Las Reales Fábricas de Artillería de Jimena y la guerra contra Inglaterra (1779-1783) (y III)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

En 1777 Carlos III concede todos los poderes a su ministro de Indias José de Gálvez para planificar la adquisición de terrenos y construcción de una real fundición

De tres proyectos, el único que funcionó fue el del río Hozgarganta, operativo durante 12 años para la fundición de balería

Hozgarganta: una ruta por el último río virgen

El canal de agua de la fábrica de artillería del Hozgarganta.
El canal de agua de la fábrica de artillería del Hozgarganta. / Erasmo Fenoy
José Regueira Santos

Jimena, 22 de septiembre 2025 - 04:01

La intervención de José Gálvez en la guerra contra Inglaterra

Al comienzo de su actuación como ministro de Indias, en 1776, José de Gálvez envió agentes oficiosos a las Trece Colonias para administrar la ayuda clandestina española, además de informar a la corte sobre la posibilidad de éxito de su rebelión contra la metrópoli. Gálvez prefirió encargar este trabajo no a un diplomático sino a comerciantes con largos años de experiencia en esas tierras. Por Real Orden de 20 de febrero de 1777 se informó a su sobrino Bernardo de Gálvez en Luisiana que el agente oficioso español Miguel Ángel Eduardo pasaría por aquella provincia con ayuda para los colonos americanos de Fort Pitt.

Bernardo también tenía informado a su tío de la marcha de los acontecimientos en Luisiana y Florida. Así, el 15 de junio le informo que la Junta de Guerra celebrada en su casa ese mismo día, donde se discutieron los últimos hostigamientos ingleses en la provincia. También le informó de la creación de una compañía de caballería, denominada Carabineros de Luisiana.

En abril de 1779, el comerciante habanero Juan de Miralles comunicó a José de Gálvez la decisión del Congreso americano de ceder a España los territorios conquistados en Luisiana y ayudar a la toma de Pensacola.

El 12 de abril de 1779 el ministro de Estado y el embajador francés, conde de Montmorín, cumpliendo el Pacto de Familia, firmaron el Convenio Secreto de Aranjuez por el que Carlos III declararía la guerra. Algunos de los artículos de ese convenio trataban sobre las futuras operaciones militares y los esperados resultados del Tratado de Paz a favor de España: 1) la restitución de Gibraltar, 2) la de Menorca, 3) la expulsión de los ingleses del río Missisippi, 4) la posesión de Mobila, 5) la restitución de Pensacola y toda la costa de Florida hasta el canal de las Bahamas.

La prueba decisiva de la intervención directa de Gálvez en la génesis del conflicto hispano-británico en el continente americano la constituye la Real Cédula de 8 de junio de 1779, en la que la corona española manifiesta los motivos de su Real Resolución de 21 de junio anterior y autoriza a los vasallos americanos para que, por vía de represalias y desagravios, hostilicen por mar y tierra a los súbditos del rey de Gran Bretaña.

Esta Real Cédula promulgada por Carlos III iba refrendada por José de Gálvez y en ella se detallan los hechos siguientes: la usurpación de la soberanía española en Darién, la apropiación en la bahía de Honduras de las posesiones de los españoles, el levantamiento artificioso de nuevos enemigos entre las "naciones bárbaras" de Florida induciéndolas a que conspirasen contra los vasallos del monarca español de Luisiana, los repetidos insultos de los súbditos del rey de Inglaterra contra la bandera española, los destrozos realizados en los registros y pliegues de oficio de nuestros paquebotes-correo, el continuo contrabando practicado en los dominios españoles de Indias sostenidos frecuentemente por buques de guerra británicos, el robo de nuestros bajeles, etc. Tantos agravios, continúa comentando la Real Cédula, solamente han encontrado en Inglaterra unas promesas incumplidas y la clara intención de que se repitan.

En consecuencia Carlos III retiró al embajador español en Gran Bretaña, cortó todo tipo de comunicación, trato o comercio entre sus vasallos y los del rey de Inglaterra en virtud de la Real Resolución en la que autoriza a sus súbditos para que, por vía de represalias y desagravios, acometan y hostilicen por mar y tierra a los súbditos, naves y estados de Su Majestad británica, tratándolos como a verdaderos enemigos y que a este fin armen en corso cuantas embarcaciones puedan con arreglo a la Real Ordenanza de esta materia, con el aliciente de que todas las presas que hicieren han de ser para los armadores, ya que la corona española no se quedará con ninguna.

