Una posible almadraba romana en La Línea (y II)
Insituto de Estudios Campogibraltareños
El edificio, que aún conservaba estructuras de interés en materia de Arqueología Industrial, ha sido recientemente arrasado, manifestándose la necesidad de contar en La Línea con una carta arqueológica que evite futuros desmanes
Zanovana: un asentamiento romano en La Línea (I)
Zanovana: un asentamiento romano en La Línea (y II)
Es necesario puntualizar que las prospecciones realizadas a lo largo de estos últimos años han deparado el hallazgo de una serie de alineaciones murales, además de abundante material cerámico común de tipología diversa, fragmentado y rodado, y algunas piedras canteadas posiblemente usadas como sillares.
El hallazgo de terra sigillata es hasta la fecha muy discreto, y la poca encontrada se hallaba concentrada en un único punto del asentamiento. Dado que los fragmentos hallados hasta el momento carecen de firmas o decoración, es imposible la atribución a un taller hispano en concreto, como sí ha ocurrido en otros lugares de la comarca: Rinconcillo (Algeciras), Venta del Carmen (Los Barrios) y Guadarranque (San Roque).
No debemos descartar, atendiéndonos a la variada tipología del material localizado, la posibilidad de la confluencia en este asentamiento de actividades alfareras (fliginae)— testar y horno—, y salazoneras (cetariae) — piletas, horrea, officinae, embarcadero—. El amplio repertorio cerámico localizado induce a confirmar la relevancia de las tareas artesanales en este enclave.
Desconocemos si, actualmente, los materiales descritos son observables en el lugar, puesto que los movimientos de tierra realizados sin la más mínima precaución pueden haber causado su pérdida. Pero, más allá de la posible desaparición de gran parte del registro cerámico, la localización de estructuras visibles apoya la evidencia de una actividad industrial en este asentamiento. Tras la primera acción de la maquinaria quedó a la vista un paramento que cubría un pequeño murete de roca caliza, edificado con piedras de poco tamaño y de formas irregulares, en las que aparecían algunos fragmentos de lo que aparentemente podría ser un tipo de enfoscado de cal. Luego, este paramento quedó de nuevo sepultado.
Destacamos este detalle dado que los materiales utilizados para la edificación derruida eran piedra arenisca y ladrillos reutilizados, lo que nos induce a pensar que el murete de piedra señalado es bastante anterior.
Nos hallamos, pues, ante un enclave estratégico desde el punto de vista industrial, utilizado en diferentes periodos históricos para la explotación de los recursos marinos y directamente relacionado con el asentamiento de Zanovana.
Estimamos determinante la reconstrucción teórica del paleolitoral para el conocimiento pleno del yacimiento, puesto que a lo largo de los siglos las alteraciones sufridas en la línea de costa de esta zona han sido muy significativas, tal como en su día evidenciaron diversos trabajos de investigadores del Instituto Arqueológico alemán.
Los bienes patrimoniales como elementos de cohesión social
La demolición de La Almadraba nos mueve a reflexionar acerca de si la Administración es consciente de la trascendencia que para todos representa la conservación de los elementos patrimoniales.
A tal efecto, recordemos que la UNESCO, como organismo que orienta a los pueblos en la gestión de sus propios recursos, asegurando su identidad y diversidad, define el patrimonio cultural como “la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, con la que vivimos en la actualidad y que se trasmite a las generaciones presentes y futuras. Una fuente insustituible de vida e inspiración”.
Este concepto patrimonial quedó cristalizado en nuestro país, según la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (España, 1985), al ser definido como “un conjunto de bienes que en sí mismos han de ser apreciados, […] como elemento de identidad cultural, […] debido exclusivamente a la acción social que cumplen, directamente derivada del aprecio con que los mismos ciudadanos los han ido revalorizando”.
Partiendo de este marco legislativo y conceptual, podemos extraer el valor que aportan los bienes patrimoniales a la identidad social y diversidad cultural de las comunidades.
En el caso de La Almadraba, sobre el municipio de La Línea. Evidenciamos el carácter esencial que para los pueblos constituye la forja de una identidad y el valor social asociado a tales expresiones, lo que nos recuerda la función del patrimonio material como elemento conducente a una estrecha cohesión social que se resuelve en herramienta de progreso. Torre Nueva, Fuerte de Santa Bárbara, Línea de Contravalación, Edificio de La Comandancia, Jardines Saccone, Mercado de Abastos, un número importante de casas y patios que conservan el genuino estilo de la población, han sido tratado en su conjunto y a lo largo del tiempo con escasa observancia de su significado para la colectividad y, en no pocos casos, de manera poco afortunada en los aspectos materiales.
Existe una importante vinculación entre la cohesión social y el patrimonio cultural material. Sabemos que la cohesión social está contemplada por la sociología en función del grado de consenso de los miembros de un grupo o como la percepción de pertenencia a un proyecto o situación común.
