Champagne! | Crítica

Amistades y burbujas

Una imagen del filme de Nicolas Vanier.

Una imagen del filme de Nicolas Vanier.

El viejo esquema de la reunión de amigos como marco para la catarsis, también conocido en la teoría dramática como “cronotopo del banquete distópico” (sic), sigue funcionando como base de esta comedia coral francesa ambientada en la comarca de Champagne que da nombre al famoso vino espumoso.

La convocatoria en la casa y la nueva bodega de una de ellas para celebrar la despedida de soltero de otro miembro del grupo es pretexto para el reencuentro, las bromas y complicidades que van dado paso a los roces, secretos, reproches o pequeños enredos destinados a desentrañar viejas rencillas, amores latentes o rasgos de carácter.

Champagne! fluye así con ligereza por la superficie de los estereotipos de los cincuentones y parejas de clase media y se abre a la diversidad en un ejercicio de complacencia y comprensión de sus criaturas como trasuntos de una generación que busca su nuevo espacio en estos tiempos cambiantes.

Vanier (El último cazador, La escuela de la vida) delimita el territorio y el tono desde la escritura y se beneficia de las prestaciones de un buen elenco (Zylberstein, Demaison, De Groodt, Testud) que trasciende el esquematismo de sus personajes y el postizo arco dramático (la helada que amenaza la cosecha), aunque tampoco va más allá del juego inofensivo y la voluntad conciliadora que pulen cualquier arista en aras de su previsible happy end con perdices y, cómo no, champán en el menú.

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