En consecuencia, el monarca manda a los virreyes, presidentes, gobernadores, capitanes generales, audiencias. Corregidores, alcaldes mayores, jueces y demás justicias de sus dominios de América, que sin tardanza publiquen en sus distritos tal declaración y que emprendan contra las fuerzas y establecimientos británicos las expediciones que consideren oportunas conducentes al bien de España. También encomienda a los arzobispos, obispos, abades, vicarios, cabildos, curas y comunidades religiosas que continúen las rogativas públicas y secretas para que el dios de los ejércitos tome bajo su divina protección las armas españolas, amonesten a todos los fieles en sus frecuentes pláticas y exhortaciones que a la defensa del Estado está unida inseparablemente la de la verdadera religión que profesan, porque los enemigos de aquél lo son también de ésta, y que como buenos católicos deben derramar hasta la última gota de sangre antes de ver profanados los templos, abatidas las santas imágenes y despreciados sacrílegamente los objetos religiosos de su adoración y de su culto.

El papel decisivo del ministro José de Gálvez en los dominios americanos y especialmente en los territorios de Nueva España, Luisiana y La Florida en esta época y su intervención en el proceso de independencia norteamericana está hoy plenamente demostrado por diferentes investigadores españoles y norteamericanos, entre cuyas investigaciones cabe destacar las recientes de Thomas E. Chávez, que ha dedicado varios años a investigar en archivos americanos y españoles, atribuyendo a la familia Gálvez y especialmente al ministro de Indias un papel decisivo. Dice Chávez que: “Ninguna historia de América y mucho menos el papel de España en la Revolución Americana estará completa sin José de Gálvez, secretario de Indias de Carlos III, protector de su sobrino Bernardo y de su hermano mayor Matías y máximo responsable de las actividades bélicas de España en el continente americano. Gálvez siguió una política evidentemente agresiva y, al final, correcta. No es de extrañar, porque cuando la guerra estalló era ya un hombre muy capacitado para su puesto”.

Su sobrino Bernardo, con la influencia de su tío José, fue nombrado coronel del batallón fijo de Luisiana. Recibió la Real Orden de 18 de mayo de 1779 sobre la inminente declaración de guerra, con la instrucción de expulsar a los ingleses del Missisipi, Mobila y Pensacola. El propio José de Gálvez le escribió a su sobrino sobre la pronta contienda y le expuso la estrategia a seguir en las operaciones americanas, que tanta influencia tendrían en la brillante carrera de Bernardo, a quien nombraba jefe de la expedición del Missisippi.

Bernardo fue ascendido a gobernador de la provincia de Luisiana. Atacó primero Mobila, para que le sirviese de base para la invasión del principal objetivo: Pensacola. Fue en la conquista y defensa de esta plaza donde alcanzó los mayores honores y a donde fueron enviadas gran cantidad de remesas de balería de la fábrica de Jimena de la Frontera.

Estado general de las vetas de hierro de Jimena.
Estado general de las vetas de hierro de Jimena.

He querido extenderme en este apartado de la estrecha vinculación de la fábrica de Jimena de la Frontera con la guerra con Inglaterra no sólo en lo relativo al asedio de Gibraltar de 1779-1783 sino en el más amplio contexto geográfico de los frentes bélicos americanos ya que en este tricentenario de la ocupación inglesa de Gibraltar es un aspecto que no ha aparecido hasta fechas recientes suficientemente claro, ya que otras investigaciones pioneras parecían vincular el establecimiento y producción de la fábrica de Jimena de la Frontera exclusivamente al asedio de Gibraltar y que prácticamente toda su producción habría tenido este destino muy próximo geográficamente. De la correspondencia y de las órdenes de Gálvez, ministro de Indias y también superintendente de estas Reales Fundiciones y también de toda la documentación del propio establecimiento jimenense empezando por el documento fundacional, quedó claro desde el primer momento la intención del destino preferentemente americano de su producción. Que no se limitó, por otra parte, al período de los cuatro años de la guerra con Inglaterra, sino que se prolongó seis años más, hasta 1789 y su producción se siguió enviando a las plazas de América, según consta en la documentación de todas y cada una de las expediciones en las que consta la cantidad y calibre de balería enviada, el jabeque que la transportaba desde el río Palmones hasta la Casa de Contratación de Cádiz y las certificaciones de su almacenamiento hasta su definitivo envío a las diferentes plazas americanas. Que, por otro lado, fueron estas diferentes plazas de América las que financiaron la construcción de la Reales Fábricas de Jimena de la Frontera, como también consta en la documentación de las mismas en las que se detallan los caudales enviados para este fin de cada una de estas plazas americanas.