Consecuentemente, los miembros de una sociedad bien cohesionada dan muestras de “sentido de pertenencia e inclusión, participan activamente en los asuntos públicos, reconocen y toleran las diferencias”. Por lo tanto, es deseable alcanzar esta situación por el beneficio que aporta al progreso de la población. Centrándonos en el caso de La Línea, consideramos fundamental la elaboración de una carta arqueológica que recoja y ampare los bienes todavía existentes para que no se repita lo sucedido con el edificio de La Almadraba y con tantos otros bienes patrimoniales como se han venido perdiendo a lo largo de los años. En suma, estamos hablando de acciones que deberían tener muy presentes las instituciones implicadas en el beneficio de los grupos sociales a los que representan.
Para el mayor aprovechamiento de los recursos patrimoniales es necesario no anclarse únicamente en el tradicional enfoque de la preservación; o en la visión mercantilista, con la única intención de hallar rentabilidad económica a partir del turismo; o monumentalista, para demostrar un distinguido estatus institucional.
En la cúspide de estos enfoques se encuentra el patrimonio cultural tangible como materia prima para el cambio social. Las instituciones han de conducir a los individuos hacia una moral que les capacite para identificar y defender el patrimonio. Si bien esta educación en valores patrimoniales depende en gran medida de la actuación de las instituciones, los ciudadanos hemos de asumir una parte de responsabilidad personal que podemos ejercitar participando en el desarrollo cultural del entorno a través del asociacionismo, del aprovechamiento de las ofertas culturales, del uso selectivo de nuestro ocio o, si insistimos en el asunto medular de nuestra reflexión, evitando el deterioro del patrimonio cultural que nos enriquece y nos cohesiona.
Seamos conscientes, pues, de la necesidad de contar con una memoria social que vaya mucho más allá de la memoria individual en cuanto que se compone de los recuerdos sociales vinculados al grupo. De esta manera, “La experiencia pasada se revive en imágenes y formas de vida”.
Peralta señala que: “La función principal de la memoria es la de promover un lazo de filiación entre los miembros de un grupo con base en su pasado colectivo… La memoria permite crear una imagen del pasado que corresponde a los marcos de significación del presente”. En consecuencia, “A través de las formas de expresión relevantes, bienes tangibles e intangibles, nos dice quiénes somos, identifica al grupo, insertando nuestros yos individuales en uno colectivo, con un anclaje en el pasado y un referente en el presente”.
Afortunadamente, cada vez son más las asociaciones implicadas en el proceso de consolidar aquellas iniciativas particulares dirigidas a la defensa y conservación de los bienes patrimoniales. Sería muy deseable que esa marea de civilización y respeto también consiguiera refrescar con su ejemplo las ciénagas de indolencia, desidia o intereses especulativos que a menudo vivaquean en los despachos de las instituciones.
Conclusiones
En primer lugar, debemos concluir que el hallazgo casual de ciertos elementos de cultura material permite intuir la existencia de un yacimiento arqueológico de época romana en el término municipal de La Línea. Asociamos la utilización del enclave, conocido como La Almadraba y en tanto que factoría para la explotación de recursos marinos, con el asentamiento de Zanovana, perteneciente al cinturón industrial de Carteia, cuyo grado de dependencia está por determinar. Creemos que su estudio ayudará a un mayor conocimiento del territorium costero de Carteia, dada la proximidad y excelente conexión entre ambos puntos.
No descartamos la existencia de un horizonte cultural anterior al romano, pero hasta la fecha ha sido imposible su confirmación. Procedería un riguroso análisis del registro cerámico, por lo que demandamos una intervención arqueológica de urgencia encaminada a preservar la zona que todavía no se ha visto afectada por las últimas intervenciones antrópicas. Hasta es posible que las estructuras demolidas estuviesen enmascarando otras construcciones anteriores aún conservadas bajo el nivel del suelo y, para disolver las dudas, insistimos en la necesidad de practicar acciones inmediatas que posiblemente eviten nuevos atropellos contra el patrimonio.
Como hemos detallado, las administraciones están obligadas a poner cuantos recursos sean necesarios para la conservación de los bienes de interés cultural y la ciudadanía está obligada a reclamarlos. De cara a las generaciones venideras, nos corresponde proteger los bienes patrimoniales contemplándolos como elementos fundamentales para la cohesión social de los pueblos. Por ello, desde el taller de Historia del Ateneo de la Bahía reclamamos la urgente elaboración de una carta arqueológica que proteja el patrimonio linense de amenazas asociadas a la ignorancia, la indiferencia o los intereses especulativos.
Artículo publicado en el número 59 de Almoraima. Revista de estudios campogibraltareños
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