Las últimas hijas del alambique Cózar

La destilería municipal que se hizo cargo de Anís Cózar echa el cierre y deja a los comercios sin licores en Navidad · José Fernández, conocedor de la fórmula, se niega a enseñarla a quien compre la fábrica

Cuatro botellas de Anís Cózar de la variedad seco a la venta en un supermercado de la localidad, esta semana.
Cuatro botellas de Anís Cózar de la variedad seco a la venta en un supermercado de la localidad, esta semana.
A. Rodríguez / Los Barrios

27 de diciembre 2009 - 01:00

Los barreños beben a sorbos los últimos retazos de Anís Cózar, la marca de licores decana de la Villa y que está a punto de desaparecer de los estantes de los comercios engullida por las pérdidas generadas a raíz de la gestión municipal que se hizo cargo de la producción en 2006.

Apenas tres años después de que el Consistorio rescatara la firma para evitar su desaparición, asfixiada por el endurecimiento de la legislación sanitaria y la imposibilidad de adaptarse a sus nuevas exigencias, el consejo de Iniciativas Los Barrios presidido por la alcaldesa, Ángeles Ariza, decidió dar carpetazo en noviembre a 159 años de tradición y poner a la venta la firma al mejor postor.

Anís Cózar ha sobrevivido desde 1850 en Los Barrios a la convulsa historia de un país que ha conocido en siglo y medio a cinco reyes, dos dictadores y dos periodos republicanos, amen de la Guerra Civil, la difícil postguerra y hambruna de la década de los 40. Ahora, la crisis y las pérdidas acumuladas son los argumentos esgrimidos por el Ayuntamiento para echar el cierre y apagar los antiquísimos alambiques por los que ha fluido, gota a gota, año a año, historia barreña.

Las destilerías deben afrontar numerosos pagos en impuestos por el manejo y tenencia de alcoholes que, en muchos casos, llegan al 50% del precio del producto. Frente a esto, el Consistorio regaló en varias ocasiones lotes a todos sus empleados por Navidad (más de 400). Una botella de anís seco cuesta algo más de seis euros.

La decisión se trasladó de inmediato a la red de comercios locales que distribuía los tres tipos de anisados (dulce, seco y extra seco) y los licores nacidos posteriormente bajo la tutela de la Destilería Villa de Los Barrios. Ya no es posible comprar anís dulce y quedan pocas botellas del tipo seco y extraseco. El cese de la producción pilló por sorpresa a clientes y minoristas. Así lo reconoce Antonio Manzanares, gerente del supermercado local que lleva su nombre: "No nos avisaron de nada y ya no nos queda anís dulce. Es una gran pérdida para el pueblo porque los clientes de los bares se conforman con lo que pongan en la copa, pero los barreños quieren Anís Cózar. Si, al menos, nos hubieran avisado, les hubiéramos encargado un pedido importante para la Navidad y no dejar desabastecido el mercado". Para el comerciante, la causa de la quiebra está clara: una mala gestión de los recursos.

Cerca de su comercio, en el otro supermercado local que distribuía los anisados, no queda nada desde hace semanas. "Los compradores no dejan de preguntar", sentencia una cajera.

Entre los clientes, el malestar es mayúsculo porque sienten que, por encima de una marca, se ha perdido una seña de identidad barreña sólo comparable a los chicharrones o los pasteles de La Plata. De un plumazo, no hay botellas para rascar en Navidad ni con las que preparar roscos. "Es una pena, porque la Navidad no es lo mismo sin la copita de Anís Cózar. Podrá venir otro dueño, pero no será igual, no será de Los Barrios", señala una clienta al oír la pregunta de este diario en torno a las existencias en el lineal de ventas.

Eso mismo piensan los antiguos propietarios de Anís Cózar. Lorenzo y José Fernández, herederos de Lorenzo Fernández de Cózar, señalan que con el cierre se ha ido una parte de la historia que, dudan, pueda recuperarse.

José Fernández trabajó hasta el pasado 27 de noviembre en la destilería como responsable de la producción con contrato indefinido. Ahora está en paro y es el único que conoce la receta porque, señala, el trabajador que tuvo a su cargo "no se molestó en aprenderla". Movido por los sentimientos y el recuerdo a su padre, señala que se llevará a la tumba la fórmula.

"Si mi padre levantara la cabeza, volvería a morir de pena", arguye su hermano Lorenzo. Fernández de Cózar tuvo que tomar en diciembre de 2004 la decisión más difícil de su vida, cerrar la marca que había levantado y mantenido su familia con sudor y no llegó a conocer la etapa bajo la tutela municipal. Para esta familia, el negocio había resultado rentable durante siglo y medio. Ahora, al igual que sucedió con la última producción de 2004, las botellas vuelven a ser objeto de colección. Ya son parte de la historia.

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