Las tres Reales Fábricas de Artillería de Jimena

He de advertir que el aspecto que fundamentalmente me interesaba resaltar tanto en estas Jornadas de Historia de Jimena de la Frontera como en Congreso Internacional del tercer Centenario de la Pérdida de Gibraltar era el relativo a la relación de estas industrias de Jimena de la Frontera con el suministro de munición al gran asedio de Gibraltar 1779-1783 y encuadrar esta actividad dentro del mucho más amplio marco histórico y geográfico del conflicto bélico con Inglaterra que, como hemos visto, abarcaba también el continente americano, que fue el destino de la mayor parte de la producción de Jimena de la Frontera durante los doce años de su funcionamiento en el período 1777-1789.

En 1777 Carlos III concede todos los poderes a su ministro de Indias José de Gálvez para que decida lo conveniente en cuanto a la adquisición de terrenos y construcción de una real fundición, nombrándolo superintendente de la misma. El documento de nombramiento está fechado en San Ildefonso el 4 de septiembre de 1777. En consecuencia, se firma una Real Cédula en la que se establecen las condiciones de la cesión por parte del duque de Medina Sidonia de la dehesa de Diego Díaz y Buceite, en donde actualmente se encuentra el pueblo de San Pablo de Buceite. La fundición se establecería aguas arriba del río Guadiaro, entre la actual central eléctrica del Corchado y el actual pueblo de San Pablo, en un terreno paralelo al río delimitado al efecto que figura en un plano reproducido en mi libro y que puede consultarse en la alcaldía de San Pablo. La escritura firmada por José de Gálvez en nombre del rey y por Pedro de Alcántara Guzmán consta de dieciocho apartados en los que se especifican el uso y disfrute de las minas ya descubiertas (Carrizo, Lebrillejos y Mendoza) y las que en el futuro se descubriesen, la extensión de los terrenos acotados (111 fanegas), la prohibición de que se construya un pueblo en sus inmediaciones, ya que se temía el traslado masivo y despoblación de Jimena de la Frontera y otros pueblos cercanos, la cesión de jurisdicción y otros aspectos no menos interesantes que no podemos abordar.

Una de las galerías de la fábrica de armamento de Jimena.
Una de las galerías de la fábrica de armamento de Jimena. / Erasmo Fenoy

Este primer emplazamiento, para el que se inició la construcción de almacenes y el acarreo de materiales, hubo de abandonarse porque con las primeras riadas se inundaron los barracones y arrastró los materiales almacenados. En vista de ello se buscó un nuevo emplazamiento en el río Guadiaro, pero como no se encontró con prontitud uno idóneo, se decidió mientras tanto construir provisionalmente una industria más modesta a orillas del río Hozgarganta, en las inmediaciones de Jimena de la Frontera en el lugar conocido como la "pasada de Alcalá". Esta fábrica es la que estuvo funcionando desde 1777 hasta 1789. Pero esta fábrica no dejó de considerarse de carácter provisional hasta que se encontrase el sitio idóneo en el río Guadiaro que se siguió buscando que se encontró y se decidió su construcción allí en 1783, en la actual finca de propiedad privada conocida como La fábrica de las bombas. La construcción de esta fábrica se inició en 1783 y las obras duraron hasta 1788, en que se ordenó su abandono. Se habían construido 87 pabellones en varias calles dentro de un recinto amurallado y una gran presa en el lugar de la Barranca Bermeja desde el que venía un gran canal de tres kilómetros seiscientos ochenta metros.

En definitiva, de los tres proyectos el único que funcionó fue el más modesto de ellos, el del río Hozgarganta que lo hizo durante doce años durante los cuales no se llegaron a fabricar cañones como era el proyecto inicial pero sí gran cantidad de balería de diferentes calibres, siendo los de mayor producción los de 8, 12, 16 y 24 pulgadas. La mayor parte de esta producción, como hemos dicho, fue destinada a las plazas de América, aunque durante el período 1779-83 se destinó una gran parte para el gran asedio de Gibraltar. Esta producción se transportaba en carretas hasta la desembocadura del río Palmones, donde tenían unos almacenes en los que se depositaban para su transporte en jabeques hasta la Casa de Contratación de Cádiz, de donde eran enviadas a América.

Artículo publicado en el número 34 de Almoraima. Revista de estudios campogibraltareños (2007)

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