asume las formas del dibujo y el diseño clásicos de contornos móviles, paleta de color reducida y fondos de una belleza melancólica para desplegar su sencilla fábula sobre el poder de la unión, la palabra y la amistad entre contrarios como lema universal dispuesto a ayudar a superar temores y complejos, una pequeña historia lineal cifrada en acciones sencillas, diálogos esenciales y pequeños detalles, una entrañable aventura invernal no exenta de peligros y sorpresas mágicas que busca la rama del árbol, la ladera de una colina o el atardecer en el horizonte como retos, paradas y refugios para la conversación filosófica y la senda del río como guía para volver a casa.

Treinta y cinco minutos que contienen todo el potencial humanista y la moraleja de las fábulas tradicionales, el ritmo pausado y preciso de unos dibujos animados que se suceden acompasados por la delicada y expresiva banda sonora de Isobel Waller-Bridge, y encarnados en las voces igualmente nítidas y cálidas de Jude Coward Nicoll, Tom Holland, Idris Elba y Gabriel Byrne en su recomendable versión original. No lo dejen pasar.